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Una tormenta en una tacita de café

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Geoffrey Molloy

“Mindlessness” – según lo que dicen – es lo opuesto de “mindfulness.” ¿Qué significa eso entonces? ¿Qué significa estar “mindless”? Significa perder contacto con nosotros mismos – tanto es así, que ni siquiera sabemos que lo hemos perdido. Por el contrario, estar “mindful” ocurre cuando de repente nos impresiona darnos cuenta de que hemos estado […]

noviembre 6, 2018

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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“Mindlessness” – según lo que dicen – es lo opuesto de “mindfulness.”

¿Qué significa eso entonces? ¿Qué significa estar “mindless”?

Significa perder contacto con nosotros mismos – tanto es así, que ni siquiera sabemos que lo hemos perdido. Por el contrario, estar “mindful” ocurre cuando de repente nos impresiona darnos cuenta de que hemos estado viviendo en “piloto automático”, dejándonos llevar por la inercia sin verdaderamente estar presentes, sin experimentar nuestras vidas.

“Mindlessness” se puede describir como un estado en que estamos distraídos por una peli especialmente fascinante, fabricada por nosotros mismos. El título de esta peli es “Mi Vida” y se rueda en la pantalla mental de nuestras mentes. Una cierta aleatoriedad acompaña el argumento y textura de esta peli. Es difícil apartar la vista porque cuando estamos en el estado “mindless” ni siquiera sabemos que somos capaces de apartar la vista. Nos olvidamos de que exista la posibilidad de “apartar la vista” – de que exista alternativa. Nos olvidamos de que nuestras vidas son mucho más que la fascinación seductora de nuestra película, nuestra narrativa, nuestra obsesión. Nos olvidamos del hecho de que nuestra peli no sea más que “una tormenta en una tacita de café” – una fantasía que consta de estar constantemente ansioso por el futuro, lanzándonos con prisas a la próxima tarea que toca hacer, mirando hacia atrás, estresándonos y preocupados por errores percibidos del pasado.

Nuestra consciencia en estos momentos es del tamaño de una tacita – pequeña, apretada – nuestras posibilidades limitadas.

Cuando traemos nuestra atención al momento presente, a nuestros sentidos, aquí y ahora, literalmente volvemos a entrar en razón.

Esto es como un soplo de aire fresco, como abrir las ventanas en una habitación sofocante y permitir que la brisa de la conciencia aleje las telarañas, la rancidez del piloto automático. Vuelve un sentido de frescor cuando nos conectamos nuevamente con un sentido de espaciosidad. Nos da una nueva visión de la vida/perspectiva; puede que incluso sonriamos cuando nos fijamos en el drama que se desarrolla en la tacita. Nuestra conciencia se expande y con un sentido de agradecimiento experimentamos el milagro de estar simplemente vivos, de ser conscientes y apreciar la riqueza de la existencia.

Y luego, sin darnos cuenta ni siquiera, volvemos a la conciencia tipo “tacita de café”.

Así que ¿qué podemos hacer?

Simplemente nos recordamos a nosotros mismos verdaderamente fijarnos en nuestras vidas, conectar con nuestros sentidos. Cuando nos damos cuenta de que lo inevitable ha ocurrido, es decir que nuevamente nos hemos olvidado, seducidos otra vez más por nuestra peli, no nos regañemos, sino simplemente nos fijamos en ello con una sonrisa bondadosa y volvemos a nuestros sentidos, a nuestra respiración, a nuestros cuerpos.

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