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julio 25, 2022
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Según la Universidad de Stanford, una persona suele tener entre 20.000 y 30.000 al día. Pero he aquí una pregunta: «¿Son esos pensamientos realmente tus pensamientos?
Haz memoria: de los 30.000 pensamientos que tuviste ayer, ¿cuántos recuerdas ahora mismo? Si eres como la mayoría de la gente, probablemente serás capaz de recordar tres, o quizás algunos más, de los pensamientos de ayer.
Ahora bien, he aquí otra pregunta: ¿Cuántos de esos pensamientos elegiste conscientemente? De nuevo, si eres como la mayoría de la gente, tu respuesta será: ninguno o casi ninguno.
Reflexiona por un momento, los pensamientos y los sonidos comparten ciertas características en el sentido de que son aleatorios; la mayoría de las veces no los elegimos. Simplemente surgen en nuestra conciencia, existen durante un tiempo y luego desaparecen.
Nuestra experiencia de ambos es muy similar. Los pensamientos son como los sonidos que puedo escuchar sentado en el porche. Son aleatorios; surgen, existen durante un instante y luego desaparecen. No tengo ningún control sobre ellos y al día siguiente me costará recordar todos los sonidos que he oído hoy.
Tu experiencia de los pensamientos que surgen en tu cabeza es, en muchos aspectos, idéntica a tu experiencia con sonidos, con una diferencia muy importante: no te confundes ni te identificas con los sonidos que oyes.
Por ejemplo, nunca hablarías de «mis sonidos» del mismo modo que hablas de «mis pensamientos». Sería francamente absurdo. No te apresurarías a juzgarte en función de los sonidos aleatorios que surgen en tu experiencia.
Imagina que oyes arrancar un tractor, ¿pensarías inmediatamente «soy un tractor», y te perderías inmediatamente en pensamientos sobre si eres o no un buen tractor o un mal tractor, o empezarías a criticarte a ti mismo basándote en esa valoración de tus cualidades de tractor?
Hacer esto sería triste e irrisoriamente absurdo. No ocurriría. Experimentas el ruido del tractor como lo que es: otro sonido aleatorio sobre el que no tienes ningún control.
La liberación del sufrimiento comienza cuando te despiertas y ves los pensamientos que surgen no como «mis pensamientos», sino como lo que son: acontecimientos mentales aleatorios e impermanentes.
Cuando hacemos esto, nos liberamos de la mayor fuente de sufrimiento: «pensar demasiado».
Si te gustan estas reflexiones puedes acceder a nuestro programa de resiliencia donde aprenderás a mejorar distintos aspectos de la vida que nos llenan de insatisfacción y estrés.
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