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TU PASADO NO ES TU FUTURO

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Geoffrey Molloy

La clave es la atención plena al presente. Esa frase tan sencilla encapsula una de las ideas más importantes para el crecimiento humano. Por el contrario, la creencia de que somos como somos y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo, es una de las razones principales por las que las personas son incapaces […]

septiembre 27, 2016

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Tu pasado no es tu futuro

La clave es la atención plena al presente. Esa frase tan sencilla encapsula una de las ideas más importantes para el crecimiento humano. Por el contrario, la creencia de que somos como somos y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo, es una de las razones principales por las que las personas son incapaces de realizar el cambio que buscan en sus vidas. A continuación, algunas de las creencias erróneas más comunes que he escuchado:

– Soy una persona ansiosa. Lo seré siempre. Nací así.

– Es que soy rebelde. No puedo cambiar esto; es lo que soy.

– Sé cómo soy… (Puede que estoy bien ahora, pero sé que fracasaré en el futuro).

– Sé que soy caso difícil o especial.

– Después de la niñez que sufrí ¿qué esperas?

– Tengo una personalidad adictiva.

La creencia de que somos cómo somos y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo no sólo es errónea, sino que también corrosiva; quita cualquier responsabilidad de quienes somos y a la vez quita esperanza. Las buenas noticias son que no tenemos por qué ser víctimas de nuestros genes o entorno. Independientemente de nuestra edad, nuestros cerebros pueden cambiar de maneras asombrosas debido a una característica conocida por “neuroplasticidad”.

No hay duda de que sí tengamos ciertas predisposiciones genéticas. Otros factores que influyen son cómo nos criaron, nuestra situación familiar y nuestra experiencia de nuestras vidas, todos nos han acondicionado. Quienes somos en este momento es una red interconectada de todos estos factores.

La neuroplasticidad es uno de nuestros bienes más importantes como especie; significa que podemos adaptarnos y entrenarnos a hacer prácticamente cualquier cosa. Estos cambios cerebrales son reales y son medibles. Encuentro que una buena manera de imaginarlo es la siguiente:

El monte que rodea nuestro pueblo es atravesado por muchos caminos. La mayoría han sido formados por animales que pacen ahí. Si entramos en el bosque, aparte de los caminos de los animales, encontraremos otros caminos más antiguos realizados por el hombre – reliquias de un tiempo cuando se fabricaba carbón en el bosque que había que sacar en carros tirados por caballos. Se puede aprender mucho de la historia de la región sólo por estudiar estos caminos. Los más antiguos remontan al tiempo de los romanos; luego tenemos el Camino Real dela Harinadel siglo XVIII, luego el sistema de carreteras nacionales y últimamente la autopista.

Lo que todos tienen en común es que los caminos y pistas se establecen  según las exigencias de los tiempos. El uso frecuente les hace más grandes y más fáciles de transitar. Lo opuesto también es verdad; los caminos en desuso rápidamente los recubre la naturaleza. Los caminos neurales en nuestros cerebros son parecidos.

Nuestros cerebros consisten en billones de neuronas.  Las neuronas se conectan entre sí formando caminos que retransmiten información. Cuando aprendemos una nueva habilidad o comportamiento estamos elaborando nuevas conexiones o caminos en respuesta a nuestra experiencia. Cuanto más empleamos el camino, tanto más fácil y automático se vuelve. Piensa en aprender a conducir. Al principio parece una tarea tan difícil, casi imposible; ahora es casi automático. Es una demostración de la neuroplasticidad en acción.

Aparte de dominar tareas en el mundo físico como por ejemplo conducir, montar en bicicleta, nadar – por dar algunos ejemplos, también podemos aplicar los mismos principios a nuestra vida emocional. Recuerda, la neuroplasticidad significa que podemos cambiar la estructura de nuestros cerebros físicamente. Con los ejercicios correctos y la práctica podemos cambiar nuestras respuestas emocionales. De manera que si queremos más felicidad, bondad, compasión, tolerancia y tranquilidad en nuestras vidas, podemos aprender y practicar tales habilidades. Lo opuesto también es la verdad: las emociones tales como la ansiedad, el miedo y la ira también se pueden reducir.

Aunque sólo recientemente la tecnología nos ha permitido medir estos cambios en el cerebro, los ejercicios y prácticas para realizar los cambios deseados llevan existiendo durante miles de años. Muchos de los ejercicios que se emplean para en el tratamientos de afecciones como la ansiedad, el estrés y la depresión se pueden encontrar en sus orígenes del budismo. El budismo se puede considerar en muchos sentidos como una ciencia muy práctica de la mente.

Es lo que llamó mi atención hace unos 25 años y me llevó a estudiar y practicarlo. Muchos de los aspectos más positivos de mi vida actual son el resultado de la incorporación de estas prácticas en mi vida diaria a lo largo de los últimos veinte años. Estos ejercicios son el resultado de la inspiración y miles de años de experiencia en lo que funciona, pero lo maravilloso es que no es necesario convertirte en budista para entender y practicar estos ejercicios; no es necesario vestirte de naranja, ni raparte la cabeza. Sólo tienes que estar dispuesto a comprometerte a dedicar 15 minutos al día a la práctica y cambiar tu enfoque en tu actividad diaria.

Los que llevan años practicando estos ejercicios durante muchos años han pretendido convencernos de que los beneficios maravillosos por fin pueden ser medidos.

Una de las citas preferida del Dalai Lama:

Cuando al Dalai Lama, se le preguntó lo que le sorprendía más de la humanidad, respondió:

 “El Hombre. Porque sacrifica su salud para hacer dinero. Luego sacrifica su dinero para recuperar su salud. Y luego es tan ansioso por el futuro que no disfruta del presente de manera que no vive ni en el presente ni en el futuro; vive como si nunca va a morir y luego muere sin haber verdaderamente vivido.”

Esta descripción es una descripción si vivimos sin nunca tener nuestra atención en el presente, es decir, vivir “medio dormidos”. Estamos amenazados por todos lados por los resultados de una falta de estar atento al presente: cambio de clima, la fragmentación de la sociedad, enfermedades auto-infligidas, insatisfacción, ansiedad y depresión. Lo que se necesita urgentemente ahora es un cambio fundamental de actitud y de concienciación.

Imagina durante un momento que empezáramos a construir y reforzar dentro de nosotros los caminos neurales de amor, cooperación y bondad de manera de que se conviertan en los caminos principales en nuestras mentes y que estas respuestas se nos vuelvan automáticas mientras que aquellos caminos que causan ansiedad, estrés y depresión se encojan. ¿Y si luego compartiésemos esta experiencia de que sí somos capaces de cambiar y asumir la responsabilidad de nuestra perspectiva sobre la vida? ¿Y si regalásemos a nuestros hijos la capacidad de observar y reflejarse sobre sus emociones? ¿Y si fuésemos capaces a través de nuestra propia experiencia y ejemplo de causar un verdadero cambio positivo en actitudes y la concienciación en nuestra sociedad? ¿No sería esto un tremendo logro? ¿No sería esto un proyecto que merece tu atención a nivel personal, familiar y de la sociedad? Personalmente encuentro esto una idea emocionante.

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