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junio 9, 2020
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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El hombre anhela que su vida tenga un sentido o propósito: ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito? ¿Hay algo más que esta vida? Las religiones y enseñanzas espirituales son manifestaciones de esta añoranza. La bendición y la maldición de la mente racional es que somos lo suficientemente inteligentes para formular la pregunta, pero tal vez no lo suficientemente inteligentes para encontrar la respuesta.
Tolstoy adoptó una perspectiva bastante deprimente sobre todo esto: “El único conocimiento absoluto alcanzable por el hombre es que la vida carece de sentido.”
El sentido y propósito de tu vida es el sentido y propósito que tú eliges darle, incluso si atribuyes la elección a alguna fuerza externa o divina. Al fin y al cabo sigue siendo una elección que haces tú. Es muy importante reconocer esto y asumir la responsabilidad por ello.
Muchos de nosotros fuimos adoctrinados como niños a creer una cosa u otra; que nuestro camino sea el único camino verdadero. Por lo tanto, tenemos arraigado en las profundidades de nuestro ser la creencia de que “nuestro camino” es exclusivamente el camino correcto. He trabajado en muchos países con muchas personas de diferentes culturas y religiones. Me he cruzado con buenas personas de diferentes religiones; cada una totalmente convencida de que su camino es el único camino verdadero. Así que ¿Cómo puede uno decidir? ¿Quién, si alguien, tiene la razón?
Elegir creer en una vida después de la muerte, en la reencarnación o en otra existencia post-muerte nunca será nada más que una elección.
Voltaire famosamente dijo sobre la posibilidad de la reencarnación: «No es más asombroso nacer dos veces que una.” Es un punto muy acertado. En el contexto de nuestro entendimiento limitado ante el gran misterio de “la vida, el universo y todo lo demás” (Richard Adams – DEP), las dos ideas son igualmente milagrosas y posibles.
No propongo responder a estas preguntas. En palabras de Alexander Pope: “los necios se precipitan donde los ángeles temen pisar”.
Independientemente de qué relación tienes con el gran misterio, de si crees en un dios o en una consciencia universal, en la inmortalidad del alma o si no crees en ninguno de estos, existen algunas cosas sencillas que me han parecido verdaderas. El aspecto más importante es hacer el trabajo que hay que hacer para desarrollar tu relación personal con “the bigger picture” (perspectiva global), la maravilla y el misterio de todo.
Actitud
Sé bondadoso/a y compasivo/a. No importa cual sea tu creencia, cual sea tu dios, el sufrimiento es real; el sufrimiento humano está causado la mayor parte de las veces por seres humanos. Tiene sus raíces en el agarramiento y la aversión, en el deseo y los antojos. Irónicamente, en nuestro deseo de no sufrir, creamos sufrimiento. Cada persona tiene su propia historia, su tragedia, sus esperanzas, sus remordimientos, sus temores y sus apuros. Recuerda: “There but for the grace of god go I” (Una muy difícil de traducir. Se dice cuando alguien ha tenido alguna desgracia o está padeciendo por algo y pensamos… “Le podría haber ocurrido a cualquiera y por la gracia de Dios no me pasó a mí”.)
Sé agradecido/a: Independientemente de tus creencias, el simple hecho de que estemos aquí ahora, vivos y conscientes, por poco tiempo que sea, es un milagro. ¡Qué gran fortuna! ¡Qué privilegio! Date cuenta y aprecia tanto los detalles como “the bigger picture”.
Finalmente, nunca pierdas tu sentido del humor. Nosotros los humanos somos al mismo tiempo nobles y absurdos. Esta contradicción es extraordinariamente graciosa. Ser capaz de reírte de ti mismo con todas tus contradicciones es un bálsamo curativo muy potente. Ríete con los demás, no de los demás.
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