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junio 20, 2023
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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La forma en que percibimos el estrés decide cuánto estrés experimentamos y, potencialmente, el daño que puede hacernos.
Si no adoptamos la actitud adecuada, podemos sufrir estrés crónico y todos los desagradables efectos secundarios que conlleva para nuestra salud física y mental.
Nuestra mente racional es una solucionadora de problemas (en el ámbito físico). Por desgracia, la utilizamos para solucionarlo todo, incluso donde no funciona, por ejemplo con sentimientos, emociones y pensamientos. Al hacerlo, creamos sufrimiento. Si dudas de esto, pregúntate si alguna vez has experimentado lo siguiente: enfadarte por haberte enfadado; machacarte por haberte machacado; pensar obsesivamente sobre por qué no puedes dejar de pensar obsesivamente. Podemos añadir a esta familia de sufrimientos absurdos, comunes y auto-infligidos el sentirte estresado por tu estrés.
Hemos llegado a creer que el estrés es malo. Esto no es sorprendente, ya que nos bombardean a diario con información sobre lo que el estrés puede hacerte, cómo el estrés puede matarte. Oímos muy poco sobre cómo el estrés puede ser realmente beneficioso.
No cabe duda de que hay momentos en que el estrés puede ser “negativo”. Por ejemplo, el estrés crónico, cuando nos enfrentamos a una enfermedad larga que pone en peligro nuestra vida, o cuando sentimos que constantemente tenemos ante nosotros tareas de importancia crítica, pero creemos que no somos capaces o no tenemos los recursos para resolver el problema.
Mientras que demasiado poco estrés puede provocar aburrimiento y depresión, demasiado puede causar ansiedad y mala salud. La cantidad adecuada de estrés agudo, sin embargo, pone a punto el cerebro y mejora el rendimiento y la salud.
Me gusta pensar que el estrés funciona como una cuerda de guitarra: demasiado tensa y se romperá; demasiado floja y no sirve para nada; pero con la cantidad adecuada de tensión, obtenemos música.
Con la actitud adecuada, el estrés también produce sentimientos positivos de emoción, realización, significado, satisfacción y bienestar. El estrés también puede hacer que te sientas seguro de ti mismo con suficiente capacidad y estimulado por un reto que tienes delante.
La principal diferencia entre estos dos estados suele ser (no siempre) nuestra percepción del estrés. Si, como suele ocurrir, percibimos el estrés como algo universalmente negativo, entonces el estrés puede hacer que nos sintamos ansiosos por los efectos negativos acumulativos que el estrés está teniendo en nuestra mente y nuestro cuerpo. En otras palabras, empezamos a sentirnos estresados por nuestro estrés porque no queremos sentirnos estresados; sencillamente porque hemos aprendido que todo estrés es malo y debe evitarse. En este estado, nuestra percepción puede distorsionarse y, por ejemplo, podemos confundir el miedo con la emoción. Los síntomas físicos en el cuerpo son parecidos, pero sufrir o no sufrir dependerá de tu percepción.
El estado químico de nuestro cuerpo afecta directamente a nuestra percepción, por ejemplo, si experimentas un susto mientras conduces, durante unos 10/15 minutos después, notarás que tu percepción del tráfico es más temerosa y conduces con mayor precaución. Una vez eliminadas las sustancias químicas provocadas por miedo, vuelves a tu forma normal de conducir. Cuando tu cuerpo está cargado con las sustancias químicas asociadas a la ansiedad, tu percepción se vuelve más temerosa y ansiosa. Así que cuando nos sentimos estresados por el estrés, nuestra percepción se tiñe más de ansiedad, lo que a su vez significa que somos mucho más propensos a generar ansiedad. La percepción lo es todo.
Por tanto, el estrés no es algo que debamos evitar, sino algo que tenemos que aprender a gestionar sin miedo. Cuando mantenemos nuestros niveles de estrés en el nivel adecuado, el estrés se convierte realmente en nuestro amigo.
Entonces, ¿cómo podemos desarrollar esta actitud? En primer lugar, recuerda que el estrés no es malo, sino que puede ser realmente útil. Aprende cómo se siente en tu cuerpo, observándolo con una actitud de curiosidad abierta, cariño hacia ti mismo y con sentido del humor. Los siguientes consejos pueden ser útiles:
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