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octubre 24, 2024
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Querido lector / a
Quiero compartir una pregunta que un suscritor me ha hecho en mi último video y que suele repetirse muy a menudo, generando confusión y debate:
Pregunta: A efectos prácticos ¿no sería indiferente qué viene primero, si la adicción o la enfermedad/patología? La cuestión es que una persona adicta es un enfermo cuyo cerebro ha sufrido cambios probablemente irreversibles, ¿no?
Mi respuesta:
¡No!
La clave está en el término plasticidad neuronal. «Plástico» significa que no es permanente. En mi libro Cero, Cero, encontrarás un análisis más detallado.
Una persona que ha sufrido un traumatismo craneal severo experimentará cambios patológicos en su cerebro, pero estos no son la causa de la lesión inicial. Cito lo que comenta el profesor de psiquiatría T. Holden a raíz de un estudio publicado en el CMAJ:
“El estudio sobre la neurobiología de la adicción mencionado en el editorial del CMAJ examinó los cerebros de personas con adicción después de que su comportamiento los dañara; los cerebros no fueron analizados en su estado premórbido. Esto es análogo a afirmar que las secuelas de una lesión cerebral traumática fueron en sí mismas la causa de dicha lesión.”
La percepción lo es todo. Sin la percepción correcta, es difícil e incluso imposible tomar decisiones adecuadas. El modelo de la enfermedad propaga la idea de “no elección”, lo cual es beneficioso para la industria del alcohol y la recuperación, pero desastroso para el adicto.
Imagina lo siguiente: un hombre es engañado para entrar en el fango (le dijeron que encontraría mucho dinero ahí y que lo haría irresistible). Casi muere, pero logra salir. ¿Esto le convierte en un «fangólico»? Solo volvería al fango si cree que hay beneficios. Sin embargo, una vez que se da cuenta de que es una estafa, solo siente alivio por haber escapado. El problema aquí no es la enfermedad imaginaria del “fangolismo”, sino la percepción errónea: creer que hay beneficios reales en el fango, combinado con la idea de que tiene una enfermedad llamada “fangolismo” que elimina su libertad de elección. Esto dificulta salir y permanecer fuera del fango. El problema es de percepción, no de enfermedad.
Victor Frankl dijo: “Todo puede serle quitado a un hombre, excepto una cosa – la última de las libertades humanas: elegir la actitud ante cualquier circunstancia, elegir su propio camino.”
La idea de que la adicción es una enfermedad incurable no es científica y complica la posibilidad de liberarse. Andrew J. Vonasch y Co. (2017) destacan que, aunque este mensaje se ha difundido ampliamente entre el público, entre académicos esta visión no es uniformemente aceptada. Una creciente literatura apoya la idea alternativa de que la adicción es principalmente un trastorno de elección (aunque para hacer la elección correcta primero necesitas la percepción adecuada).
Por lo tanto, la creencia resultante puede obstaculizar las capacidades necesarias para curar o superar las adicciones. En su artículo, se presenta evidencia de que tanto los adictos como el público en general creen que la adicción implica una pérdida de autocontrol y de voluntad libre, y que la creencia en la falta de voluntad libre, se asocia con un mayor uso de drogas, menos intentos exitosos de dejarlo y más intentos fallidos de dejar el alcohol y las drogas.
Vi a un hombre con demencia que había dejado de fumar hace años; sin embargo, durante su demencia olvidó esto y volvió a fumar. La demencia no provocó que volviese a fumar (adicción a la nicotina), sino que distorsionó su memoria y su capacidad cognitiva.
No hay duda de que si envenenas tu cerebro repetidamente, eventualmente causarás daños irreversibles que a su vez reducirán tus capacidades vitales de muchas maneras. Esto no es la causa de la adicción, sino el resultado de ella.
¿Te gustaría profundizar más sobre este tema? El 9 de Noviembre estaré impartiendo mi sesión online Resilient Talk donde profundizaré más en detalle sobre este tema. Pronto os compartiremos más información.
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