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EL VACÍO

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Geoffrey Molloy

Una experiencia común con la que me encuentro es la sensación de vacío – la sensación de “Debería haber más” o “me falta algo”; la sensación de “mi vida debería llenarme más, tener más sentido”. Esta sensación de vacío yace detrás de todas las adicciones, el consumismo (otra adicción más); también detrás de las sectas, […]

enero 28, 2020

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

4 comments

Una experiencia común con la que me encuentro es la sensación de vacío – la sensación de “Debería haber más” o “me falta algo”; la sensación de “mi vida debería llenarme más, tener más sentido”.

Esta sensación de vacío yace detrás de todas las adicciones, el consumismo (otra adicción más); también detrás de las sectas, la religión, el tribalismo y la adquisición obsesiva de riqueza y poder. Otra vez se trata del ego hambriento en acción… con sus dientes y sus garras.

Se suele experimentar esta sensación más intensamente en tales condiciones como la ansiedad, la depresión y la soledad.

Pero fíjate, esta sensación no se puede arreglar por la adquisición de cosas. No existe nada fuera de ti que puede cambiar esta sensación verdaderamente – ni cosas materiales, ni relaciones. Lo mejor que puedes esperar es un alivio temporal de los síntomas pero el vacío permanece sin cambiar esencialmente – incluso, empeorará. Tal y como ya comenté, esto es la esencia de la adicción.

Uno de mis clientes lo expresó tan elocuentemente: “Bebo porque me siento vacío pero cuando bebo me siento aún más vacío.” Se podría decir igual de fácilmente, “Me siento vacío así que compro cosas que sé que no necesito; esto me da una sensación corta de alivio pero acabo sintiéndome aún más vacío y repito el ciclo, comprando aún más cosas que sé que no necesito.”

Sin embargo, existen momentos en los que este sentido de vacío desaparece. Nos escapamos de los grilletes. Nos escapamos de la mentalidad consumista. El sentido del ego se disipa. La mente se tranquiliza y nos volvemos plenamente conectados con el momento presente. Todos hemos experimentado tales momentos: en una playa vacía, mirando desde la cima de una montaña, surfeando, esquiando, disfrutando de una vista hermosa; cuando observamos la alegría de un niño pequeño; un beso intenso, un orgasmo, un abrazo cariñoso, el sonido de la lluvia, observando como las hojas tiemblan en la brisa; sentir el sol y el viento en la cara con los ojos cerrados o cuando estas en pleno acto de creación.  En estos momentos hay un alivio bendito, un sentido de integridad, de no necesitar nada más para sentirnos completos porque en ese momento nuestra experiencia es de plenitud y dicha.

Simplemente tenemos que aprender a quitarnos a nosotros mismos del medio para experimentar ese sentido de plenitud y conexión que reside dentro de todos nosotros de manera constante e inmutable. Es nuestro derecho por nacimiento.

Cualquier persona puede aprender a vivir con la mente más feliz y el corazón más feliz. Lo único que se necesita es tener la intención correcta, la percepción correcta y practicar correctamente.

Comentarios de la comunidad

Mireya Ceballos

Gracis Almudena, paz y abrazos.

Mireya Ceballos

Hola Oscar, De acuerdo con lo que escribes, es dificil por la educación no incluye los aspectos más importantes do como encontrar el cielo azul infinito que todos llevamos dentro, ni como encontrar nuestro proposito en la vida. Así que siempre buscamos esas cosas por fuera y nos convertimos en buenos consumidores comodos pero no felices. abrazos

Óscar

Esa sensación de vacío, de falta de aire, de me falta algo, de ¿esto es todo lo que hay?. Intentas llenarlo con comida, o bebida, o apuestas, o sexo, o deportes extremos, pero nada, al final es peor, un alivio que cada vez dura menos. Que difícil es vivir con nosotros mismos, sin prisas, sin ansiedad, estando presente, disfrutando lo que tenemos, sin deseos ni apegos, fluyendo...Esta época que nos a tocado vivir no nos enseña lo esencial, esta sociedad nos está llevando a la desunión con nuestro interior, este consumismo nos está consumiendo. Un abrazo Geoffrey

bidaitxu

Buen texto. Me encanta leerte.

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