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¿QUIÉN SOY?

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Geoffrey Molloy

Hablamos de nuestro sentido de identidad, de quiénes somos. Hablamos de esto como si existiese una especie de entidad concreta permanente – una especie de “mini-yo” algo así como “un homúnculo” – un hombrecillo que existe en algún sitio de este cuerpo, del mío (normalmente en la cabeza) que maneja los mandos. En varias escuelas […]

noviembre 2, 2016

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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quien-soyHablamos de nuestro sentido de identidad, de quiénes somos. Hablamos de esto como si existiese una especie de entidad concreta permanente – una especie de “mini-yo” algo así como “un homúnculo” – un hombrecillo que existe en algún sitio de este cuerpo, del mío (normalmente en la cabeza) que maneja los mandos. En varias escuelas de meditación me han enseñado que nuestros cuerpos físicos no son más que vehículos para un ser espiritual. Lo mejor que se puede decir de esto es que es una idea preciosa pero no para mí. No entraré en los argumentos pro y contra.

Cuanto más practicamos mindfulness, tanto más independientes nos volvemos de nuestros pensamientos; empezamos a ver el ego “en sí” por lo que es: simplemente una colección repetitiva de historias que nos contamos a nosotros mismos sobre nosotros mismos – esa voz frenética, que te juzga, te empuja, te critica, te obliga, te analiza, te planifica, te preocupa, en definitiva una voz compulsiva que conocemos como nuestro parloteo mental.

Por lo contrario cuando permitimos que la mente se tranquilice y se aclare  observamos el espacio entre los pensamientos, encontramos “la consciencia sabia” – algo que no es el ego; es algo diferente; el ego está contenido en ella. Nos damos cuenta de que el parloteo no es más que un cuento bastante distorsionado sobre nosotros mismos. El parloteo es inevitable. Lo que no es inevitable es nuestra respuesta a ello. Mindfulness mejora nuestra conexión con el presente y los hechos (no solo nuestras ideas sobre lo mismo) también abre la puerta al conocimiento, a la visión interior, la flexibilidad de percepción y la posibilidad de elegir una respuesta diferente.

La distorsión en lo que contamos sobre nosotros mismos podría ser algo de poca importancia como por ejemplo la idea de que “no me gustan las pasas”. A muchas personas les asombra descubrir  – cuando comen una pasa con atención plena en todos los sentidos – que las pasas en realidad son deliciosas; todo esto a pesar del hecho de que supieron con certeza absoluta durante los últimos cuarenta años de su vida que odiaban las pasas.

Cuando le pregunto a tal persona “¿Cuándo te diste cuenta por primera vez que no te gustaban las pasas?” no pueden acordarse de cuándo esto ocurrió, ni de dónde vino la idea, ni siquiera de la razón. A pesar de esto aceptamos nuestra creencia sobre las pasas como realidad en vez de verlo por lo que es: simplemente una idea, un pensamiento.

Puede que estés pensando, “mis creencias sobre las pasas no son especialmente críticas a la calidad de mi vida.” Pero piensa en otras ideas, creencias que tenemos: por ejemplo, “soy defectuoso, no soy lo suficientemente bueno/a; no merezco que me quieran, tengo las manos feas, nunca encontraré pareja; las cosas buenas que ocurren en mi vida se deben a la suerte; las cosas malas son culpa mía”. Aún peor es que creemos tales cosas sin cuestionar tales creencias, lo que puede tener un impacto profundamente negativo en nuestras vidas.

He escrito anteriormente sobre héroes y víctimas. La diferencia entre uno y otro es su historia, su parloteo mental sobre sí mismos y por supuesto, el mundo, lo que afecta profundamente a sus acciones.

Nos olvidamos de que proyectamos nuestros pensamientos en la pantalla de nuestra mente, algo como una película en el cine. Esta película tiene la característica de ser la película más fascinante de todos los tiempos. El título de esta película es: “Mi Vida – lo que me ha ocurrido (y quién tiene la culpa y lo que significa) y qué es lo que me va a ocurrir (qué cosa horrible podría ir mal).” Nos olvidamos de que lo que estamos mirando es simplemente la proyección de nuestros pensamientos en nuestra pantalla mental, una película, algo que hemos inventado. En vez de esto, respondemos como si fuese real y por tanto respondemos generando pensamientos sobre nuestros pensamientos perdiéndonos en nuestras reacciones emocionales a nuestras emociones.

Así que ¿qué podemos hacer? Recomiendo que aprendamos “Mindfulness” y las prácticas que lo acompañan. En esencia el proceso es el siguiente:

  1. Reconoce la voz en tu mente. (Simplemente pensamientos – no la realidad).
  2. Apunta lo que la voz está diciendo. (Fíjate en su naturaleza repetitiva independientemente de la situación).
  3. Evalúa si esta historia te apoya en tu camino; si refleja la realidad o no. Pregunta si te ayuda en tu vida.
  4. Escribe una historia diferente.
  5. Empieza a contarte la nueva historia.

Mindfulness proporciona una plataforma más estable para dar estos pasos.

Comentarios de la comunidad

Monica

Coincido en el contenido del mensaje que me enviaron. Muchas gracias

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