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¿Quién manda? ¿Tú o tus pensamientos?

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Geoffrey Molloy

Hace unos días en una empresa en la que Geoffrey estaba impartiendo su programa sobre Mindfulness, un señor  hizo el siguiente comentario al terminar la jornada: «¿Tú sabes la liberación que me ha dado darme cuenta de que mis pensamientos no son necesariamente la verdad?» Yo, Rhea, comparto mi experiencia personal: Durante años me identificaba totalmente […]

marzo 1, 2017

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Hace unos días en una empresa en la que Geoffrey estaba impartiendo su programa sobre Mindfulness, un señor  hizo el siguiente comentario al terminar la jornada:

«¿Tú sabes la liberación que me ha dado darme cuenta de que mis pensamientos no son necesariamente la verdad?»

Yo, Rhea, comparto mi experiencia personal: Durante años me identificaba totalmente con mis pensamientos: un pensamiento triste… y estaba triste todo el día; un pensamiento negativo – negativa todo el día… Y ¡Uf! un pensamiento ansioso – ¡un nudo de ansiedad durante años!

Desde que me he dado cuenta de que no soy mis pensamientos, navego bastante más serenamente por la vida. Compartimos aquí un artículo que Geoffrey escribió hace unos años:…

Nuestros pensamientos salen disparados de nuestras mentes como las balas de una pistola – duras, brillantes y letales. Lo que les hace letales es que los tratamos como si fuesen reales, como si reflejasen la verdad. ¿Alguien te ha dicho en alguna ocasión con tono de absoluta certeza, “Creo que es obvio que…”, como si fuera un hecho y no sólo un pensamiento?

Necesitamos cuestionar esta reverencia automática hacia nuestros pensamientos. Otorgamos tanto honor e importancia a nuestros pensamientos que podríamos incluso imaginar que son muy sabios. Pero, ¿te has dado cuenta lo diferentes que son cuando tu humor cambia? Esta semana me atacas y me criticas con tus pensamientos cuando justo la semana pasada me alababas y fuiste cariñoso conmigo en tus pensamientos. Sin embargo, nada ha cambiado, sólo tus sentimientos  y por tanto, tus pensamientos.

En vez de emplear nuestras mentes para racionalizar y justificar nuestros sentimientos, concediendo a nuestros pensamientos una importancia grandiosa en el momento, deberíamos distanciarnos un poco y observarlos. Entonces los veremos por lo que verdaderamente son: eventos insustanciales que surgen al azar hasta que eventualmente nos cansamos de ellos y pierden su poder sobre nosotros.

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