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¿Qué está golpeando y gritando en tu puerta?

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Geoffrey Molloy

Había pensado en escribir algo sobre cómo mantenernos en nuestro sano juicio durante este estado de alarma COVID-19 pero parece que mires donde mires, hay algo sobre Coronavirus y la mayor parte de las noticias no son buenas. El hecho es que raramente vivimos despiertos. Generalmente vivimos en piloto automático – primero – nuestra percepción […]

marzo 25, 2020

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Había pensado en escribir algo sobre cómo mantenernos en nuestro sano juicio durante este estado de alarma COVID-19 pero parece que mires donde mires, hay algo sobre Coronavirus y la mayor parte de las noticias no son buenas.

El hecho es que raramente vivimos despiertos. Generalmente vivimos en piloto automático – primero – nuestra percepción “piloto automático” seguida por la reacción “piloto automático”. Cuando vivimos así – y la mayoría de nosotros vivimos así – naturalmente y nada sorprendente nos encontramos repetidamente en un sitio donde preferiríamos no estar.

Esto es especialmente el caso cuando se trata de sentimientos desagradables. Llegan golpeando en nuestra puerta, gritando para conseguir nuestra atención. Sin embargo, tenemos práctica en ignorar tanto grito y golpeo: nuestra espalda y hombros se tensan, fruncimos el ceño en el esfuerzo de seguir como si nada estuviese ahí. Nos distraemos con nuestras distracciones “piloto automático”. Nos mantenemos muy ocupados.

Esto es lo que hace que el aislamiento sea tan incómodo; muchas de nuestras distracciones habituales ya no están disponibles para nosotros; nuestra tensión aumenta.

En algún nivel nos hemos convencido de que si rechazamos nuestras emociones y sentimientos, esto significa que los estamos gestionando. Pero, ¿cómo podemos gestionar algo que ni siquiera estamos dispuestos a contemplar, algo que tememos y que rechazamos automáticamente? Confundimos nuestro miedo al sentimiento con el sentimiento en sí. De hecho, sentimos el miedo del miedo al sentimiento. La emoción o el sentimiento que está golpeando y gritando para conseguir tu atención, simplemente quieren que le abras la puerta para que lo puedas entender.

Así que si apartamos nuestro juicio y abrimos la puerta con una actitud de curiosidad abierta y un sentido de cariño hacia nosotros mismos y simplemente “estamos” con ello, convivimos con ello – tal vez tomemos un té juntos – empezamos a transformar nuestra relación con el sentimiento. El entendimiento reemplaza al miedo. Lo que es más, los golpes y gritos paran.

El entendimiento se convierte en conocimiento y con el tiempo, esto se convierte en sabiduría.

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