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Geoffrey Molloy
La noticia en la que sale un político, una persona con un puesto responsable o un famoso pillado con tasas elevadas en un control de alcoholemia es tan común hoy en día que simplemente nos encogemos de hombros y no pensamos en lo que está ocurriendo de verdad. Piensa por un momento… una persona está […]
abril 22, 2014
Alcohol independiente, Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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La noticia en la que sale un político, una persona con un puesto responsable o un famoso pillado con tasas elevadas en un control de alcoholemia es tan común hoy en día que simplemente nos encogemos de hombros y no pensamos en lo que está ocurriendo de verdad. Piensa por un momento… una persona está dispuesta a poner en peligro el trabajo de su vida, su reputación, su familia… ¿Por qué?… ¿Sólo por una copa más?
Todos sabemos que esto sólo es la punta del iceberg. La mayoría de nosotros conocemos a alguien – un amigo, un compañero de trabajo, un vecino o un familiar que lleva muchos años conduciendo por encima del límite de alcohol; es sólo que no le han pillado.
Las personas pilladas en tales controles de alcoholemia en vez de cuestionar su relación con el alcohol tienden a restarle importancia al peligro que suponen a ellos mismos y al resto de ciudadanos. Creen que el beber en sí mismo no es para tanto; simplemente han sido poco afortunados al haber sido parados ese día.
Incluso si alguien muere o le cambia la vida para siempre por culpa de un conductor bajo los efectos del alcohol, no hay un gran clamor en contra, ningún cambio real a la hora de aplicar la ley. Puede que la noticia capte nuestra atención durante 30 segundos (algo más si se trata de algún famoso). Entonces le damos otro trago a nuestra cerveza o copa de vino y nos olvidamos del tema.
Quiero pedirte que sólo por un minuto des un paso fuera de tu manera habitual de pensar sobre el alcohol y te preguntes, “¿Qué está pasando? ¿Por qué se tiende a hacer la “vista gorda”? ¿Qué es lo que nos impide hacer algo al respecto?” En caso de familiares o compañeros de trabajo, puede que les preocupe herir sensibilidades, empeorar la situación; o esperan que el problema desaparezca mágicamente…
En el caso de la persona con el problema muchas veces es por miedo a vivir sin el: “¿Cómo voy a pasarlo bien en una situación social sin beber?” ¿Una pierna de cordero sin mi tinto? ¿Qué dices?” “La bebida forma parte hasta de mi trabajo.” “¿Cómo voy a relajarme?” “Lo estoy pasando mal en estos momentos y me tranquiliza.“ “¿Cómo voy a dormir?” “¿Qué voy a decir a mis amigos?”
Muchas veces es porque la persona teme que si reconoce tener un problema le van a ver como “alcohólico” que padece de alcoholismo con todo el estigma social asociado a esto.
Esto es triste ya que en la realidad no existe tal cosa como un “alcohólico” ni la enfermedad “alcoholismo” pero sí, existen muchos adictos al alcohol – la mayoría de los bebedores habituales – independientemente de su profesión o ‘estatus’. El uso de los términos equivocados “alcohólico” y “alcoholismo” y el estigma social asociado a ellos, causan mucho daño y ayudan a pocos.
Si vamos a cambiar algo, tenemos que replantearnos cómo vemos el alcohol y la adicción al alcohol – darnos cuenta de que la adicción al alcohol (no el alcoholismo) está mucho más extendida de lo que nos gustaría creer.
El alcohol es una droga adictiva como cualquier otra droga adictiva pero por su consumo tan extenso, y el lavado de cerebro asociado tan aceptado, es difícil ver la realidad. Existe en nuestra sociedad la idea errónea de que hay dos tipos de consumidores de alcohol: los bebedores “normales” de alcohol y los bebedores “con un problema” – es decir, alcohólicos. Imagina aplicar estas categorías a otras drogas: estaríamos hablando de fumadores “normales” y “nicotinólicos” y de heroinómanos “normales” y “heroinólicos”. Debido a este paradigma nos encontramos ante la paradoja de que algunas veces las personas que definen y tratan el “alcoholismo” son ellas mismas consumidores habituales y por tanto adictos al alcohol.”
Irónicamente, si una persona no toma alcohol podría ser percibida por los demás como una persona que tiene “problemas” con el alcohol y sin embargo, la persona que toma (incluso demasiado) alcohol está percibida como normal. Piénsalo por un momento – ¿Cómo es posible tener un problema con el alcohol si no bebo alcohol? El hecho es que no consumo heroína ni nicotina pero ¿qué significa esto? ¿Que tengo un problema con la heroína y la nicotina? ¡Claro que no! Esto demuestra el poder del lavado de cerebro.
El alcohol tiene un efecto negativo importante en todos los niveles de la sociedad. Se requiere verdadero valor y compromiso para ir en contra del flujo “borrego”, para despertarse del lavado de cerebro de la industria. A las personas que sí consiguen despertarse y quieren liberarse, se les debería felicitar. En vez de esto se ven cara a cara con un modelo de adicción que de una manera errónea y estúpida les estigmatiza. El tratamiento que se les ofrece es inefectivo en la mayoría de los casos (porque está basado en un modelo erróneo del problema). Lo que es más, muchas de las personas responsables de tales programas también son adictos al alcohol.
Sin embargo, una vez una persona aprenda un modelo diferente y recibe una explicación en cuanto a la verdadera naturaleza de la adicción al alcohol y la manipulación mental asociada, puede liberarse fácilmente sin echarlo de menos.
Mientras tanto, la industria del alcohol se va riendo de camino al banco.
</> with <3 by Latte
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