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PLENA ATENCIÓN EN EL PRESENTE – TU HERRAMIENTA MÁS IMPORTANTE PARA PODER CAMBIAR

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Geoffrey Molloy

Todos tenemos aspectos de nosotros mismos que nos gustaría cambiar. Para algunos de nosotros podría tratarse sólo de perder un par de kilos o cambiar algún otro aspecto de nuestro cuerpo. Podría tratarse de nuestro comportamiento, por ejemplo, no chillar tanto a los niños o ser más bondadoso con nuestra pareja. Podría tratarse de sentirnos […]

junio 19, 2013

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Todos tenemos aspectos de nosotros mismos que nos gustaría cambiar. Para algunos de nosotros podría tratarse sólo de perder un par de kilos o cambiar algún otro aspecto de nuestro cuerpo. Podría tratarse de nuestro comportamiento, por ejemplo, no chillar tanto a los niños o ser más bondadoso con nuestra pareja. Podría tratarse de sentirnos menos ansiosos. Algunas personas me han indicado que les gustaría sencillamente tener una vida “normal” – aunque no existe tal cosa como una vida “normal”.

Algunos de estos cambios deseados podrían parecer obviamente beneficiosos. Con otros cambios que deseamos, los beneficios no son tan claros; ni siquiera tenemos verdaderamente claro de dónde originaron estos deseos, de cómo entraron en nuestras mentes. Pasamos nuestras vidas intentando y esperando ser buenos pero sospechando todo el tiempo que somos malos. Todo lo que sabemos es que no estamos contentos con nosotros mismos tal como somos.

Sea lo que sea el cambio que deseamos – sentirnos menos ansiosos, ser más bondadosos, más pacientes o mejorar nuestra concentración – intentamos conseguir este cambio esforzándonos más a cambiar. Sin embargo, el hecho es que no podemos conseguir un cambio profundo y duradero si nos forzamos a hacerlos o si hacemos caso omiso de o rechazamos quienes somos – imponiendo el cambio a través de la fuerza de voluntad.

La respuesta normal a un aspecto de nosotros mismos que no nos gusta y que nos da vergüenza es rechazarlo, enterrarlo lo más rápido posible; hacer otra cosa nos hace sentir demasiado incómodos, incluso nos duele. Nuestras mentes están acostumbradas a rechazar aquellos aspectos que percibimos como amenazantes, indeseables o que simplemente nos hacen sentirnos incómodos. Pero en el mismísimo momento en que rechazamos o enterramos un aspecto de nosotros mismos que no nos gusta, hemos cerrado la puerta a cualquier oportunidad para  un verdadero cambio.

Para que cualquier cambio tenga la posibilidad de ser profundo y duradero, el primer paso es aceptar quienes somos. Es imposible aceptar quienes somos sin verdaderamente saber quiénes somos. Puede que pienses que he perdido el hilo. Quieres cambiar precisamente porque algo no es aceptable. Quiero decir ¿Por qué quisieras cambiar algún aspecto de ti que  aceptas? A primera vista parece muy lógico ¿verdad?

Aceptar quién eres no significa que apruebes o celebras tu comportamiento; se trata simplemente de ver y reconocer lo que hay, ni más ni menos que esto. Se trata de ser capaz de observarnos a nosotros mismos sin apresurarnos a juzgarnos malamente, hacerlo con una suave curiosidad abierta, con compasión, con humor.

Aquí es donde “mindfulness” – con plena atención en el presente es tan importante.

Hace algunos años tuve que solucionar un problema de fontanería en una casa antigua grande. Cuando entré por primera vez en el cuarto de la caldera, todo lo que pude ver fue la caldera y un entramado complicado de tubería, cuadrante, válvulas y bombas. No había ninguna señalización para indicar las funciones de las piezas. No sabía dónde empezar. Así que decidí tomarme mi tiempo, simplemente sentarme y estudiar lo que había allí. Mientras estaba sentado sin juzgar, sólo observando, poco a poco las cosas se volvían más claras. Empecé a ver dónde se originaron los tubos, a dónde iban y con paciencia y reflexión comprendí suficiente para formar una idea de la función de cada pieza, cómo todo se conectaba y algunas teorías en cuanto a cómo resolver el problema.

Luego, me puse a probar mis teorías. Me complace decir que solucionamos el problema y se restauraron tanto la calefacción como el agua caliente. Imagina que, en vez de pasar mi tiempo en la reflexión e intentar entender el problema, hubiera reaccionado de modo emocional: “estos tubos son preciosos; tienen un brillo muy bonito, voy a intentar hacer algo con ellos.” O “no me gustan aquellos tubos y válvulas; me parece que huelen mal, haré caso omiso de aquellos.” Estoy seguro que estarías de acuerdo que si hubiera adoptado aquella actitud, mis probabilidades de poder ducharme con agua caliente esta noche hubieran sido bastante escasas.

Cada vez que rechazamos parte de nosotros, porque no huele bien, nos hace de turbos incomodos e inmediatamente reducimos las probabilidades de tener éxito. De hecho, no sólo nos condenamos al fracaso, sino que también a tener ansiedad y frustración cuando, por mucho que nos esforcemos, no podemos conseguir el cambio que deseamos.

El hecho es que aquellas facetas/aspectos “malolientes”, los aspectos que no te gustan probablemente son los aspectos más útiles. Son parte de nosotros.

Si tan sólo pudiésemos tomar un tiempo para aprender a prestar nuestra atención en el presente y observar lo que está ahí con humor, curiosidad  y cariño, entonces nos volvemos conscientes de cómo  funciona las conexiones entre nuestros pensamientos, humores y emociones. Así que empezamos a despertarnos y al tomar consciencia nos viene la elección. Nuestro pasado ya no necesita ser nuestro futuro.

Nunca ha sido más importante para nosotros a nivel individual o como especie despertarnos y poder observar. Estamos bombardeados de información más que nunca por mensajes ingeniosamente diseñados que nos hacen querer cosas que no necesitamos, ser infelices con quienes somos – una presión constante de ser buenos consumidores.

El mundo seductor ofrecido es como un sueño que nos mantiene distraídos de lo que es verdaderamente importante. El precio de vivir así es nuestra vitalidad, la riqueza del aquí y ahora.

Lo que necesitamos es cambiar a vivir con “mindfulness” – plena atención en el presente, para nosotros y para nuestros hijos. Todos tenemos la capacidad de ser “mindful”, de observar, ver lo que está a nuestro alrededor para experimentar la intensidad y la riqueza del aquí y ahora. Sólo necesitamos molestarnos.

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