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julio 16, 2015
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Tal como escribí en otro post: “el sufrimiento está causado por pensar demasiado”.
En otras palabras sufres cuando te vuelves perdido en tus pensamientos sobre tus pensamientos; cuando sufres reacciones emocionales sobre tus emociones. El sufrimiento ocurre cuando confundes tus pensamientos sobre cosas con las cosas en sí.
Es esencial que entiendas que no puedes experimentar el mundo a través de tu mente racional; sólo puedes experimentar tus pensamientos sobre tus conceptos de la realidad. Tu mente racional esencialmente es una herramienta para resolver problemas.
En esencia, tu mente racional se ocupa de lo siguiente: “dónde quiero estar” (muchas veces “dónde debería de estar” o “dónde podría estar”) en comparación con “dónde estoy ahora mismo” y “¿qué es lo que tengo que hacer para llegar desde aquí hasta ahí?” Tu mente racional sólo puede tratar ideas/conceptos sobre la realidad y no sobre la realidad en sí. Nuestros pensamientos forman un velo entre nosotros y la realidad.
Piensa en ello de la siguiente manera: Imagina que tienes una empresa que se especializa en la fabricación y comercialización de sofás. Tienes varias fábricas en las que fabricas muchos modelos diferentes de sofá. También tienes una tienda con sala de exposición/escaparate y un almacén. También muchos sofás se trasladan entre la fábrica y la tienda y entre la tienda y el cliente. Para gestionar todo esto una hoja “Excel” sería útil. La hoja excel contendría símbolos que representan sofás. En ningún momento creerías que tus sofás estuviesen dentro del ordenador; entiendes perfectamente que los símbolos en tu pantalla son simplemente representaciones y no los sofás en sí. Claramente son cosas completamente diferentes.
Pero en nuestras vidas cotidianas sí, confundimos las cosas con nuestros pensamientos sobre las cosa.
Imagina la siguiente situación: Estás paseando por tu barrio y ves a un buen amigo con quien no has hablado durante bastante tiempo. Saludas a tu amigo con alegría. Tu amigo te mira directamente pero te ignora totalmente. ¿Qué pensarías? ¿Cómo responderías? Probablemente esto dependiese del humor que tienes en ese momento. Si te sientes feliz y positivo, puede que pienses algo como, “siempre anda despistado” o “la próxima vez que la vea, le compraré unas gafas” (en plan broma). Puede que grites, “!oye ciego/a!” Puede que te parezca divertido tener a un amigo tan despistado. Ahora imagina que esto te ocurre en un día malo. Puede que pienses ansiosamente, “¡O no! ¿Qué he hecho?” Puede que luego pienses, “He perdido otro amigo” y luego empieces a pensar en todas las otras amistades que has perdido en tu vida. Puede que empieces a criticarte a ti mismo por no ser un amigo suficientemente bueno o puede que empieces a estar enfadado, sentirte triste, solo o no querido. Si te sientes especialmente creativo, puede que empieces a sentir pánico imaginándote a ti mismo, viejo y muriéndote solo en la calle, sin amigos, bebiendo de un tetrabrik de vino tinto.
Así que ¿Cuál es correcto? El hecho es que no sabes cuál es el correcto; no es más que una historia, una narrativa que cuentas tú en tu mente sobre la situación, sobre tu vida. Pero la narrativa no es más que esto – una historia: simplemente una tentativa de explicar lo que vemos. Nos perdemos tanto en nuestras historias; nos parecen tan reales, incluso más reales que la realidad en sí. Nuestros cuerpos responden a esta narrativa; sentimos ansiedad en nuestros cuerpos y esta emoción genera aún más pensamientos ansiosos. Y así se sigue: pensamiento–cuerpo; cuerpo- sentimientos; sentimientos–aún más pensamientos, etc. Puede que reconozcas que te estás perdiendo en pensamientos ansiosos e intentas obligarte a ti mismo a dejar de pensar pero esto sólo empeora las cosas y ahora te encuentras pensando obsesivamente sobre cómo dejar de pensar obsesivamente.
Si te encuentras en esta situación alguna vez, perdido en pensar obsesivamente, simplemente trae a ti mismo al momento presente a través de tus sentidos y tu respiración. No intentes dejar de pensar, ni sentirte mejor. Sino, con un sentido de curiosidad abierta y cariño, presta tu atención plenamente a tu respiración; al movimiento del aire a través de tu nariz, la subida y bajada de tu abdomen. Verdaderamente fíjate en las sensaciones en tu cuerpo cuando respiras. Recuerda, no estás intentando lograr nada; simplemente observa tu respiración directamente. Luego puedes intentar ampliar tu atención para incluir los ruidos de tu alrededor: el sol en tu cara, la brisa en tu piel. Experimenta todo directamente a través de tus sentidos. Si encuentras que estás pensando, suavemente devuelve tu atención a las sensaciones en el presente. Métete en el aquí y el ahora.
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Comentarios de la comunidad
monica
exelente desplazamiento filosofico que , con exactitud, explica los desvarios a los que nosotros podemos llevar a nuestra mente de forma continua creando ansiedad y hasta enfermedades por no poder detenernos a tiempo, mis felicitaciones