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Geoffrey Molloy
Olvídate de cultivar la felicidad; en su lugar, cultiva la paz. La paz, como el cielo, siempre está ahí. Practica mindfulness.
febrero 11, 2025
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Aferrarse a la felicidad es como intentar agarrar un río que fluye rápidamente; por mucho que lo intentes, lo único que consigues son unas manos frías, húmedas y vacías. Cuando perseguimos la felicidad, estamos hipotecando cualquier posibilidad de tener paz y felicidad en el momento presente por alguna fantasía de tener felicidad en el futuro. En otras palabras, la búsqueda de la felicidad futura nos aleja del único momento en el que podemos experimentar la felicidad: aquí y ahora.
Una característica clave de la depresión es el pensamiento egocéntrico: mi sufrimiento, mi tristeza, mi culpa, mis errores. Un aspecto clave de la depresión es perderse por completo en un «universo centrado en mí». Una de las mejores maneras de salir de este ciclo depresivo es dejar de centrarnos en los pensamientos compulsivos sobre nuestro propio sufrimiento y, en su lugar, dirigir nuestra atención, nuestros pensamientos y esfuerzos hacia la felicidad y el bienestar de los demás.
Olvídate de cultivar la felicidad; en su lugar, cultiva la paz. Por paz me refiero a ese espacio infinito de conciencia amorosa que todos tenemos dentro de nosotros. Una vez que eliminamos el apego, la aversión y el drama del ego, descubrimos lo que siempre está ahí: la conciencia amorosa infinita. Tu paz es lo suficientemente grande como para contener tu tristeza, tu dolor o cualquier otro sentimiento que pueda surgir.
Tu paz es el infinito cielo azul claro; todo lo demás son simplemente nubes, el cambio de tiempo que va y viene. La paz, como el cielo, siempre está ahí.
Cultivar la paz es simplemente aprender a quitarte del medio para descubrir tu verdadera naturaleza.
Cuando dirigimos nuestra atención al bienestar de los demás, practicamos:
Metta: un fuerte deseo de bienestar y felicidad para los demás, desprovisto de interés propio.
Karuna: la perfecta virtud de la compasión, destinada a aliviar el sufrimiento y fomentar la interconexión y la acción positiva para todos los seres.
Mudita: alegría compasiva o desinteresada, que es el placer que uno siente por la buena fortuna, los logros o el éxito de otro.
Basamos estas prácticas en la práctica del mindfulness, que a su vez da lugar a la ecuanimidad (upekkha).
Cuando llevamos estas prácticas a nuestras vidas, estamos practicando lo que yo llamo “egoísmo iluminado”: entendemos la profunda interconexión de todos los seres y todas las cosas.
Una parte vital de esto es cuidarnos con cariño, con amor, con aceptación y con compasión. Hacemos esto cultivando la paz, no la felicidad.
Este escrito nace en respuesta a una historia maravillosa que nos compartió José Carlos, te la compartimos a continuación.
“Un profesor dio un globo a cada estudiante, que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo en el pasillo. El profesor entonces mezcló todos los globos. A los estudiantes se les dio 5 minutos para encontrar su propio globo.
A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo. En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregasen a la persona cuyo nombre estaba escrito en él.
En 5 minutos cada uno tenía su propio globo…
El profesor dijo a los estudiantes: «Estos globos son como la felicidad. Nunca lo encontraremos si todo el mundo está buscando los suyos. Pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás, también encontraremos la nuestra».
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Comentarios de la comunidad
JOAN ANTON MUÑOZ
Muy bien... me ha gustado mucho Saludos