alert title

alert text

Ofenderse es una elección

Foto destacada de la publicación

Geoffrey Molloy

Ofenderse es una elección. No podemos evitar a las personas desconsideradas o combativas, pero podemos elegir cómo responder.

octubre 4, 2022

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

no comments

Todos los días la vida nos presenta muchas oportunidades para ofendernos.

Hay un proverbio swahili:

«La persona que tira la piedra se olvida rápidamente, pero la persona que recibe el golpe en la cabeza se acuerda para siempre».

Sentirse ofendido está profundamente relacionado con el ego; su necesidad de tener razón y la energía que libera, y cómo, de forma inútil y dañina, nos hace «sentir bien».  Sacrificamos nuestra inestimable sensación de paz por el inútil y vacío adorno de tener razón.

Sentirse ofendido se ha convertido para muchos en una forma de vida, especialmente en Internet. Parece que hoy en día, independientemente de lo que se diga, siempre hay alguien que gritará lo ofendido que se siente. Reflexiona por un momento: es imposible vivir en una sociedad relativamente libre sin experimentar los puntos de vista que chocarán con los nuestros. Una sociedad libre protege nuestro derecho a la libertad de expresión, que inevitablemente a veces ofenderá. La libertad de pensamiento también nos da el derecho a elegir si nos ofendemos o no. Permitir la ofensa es una parte vital de una democracia libre y funcional. Vivir en una democracia y exigir que nunca nos ofendan es francamente absurdo.

Éste es el punto crítico: ofenderse es una elección. No podemos evitar a las personas desconsideradas o combativas, pero podemos elegir cómo responder; podemos elegir si nos ofendemos o no.

Los ejemplos de ofensas extremas y sus consecuencias extremas están ahí en las noticias: las mujeres iraníes o afganas asesinadas o torturadas por la ofensa de no cubrirse el pelo, o simplemente por buscar una educación. Esta forma extrema de ofenderse aparece en todas las religiones, cuando tienen un gran poder.

Por eso es tan importante la presencia mindful en tu vida; te da el espacio para elegir una respuesta que se ajuste a tus valores, en lugar de reaccionar simplemente de forma inconsciente en modo de piloto automático. El mundo está lleno de personas que lanzan sus flechas de ofensa desde su arco de ira, dolor o impotencia. Ofenderse es más bien como encontrar la flecha en el suelo y apuñalarse con ella en el pecho; luego culpar a la otra persona. Todo ello es bastante inútil.

Hace muchos años trabajé con un tipo al que inicialmente admiraba. Sentí que colaborando podríamos alcanzar algunos objetivos que valían la pena, pero su costumbre de ofenderse y enfadarse por las cosas más insignificantes y sorprendentes me hizo alejarme de él. La influencia inicial que tenía sobre mí desapareció. Éste es el otro aspecto del sentimiento de ofensa: pierdes cualquier influencia que pudieras tener. Sentirse ofendido nos da la ilusión de poder, mientras que en realidad lo reduce.

Lo más importante en mi vida es la paz en mi corazón. Intento no permitir que los encuentros fortuitos con, por ejemplo, personas maleducadas, me quiten la paz.

Una persona que se ofende con frecuencia es una persona permanentemente enfadada. Este es un estado terrible en el que estar. Todos queremos ser felices y evitar el sufrimiento. Estar enfadado es lo contrario a esto. Es un estado triste que merece nuestra compasión.

A lo largo de los años, Rhea y yo tenemos tres frases que utilizamos para recordarnos que no debemos ofendernos.

1. Elijo no ofenderme: Esto parece obvio, pero sirve para recordar que ofenderse es una elección. La persona que tienes delante en este momento puede ser ofensiva. Tu respuesta es siempre tu elección.

2. Lo que los demás piensen de mí no es asunto mío: Mi experiencia en la vida es que siempre habrá una minoría que va a pensar que eres genial; otra minoría que siempre pensará que eres un mierda. Al resto (la mayoría) simplemente le da igual. Si alguien intenta perjudicarte seriamente, debes tomar medidas para defenderte; pero este proceso no tiene por qué incluir un sentimiento de ofensa.

3. Nadie tiene la obligación de ajustarse a mis expectativas: La ofensa crece en el espacio entre lo que esperamos y lo que ocurre. Cuando nos sentimos ofendidos, lo que realmente estamos diciendo es: «Esa persona no se ha comportado como yo creo que debería hacerlo; por tanto, me siento ofendido».

      Recuerda que sentirse ofendido es tu elección. Entre el acontecimiento y la respuesta siempre hay un momento de elección.

Me despido con estas palabras de Viktor Frankl:

«A un hombre se le puede quitar todo menos una cosa – la última de las libertades humanas: elegir su actitud en cualquier conjunto de circunstancias, elegir su propio camino».

– Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido.

Comentarios de la comunidad

No comments found.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Enviar

</> with <3 by Latte