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NUESTRA MEDIA NARANJA

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Geoffrey Molloy

Uno de los temas que surge con frecuencia son las relaciones, sobre todo la relación con nuestra pareja. Para muchos de nosotros es la relación más importante que tenemos o que tendremos en nuestras vidas. Aunque no pretendo ser experto, sí puedo decir que mi esposa y yo disfrutamos de un matrimonio muy fuerte y que después […]

octubre 22, 2015

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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medianaranjaUno de los temas que surge con frecuencia son las relaciones, sobre todo la relación con nuestra pareja. Para muchos de nosotros es la relación más importante que tenemos o que tendremos en nuestras vidas. Aunque no pretendo ser experto, sí puedo decir que mi esposa y yo disfrutamos de un matrimonio muy fuerte y que después de casi veinte años estamos más enamorados ahora que nunca.

Poniendo las cartas sobre la mesa, he “fracasado” en el matrimonio anteriormente. Pongo la palabra fracasado entre comillas porque ninguna experiencia es un fracaso si hemos podido aprender de ella. Es gracias al aprendizaje de errores del pasado que nuestro matrimonio funciona.

Un cliente, recién casado, me preguntó qué consejo le podría dar.

En general: Estar enamorado o querer a alguien son cosas diferentes. Estar enamorado es un sentimiento maravilloso pero es algo como el molde que podrías emplear para elaborar una gelatina; mantiene todo junto mientras se cuaja, se solidifica y es capaz de sostenerse. Cuando quitas el molde es cuando el verdadero esfuerzo comienza.

Otro cliente me dijo que ya no quería a su esposa. Me lo dijo como si fuera algo que ocurrió tal cual, como si él no desempeñara ningún papel en nada de esto. Le dije: “Pues, ¡ámala!” Amar es un verbo. Es algo que haces. No es algo que sólo ocurra. Si quieres que tu relación sea feliz, si quieres querer y sentirte querido, sé proactivo.

Imagina que un día mientras paseas ves un ficus precioso. Inmediatamente te cautiva. Tienes que poseerlo sin falta, te encanta, es superior a ti pero no paras de pensar en lo hermoso que es, la forma, las flores, su perfume fantástico. Hablas con el dueño que te explica que efectivamente es una planta preciosa pero que para que prospere necesita atención y cuidado constante. Después de una negociación, logras comprarlo y lo llevas a casa. Eres tan feliz. Cuando tus amigos visitan, orgullosamente les enseñas tu nueva planta tan hermosa. Sin embargo, la vida sigue y entre una cosa y otra te encuentras enredado en tus muchas tareas y distracciones diarias. Poco a poco dedicas menos y menos tiempo a la planta y con esta atención disminuida los bordes de las hojas empiezan a amarillearse. Ya no parece tan bonita, así que la cambias de lugar; la tenías en la entrada de tu casa, ahora la guardas en el aseo. Ahora, la planta no sólo se ha amarilleado, sino que además sus hojas se cubren de polvo y parece aún menos atractiva. Casi no te fijas en ella y cuando te fijas es sólo para preguntarte qué ocurrió, por qué tu planta ya no es tan atractiva; ya no entiendes cómo te atrajo en primer lugar. Incluso te quejas de ella a tus amigos diciendo: “Ya no es lo mismo que era antes”. Eventualmente lo cambias por otro ficus.

Es tan fácil tratar la relación con tu pareja de la misma manera: entusiasta en los comienzos pero poco a poco dejamos de nutrir la relación, dejamos de dedicarle nuestro tiempo, nuestra atención y nuestro cuidado.Sin nuestro esfuerzo proactivo, la relación deja de parecer tan especial. Damos por sentado todas aquellas cosas buenas en nuestra relación. Perdemos el sentido de estar maravillados y el sentido de aprecio de que alguien nos quiera, empezando a fijarnos en las cosas que no están bien. Puede que empecemos a quejarnos. Vemos lo que está ocurriendo pero no queremos asumir la responsabilidad.

A continuación algunas ideas que funcionan en mi experiencia:

  1. Sé agradecido: La realidad es que no podemos obligar a la vida que nos trate de modo “justo”;tampoco podemos obligar a otro a que nos quiera. Esto significa que cuando alguien, por su propia voluntad, nos quiere, es un gran regalo. Desafortunadamente en nuestra sociedad damos más importancia a la autoestima que a la autocompasión. Mientras todos tenemos el mismo derecho de ser queridos y de ser felices, muchos caemos en la trampa de pensar que: “Merezco que me quieran, por supuesto esta persona me quiere porque soy adorable, merezco ser querido, es mi “derecho”.” El amor es un regalo que debería ser siempre apreciado. Así que aprécia a tu pareja y díselo muy a menudo, mejor aún demuestra tu aprecio con cariño y con pequeños detalles considerados. El aprecio crea la bondad. El maravilloso aspecto de ser agradecido es que puedes experimentar sentirte amado. Si sientes que es tu derecho, entonces cualquier “cantidad” de amor rápidamente lo damos por sentado.
  2. Sé juguetón y ríete: Ser juguetón con ternura y cariño nos acerca y ayuda a aliviar el estrés.También nos ayuda a no tomarnos demasiado en serio. No existe ningún lado negativo cuando nos reímos o somos juguetones. Además de los maravillosos beneficios para tu sistema inmunológico, tensión arterial, creatividad, esto mejora el flujo sanguíneo, lo que te ayuda a parecer más jóven.
  3. Elegir frente a necesitar: El hecho es que por mucho que queramos, apreciemos y deseemos a nuestra pareja, no la necesitamos de la misma manera que necesitamos el aire, el agua y la comida. Si estamos con alguien, es porque lo elegimos. Si sientes que necesitas a una persona, entonces no es tu elección; tienes que estar con ella porque la necesitas (y esto nos lleva fácilmente a sentir que necesitamos poseer a la persona). Desde la posición de “no elección”, sólo queda un pequeño paso al resentimiento. El resentimiento es veneno y significa que no estás asumiendo la responsabilidad. Elegir significa que reconoces que “ahí fuera” existe la posibilidad de tener una relación con otra persona, pero tú eliges estar con la persona con quien quieres estar.
  4. Ser feliz frente a tener razón: La testarudez mata. El matrimonio no es una batalla en la cual una persona trabaja constantemente para dominar a la otra y salirse con la suya. No se trata de “ganar y perder”, sino de “ganar y ganar”. Muchos de los puntos de vista en los cuales nos agarramos no son más que ideas y prejuicios que se han transmitido de nuestros padres, pueblo, amigos, etc. Muchas de las cosas que aceptamos sin cuestión no son más que opiniones. Incluso si crees que tienes razón pregúntate: “¿Merece la pena? ¿Qué prefiero? ¿Tener razón o ser feliz? Busca primero entender y luego ser ententido.
  5. Espacio y Aceptación: A veces las emociones/los sentimientos o el humor de tu pareja no son lo que tú consideraras correctos. Recuerda, tú no eres responsable del humor ni de los sentimientos de tu pareja. Cada uno es adulto, cada uno responsable de sus propias emociones. Intentar hacer que tu pareja se sienta cómo tú crees que debería sentirse crea una especie de locura. Tu pareja requiere tu propio espacio para crecer, descubrir y ser quién es. Tu relación tiene que incluir espacio y aceptación. Es irrealista esperar que la otra persona cambiará y peor aún creer que tenemos la capacidad de cambiarla.
  6. Comunica: Asegura crear tiempo para hablar a solas. Cuando los dos estáis ocupados con el trabajo, los niños, la casa, es fácil hablar sin comunicarse. Haz tiempo para estar sólos. Caballeros, recuerden: esto significa escuchar sin ofrecer soluciones. Escuchar significa escuchar sin intentar pensar en tu respuesta o en la solución. Señoras, recuerden: intenten ser más concisas.
  7. Finalmente ¡disfruta! Dijo Byron que la razón por la que funciona el matrimonio es porque combina la máxima tentación con la máxima oportunidad. ¡Tiene razón! Estás con la persona con quien estás porque te distrajó más que las otras. No consideres esta relación como una especie de máquina que tienes que poner en funcionamiento. Disfruta la aventura de la vida juntos, sé juguetón, divertido, aprecia el regalo del amor y crearás el sentido de estar enamorados.

Comentarios de la comunidad

Juanjo

Siempre sorprendete, siempre enriquecedor, siempre transcendente. Muchísimas Gracias por la publicación. Juanjo

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