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mayo 7, 2024
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos nos convierte en egocéntricos e incluso pedantes a los ojos de los demás, mientras que no nos da nada a cambio, excepto sufrimiento autoinfligido.
Uno de mis libros favoritos es «Cántico para Leibowitz», de Walter M. Miller Jr. Es la historia de un monasterio en un mundo postapocalíptico que transcurre a lo largo de seiscientos años. En el primer libro, «Fiat homo», un monje novicio sincero y serio llamado Francisco, está tan ensimismado que pierde la perspectiva. Se toma a sí mismo demasiado en serio. En una escena, Francisco se confiesa con su abad. En su confesión admite haber fantaseado con comerse un lagarto durante su ayuno cuaresmal. Está angustiado por haber pecado de pensamiento y califica su pecado de imperdonable. El abad señala lo orgulloso y absurdo que es esto; que Francisco pueda creer que su pecado es tan grande que ni siquiera Dios podría perdonarle. ¿No hemos cometido todos nosotros el mismo error que Francisco?
Leí ese libro a los catorce años y ese ejemplo se me ha quedado grabado hasta hoy como un recordatorio de lo orgullosos y absurdos que nos volvemos cuando nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos.
Todos cometemos errores; todos somos imperfectos y habríamos hecho las cosas de otra manera si hubiéramos tenido la sabiduría que tenemos hoy, pero el simple hecho es que no la tuvimos. Entonces, ¿qué podemos hacer con esa información?
En palabras de Victor Frankl:
“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad.”
El sentido del humor es vital para elegir la respuesta adecuada.
Un aspecto de la sabiduría es comprender la diferencia entre lo que es importante y lo que es serio. Con demasiada frecuencia creemos que es lo mismo. Hay momentos en la vida en los que nos enfrentaremos a situaciones importantes y difíciles sobre las que tenemos poco o ningún control. En esos momentos, el sentido del humor, nuestra capacidad de reírnos de nosotros mismos, puede ser la única herramienta que tengamos para aliviar nuestro sufrimiento.
Debes tomar en serio tus responsabilidades, pero no tomarte en serio a ti mismo.
La capacidad de reírnos de nosotros mismos actúa como un bálsamo en las heridas emocionales. Nos da una percepción más flexible. Nos da una perspectiva saludable en esta divina comedia que es la vida.
Ríete más de ti mismo. Alivia el dolor inevitable de ser humano.
Te dejo con una cita del cómico Clive James:
“El sentido común y el sentido del humor son la misma cosa, pero se mueven a velocidades diferentes. El sentido del humor es sólo sentido común, bailando.”
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