alert title

alert text

No puedes cambiar lo ocurrido pero puedes aprender de ello

Foto destacada de la publicación

Geoffrey Molloy

No podemos cambiar lo que ha ocurrido, pero ¿qué podemos aprender de esto?

noviembre 7, 2024

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

no comments

El desastre y el sufrimiento que todos hemos visto en Valencia es desgarrador. Es demasiado doloroso verlo. Lo que lo hace aún más conmovedor es el hecho de que muchos de nosotros conocemos la zona; conocemos a gente de allí: amigos, familiares, compañeros de trabajo. Muchos europeos tienen buenos recuerdos de sus vacaciones allí. Las imágenes han tocado los corazones de tantos, especialmente los corazones españoles y europeos.

Según múltiples fuentes científicas, el calentamiento global desempeñó un papel importante en las devastadoras inundaciones. Los expertos en climatología observaron una clara conexión entre la inundación repentina y el calentamiento global provocado por el hombre. La atmósfera más cálida, atribuida al cambio climático, hizo que las lluvias fueran más intensas y el doble de probables.

No podemos cambiar lo que ha ocurrido, pero ¿qué podemos aprender de esto?

Cuando ocurre una tragedia, con demasiada frecuencia la reacción es parecida a la de ver un accidente mientras conducimos: frenar, conmoción y horror. “¡Podríamos haber sido nosotros! ¡Gracias a Dios que no!” Conducimos más despacio durante un rato y en treinta minutos nos hemos olvidado de ello más o menos, excepto como una anécdota para contar a los amigos.

Como me hizo ver un amigo, hay ejemplos mucho más graves de inundaciones, por ejemplo en Bangladesh, donde hace poco hubo más de mil muertos y 25 millones de personas sin hogar.

No se trata de relativizar el sufrimiento real de Valencia. Nos afecta mucho más porque está aquí en casa, un lugar que conocemos y que nos importa. De repente, los efectos mortales y devastadores del calentamiento global, que hasta ahora afectaban sobre todo a países lejanos del Tercer Mundo, con nombres extraños y con personas de color, los estamos viviendo aquí y ahora mismo.

Lo que nos asusta a muchos es darnos cuenta de repente de que la civilización es una especie de barniz muy fino y quebradizo. Nuestra civilización, que tanto damos por sentada, es muy impermanente. La muerte llega como el fantasma-en-la-fiesta*; es real, está aquí y hasta cierto punto es aleatoria. Todas las personas que murieron estaban haciendo su vida y, como tú y como yo, tenían planes para el fin de semana.

Las personas que tenían la responsabilidad de la seguridad de la población y que, por su incompetencia, indiferencia o incluso corrupción, no consiguieron prevenir la pérdida innecesaria de tantas vidas, deben ser consideradas responsables, especialmente en los niveles más altos. Pero existe un problema aún más profundo: la ilusión de la separación.

Nos experimentamos a nosotros mismos como separados de todo lo demás. Esto es una ilusión. Nosotros y todas las cosas estamos profundamente conectados. Sin embargo, la evolución nos ha dejado un peligroso defecto de percepción que divide el mundo físico en dos partes «yo» y «no yo», una percepción que hará que nuestra especie camine sonámbula hacia la extinción, a menos que despertemos de esta visión persistente, incorrecta y desastrosa. Nuestra percepción está tan distorsionada y es tan ridícula como una ola que cree no pertenecer al mar.

Todo está profundamente conectado, física, químicamente, incluso a nivel cuántico. Es un hecho que vivimos en una red interdependiente de acciones y consecuencias conectadas. Sin embargo, nuestra creencia en la gran mentira de que la felicidad está “ahí fuera” y puede comprarse o ingerirse (el deseo por tener el último teléfono, coche, ropa, vacaciones exóticas) significa que contribuimos activamente a los factores que impulsan el calentamiento global, y todas las tragedias y sufrimiento que crea para tantas personas y muchos seres en todo el mundo. En cierta medida, todos tenemos alguna responsabilidad de las condiciones que resultaron en esta tragedia de Valencia.

Puede que leas esto y pienses “el problema es tan enorme y yo soy tan pequeño, que… ¿qué posible diferencia podría hacer yo?”

Había una vez un hombre que caminaba por la playa después de una intensa tormenta. La tormenta había arrojado miles de estrellas de mar a la arena. Las estrellas de mar estaban muriendo bajo el sol ardiente. A lo lejos vio a un hombre que las estaba arrojando una por una al mar. “¿Qué haces?”, preguntó, “¡Si hay miles!”, “¿cómo puedes cambiar las cosas?” El hombre en ese momento cogió una estrella y la arrojó al mar» y dijo: “¡Para esta sí he marcado una diferencia!»

Todos hacemos una diferencia, lo que consumimos, cómo actuamos, debemos aprender a estar más presentes y ser más conscientes de la interconexión de todas las cosas. Vivir despierto con compasión, amabilidad, conscientes de nuestra interconexión no es sólo una opción; es vital.

Vive Despierto: actúa a nivel local para crear cambios globalmente.

* De la obra de Shakespeare, Macbeth

Comentarios de la comunidad

No comments found.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Enviar

</> with <3 by Latte