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mayo 21, 2024
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
3 comments
Lo que impide a tantas personas aprender a crecer es el hábito de quejarse.
Tenemos, por ejemplo, al quejica crónico («llorica»). Todos conocemos a alguien así (yo he sido uno de estos/incluyo a mí mismo). Las personas de esta categoría nunca parecen estar satisfechas. Se enfocan en sus problemas, dificultades y cambios, obsesionándose con ellos. Puede ser muy agotador estar cerca de estas personas. No necesitan una buena razón para quejarse; llevan tanto tiempo haciéndolo que se ha convertido en su configuración por defecto. Se han convertido en víctimas. Sus quejas les dejan atrapados en su sufrimiento.
Los quejicas que piensan que se quejan con razón; es decir los quejicas «más vale tener razón que ser feliz«. Estos quejicas están enfadados, frustrados o decepcionados. Se quejan para que te unas a ellos para afirmar que tienen razón, normalmente para promover su agenda egocéntrica. Si les ofreces una solución, probablemente no la aceptarán, ya que encontrar una solución no es su objetivo; simplemente quieren que se les dé la razón. Han sacrificado cualquier posibilidad de felicidad por el premio vacío de tener razón.
Quejas constructivas: No todas las quejas son malas, especialmente cuando están orientadas a la acción. Por ejemplo, para abordar aspectos tan importantes como la libertad de expresión, los derechos humanos, los gobiernos déspotas, la corrupción, para proteger a los vulnerables. Sin embargo, quejarse de estas cosas sin actuar es algo vacío. Los estudios demuestran que la queja constructiva es el tipo más inusual de queja.
Si estás leyendo esto y te sientes incómodo porque te identificas con la descripción del quejica crónico o que se cree que se queja con razón, no te preocupes. Hay soluciones; todos podemos cambiar este aspecto de nosotros mismos si así lo deseamos.
La actitud es importante. La siguiente idea te ayudará:
«Pedí fuerza y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte. Pedí sabiduría y Dios me dio problemas para resolverlos. Pedí valor y Dios me dio peligros que superar. Pedí paciencia y Dios me puso en situaciones en las que me vi obligado a esperar, pedí todo para poder disfrutar de la vida. En cambio, Él me dio la vida para que pudiera disfrutar de todo. No recibí nada de lo que quería, recibí todo lo que necesitaba«.
Yo soy ateo, quizá ateo espiritual, pero ateo al fin y al cabo.
Así que yo lo diría de otra manera: la vida es una serie de problemas. El universo te envía un problema, cuando te enfrentas a ese problema, lo resuelves, integras la experiencia, creces y entonces el universo te enviará otro problema. Si no resuelves el problema tienes que repetirlo hasta que lo resuelvas. Quejarse es una respuesta absurda a este maravilloso proceso natural; te mantiene atascado en el «modo repetición» sin avanzar nunca. Envenena tu vida y la de los que te rodean.
Entonces, ¿qué puedes hacer?
Quejarte sólo en los casos en que lo acompañes con una acción; es cuando se producirá un cambio real y positivo, ya sea en tu familia, en tu trabajo o en la sociedad en su conjunto.
Deja que todo sea tu maestro. Ten una visión global. Agradece la oportunidad de aprender, de crecer.
Suelta la necesidad de tener razón y la necesidad de culpar a los demás. Asume la responsabilidad de tus sentimientos y emociones. (Nadie más puede hacerlo.) Cuando hagas esto, cambiarás tu historia de víctima a héroe.
Agradece el milagro, el regalo de estar vivo, de respirar, de estar aquí y ahora.
Agradece los problemas del pasado que te hicieron crecer.
Tu sufrimiento no es nada especial; todo el mundo sufre. Los problemas, el dolor y el sufrimiento son una parte integral e inevitable de la vida humana, así que ¡que siga la fiesta!
Reduce exponerte a las quejas, reduce exponerte a los quejicas.
</> with <3 by Latte
Comentarios de la comunidad
Leonor Regife Om
Gracias
Maria Camelia
Bravooo...muy buen articulo...estoy totalmente de acuerdo
Feliciano
Muy bueno Molloy, en esta ocasión te has superado con esta pildora. Gracias.