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Geoffrey Molloy
El placer sirve para ser "feliz" ahora. La alegría más bien tiene un contexto más espacioso en el que vivimos y comprendemos nuestra vida.
julio 4, 2023
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
2 comments
«La verdadera profesión de un hombre es encontrar su camino hacia sí mismo». Herman Hesse
Puede que te sorprenda, pero muchos de los que estáis leyendo esto sois miembros de una secta: la secta del ajetreo – de estar constantemente haciendo y produciendo algo, la secta sin sentido de hacer y consumir. De hecho, te han adoctrinado tanto que probablemente te sientas culpable o incómodo si no estás ocupado haciendo algo, adquiriendo algo o siendo productivo.
¿Cuánto tiempo pasamos intentando adquirir cosas que sencillamente no necesitamos? Intentando inútilmente obtener relevancia, autoestima, estatus y bienestar de cosas que nos han dicho que llenarán ese vacío y nos harán felices.
Cuando no estamos intentando adquirir «cosas», ¿cómo empleamos nuestro tiempo? Quizá, como millones de personas, pasamos el tiempo dándonos atracones de Instagram, Youtube, Netflix, Tiktok o ingiriendo algún tipo de anestésico como alcohol, marihuana, coca, juego o pornografía.
O tal vez pasemos nuestro tiempo libre comprando tonterías sin sentido en Internet, cosas que simplemente no necesitamos pero que hemos sido manipulados inconscientemente para desear. Nos proporcionará placer durante un breve periodo de tiempo, pero es poco probable que nos proporcione alegría. Entonces, ¿cuál es la diferencia?
El placer procede de una fuente externa, mientras que la alegría surge del interior cuando aportamos toda nuestra conciencia a nuestra experiencia. La alegría da lugar a una sensación sustancial de felicidad. El placer es mera gratificación (aunque muchos confunden ambas cosas). El placer sirve para ser «feliz» ahora. La alegría más bien tiene un contexto más espacioso en el que vivimos y comprendemos nuestra vida.
Confundimos la búsqueda de placer con la felicidad. Por ejemplo, confundimos colocarse con alcohol con la felicidad. Son cosas totalmente distintas.
Vemos gran parte de lo que he descrito como una enfermedad moderna, pero echando la vista atrás en la historia, leyendo las palabras de figuras como Sócrates, Kierkegaard, Herman Hesse o incluso Guatama Buda, comprenderás que Internet y la vida moderna no son tanto la causa del sufrimiento; en realidad, son síntomas. Sin embargo, estos síntomas son ahora crónicos y graves. Las perspectivas para el afectado son nefastas.
La sabiduría ancestral ha demostrado que la verdadera alegría, la verdadera felicidad, sólo puede venir de nuestro interior. Esto requiere paciencia, valentía y no poca humildad para aprender a estar con nosotros mismos con curiosidad abierta (sin juzgarnos, con una actitud de cariño hacia nosotros mismos y sentido del humor, para dejar de tomarnos tan en serio).
Es difícil e incómodo dejar de mentirte a ti mismo, abrazarte, aceptarte. Es complicado, a veces incómodo, pero también es inmensamente liberador, alegre y conlleva una creciente sensación de paz y espaciosidad en tu corazón. El camino, el proceso, es también el destino.
Tienes una sola vida. No la desperdicies por tonterías y chorradas baratas.
Deja de bailar al son de la música de los demás; encuentra tu propia canción y cántala con toda tu alma.
«La historia de mi vida no es nada agradable; no es dulce ni armoniosa, como en los cuentos inventados; tiene el sabor del sinsentido y del caos, de la locura y de los sueños… como la vida de todos los hombres que dejan de engañarse a sí mismos». Herman Hesse
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Comentarios de la comunidad
julieboul37@gmail.com
muy interesante Geofrey!!! Un abrazo
Nacho A. M.
Sugiero oscurecer el texto sobre el fondo blanco, facilita la lectura. Muchas gracias.