Momentos de bondad natural

Nuestra vida cotidiana está llena de momentos de lo que puede describirse como bondad natural. Si sólo nos acordamos de prestar atención. Estos momentos son muy nutritivos espiritual y emocionalmente.

Se trata simplemente de prestar atención a los momentos o sensaciones agradables, de adoptar el hábito de saborear esos momentos y fijarnos en cuándo nos sentimos bien.

Por ejemplo, te has pasado unas horas en una reunión encerrado en un ambiente estancado y entonces sales fuera y te fijas en el modo en que el aire fresco y frío te escuece agradablemente la piel de las mejillas, la frente y la cara.  Puede que estés de pie a la sombra sintiendo frío, y entonces sales a la brillante luz del sol y disfrutas de su suave calor en los hombros o la espalda. Quizá sea la profunda felicidad animal de estirarte por la mañana.  O puede que sea la sensación de sujetar una taza de café caliente entre tus manos ahuecadas y saborear el aroma, la agradable sensación en tu cuerpo mientras sorbes. Tal vez las sensaciones de tu ducha: el olor del jabón, la sensación resbaladiza del jabón sobre tu piel, el estímulo del agua caliente o fría. Podría ser simplemente darte cuenta realmente de lo bien que te sientes, la sensación de energía, bienestar de potencial infinito. ¿Qué te parece la cercanía y el calor de un abrazo? Con su sensación, sin palabras pero profunda, de conexión, de bienestar, de amor.  La sensación de sábanas limpias cuando te metes agradecido en la cama al final de un día ajetreado. La sensación de asombro al mirar las estrellas en el cielo nocturno, simplemente experimentando, sabiendo que la comprensión real es imposible, pero sintiendo esa profunda y maravillosa sensación de conexión, de asombro.

Recuérdate a ti mismo que practiques, que elijas la experiencia consciente de estos momentos. Permite que surja un sentimiento de agradecimiento. En estos momentos no es difícil sentir el milagro, el privilegio de estar vivo, de ser consciente y de poder apreciar esa sensación mística de comunión con el universo.

Si practicamos fijarnos en estos momentos de bondad natural cuando nos sentimos bien, se convierte en un hábito y la experiencia de la bondad natural se nos hace más fácilmente accesible cuando más la necesitamos, cuando, por ejemplo, nos sentimos abatidos, perdidos, deprimidos o ansiosos, perdidos en la actividad compulsiva de la mente racional.

Estos momentos de bondad natural nos proporcionan unas pequeñas vacaciones de nuestro sufrimiento. Cambian momentáneamente el contexto de nuestras vidas. Por un momento salimos de la oscuridad de nuestra ignorancia y nos permitimos conectar con la totalidad, con la maravilla de estar aquí.

Vuelves a recordar que eres el cielo azul, claro e infinito, y te das cuenta de que todo lo demás no es más que el clima que cambia constantemente.

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