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diciembre 12, 2012
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Durante algunos meses Rhea (mi mujer) y yo hemos estado trabajando mucho y por tanto este domingo, después de llevar doce días trabajando sin parar, decidimos mimarnos a nosotros mismos y nos tomamos el día libre. Nos fuimos a uno de nuestros sitios preferidos: la playa de Valdearenas, cerca de Liencres en Cantabria – a veinte minutos de casa. Fuimos bendecidos con un tiempo otoñal perfecto: un día frío y seco con el cielo azul despejado infinito y una brillante luz de sol.
Paseamos un par de kilómetros y encontramos un sitio tranquilo donde podíamos simplemente “estar”. Extendimos nuestros abrigos en la arena y nos tumbamos sin decir palabra, conectados en un amigable silencio. Se calló mi parloteo mental normal; ni pensaba – simplemente estaba, disfrutando de la maravillosa experiencia directa de sentir como los rayos del sol me calentaban suavemente la cara, el pecho y las piernas; consciente de la brisa suave en mi cara, de cómo el aire se movía entre mis dedos, consciente de mi respiración relajada y regular; de la presión de mi espalda y hombros en contacto con el arena; los distantes gritos alegres de niños, el estruendo y siseo de la olas que rompían sobre la orilla; la sensación de la mano seca y calurosa de Rhea con la mía. El momento fue intemporal. Decir que estaba contento sería quedarme corto. Experimenté un sentido perfecto de conexión con la vida – ¡Glorioso! … Estaba completamente en el presente experimentando la vida de manera directa.
Luego me di cuenta de que se había llevado a cabo un cambio sutil. Había dejado de tener una experiencia directa y en vez de esto había empezado a pensar en la experiencia de estar tumbado en la playa, pensando en lo bien que me sentía, pensando en cómo se sentía mi espalda en el arena, en la maravillosa calidad de la arena, en las personas que pasaban. Tuve un gran sentimiento de agradecimiento dado que los pensamientos sobre algo no es lo mismo que experimentarlo directamente a través de tus sentidos… Había dejado de experimentar la vida directamente y en vez de esto estaba pensando sobre mi experiencia.
Después de un tiempo, me di cuenta de que había llevado bastante tiempo completamente perdido en mis pensamientos: en lo que tenía que hacer durante la siguiente semana, planificando, mentalmente trazando cosas que tengo que escribir. Un pensamiento me llevó a otro y pronto me encontré totalmente desconectado de la playa, de Rhea y de toda la maravilla contenida que se iba revelando momento por momento. Aunque mi cuerpo estaba aún en la playa, yo estaba en otro lugar, nada consciente de lo que estaba a mí alrededor. Estaba en modo ploto automático completamente perdido en mis pensamientos. Volví mi atención a mi respiración y me fijé que se había acelerado un poco y se había traslado de mi abdomen a mi pecho.
Esto es un momento clave en “mindfulness” y en la meditación – un momento que me encanta – ese momento cuando me vuelvo consciente de nuevo, ese momento en que me doy cuenta de que me he perdido en mis pensamientos, porque cuando esto ocurre, significa que estoy nuevamente despierto, de nuevo capaz de volver mi atención al momento presente y empaparme en ello plenamente…
De los tres estados que acabo de describir ¿en cuál eliges tú pasar la mayor parte de tu tiempo? La respuesta más probable es el tercero – estar completamente en tu cabeza, completamente perdido en tus pensamientos. Es lo que la mayoría de nosotros hacemos la mayor parte del tiempo. La vida pasa y vivimos y morimos sin experimentarla.
¿Y Tú eliges alguna vez? ¿Cuándo fue la última vez que elegiste conscientemente poner tu plena atención en el presente? Pruébalo. Llévate completamente al presente; hazte consciente de tus sentidos: la presión entre tus muslos y los glúteos en la silla; ánclate en tus sentidos. ¿Cuáles son los ruidos, los olores, lo que ves a tu alrededor? Fíjate en tu respiración. ¿Dónde estás respirando – en el pecho o en el abdomen? ¿Te sientes cómodo? ¿Eres consiente de la energía vital de tu cuerpo mientras respiras?
El sentido de paz y tranquilidad siempre está disponible para nosotros dentro de nosotros mismos. De hecho, se encuentra ahí dentro de nosotros siempre. No necesitamos ganar millas aéreas o hacer algo para ganarlo. Simplemente tenemos que quitarnos del medio de nosotros mismos.
Puede que pienses que estás demasiado ocupado o que tu trabajo sea demasiado importante para que te distraigas con pensamientos sobre la paz y la felicidad. Te dejo con las palabras de un gran maestro:
La paz sólo puede existir en el momento presente. Es ridículo decir, “Espera a que haya terminado de hacer esto y luego estaré libre de vivir en paz.” ¿Qué es “esto” – una diplomatura, un trabajo, una casa, pagar una deuda? Si piensas de esta manera, la paz nunca llegará. Siempre hay otro “esto” que seguirá el “esto” de ahora. Si no vives en paz en estos momentos, nunca podrás hacerlo. Si verdaderamente quieres tener paz, tienes que tener paz ahora mismo. Si no, sólo quedará “la esperanza de tener paz algún día”. ThichNhatHanh.
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