alert text
abril 15, 2020
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
6 comments
El cuento: Tenía cuatro años – un niño sensible e inteligente sin nada de poder en el mundo material. No había elegido a sus padres, nacionalidad, cultura, religión, hermanos, escuela ni vecinos. Provisto por la evolución para sobrevivir, sumamente adaptable, sabía instintivamente que su supervivencia dependía de sus padres pero su crítica y humillación despiadadas dejaron claro que sus padres no valoraban quién era. Dado esto, ¿cómo podía él valorarse a sí mismo? Vio claro que simplemente no era suficiente y así, sin darse cuenta, se abandonó a sí mismo. Rechazó a ese niño repugnante y no merecedor y empezó a crear un ser perfecto, digno de ser amado, digno de atención, digno de ser alabado. Se rechazó y se olvidó del niño abandonado e hizo todo lo posible para estar a la altura de los dictados severos e implacables del ser perfecto. Creía que ese fue quien era. Se había perdido a sí mismo.
Pensar demasiado, la ansiedad, autocrítica severa y vergüenza se convirtieron en sus compañeros constantes. Las drogas, incluyendo el alcohol parecían entumecer el dolor y llenar el vacío hasta que se convirtieron en una fuente aún más grande de vacío y dolor. Muchas veces tenía que buscar razones simplemente para seguir viviendo. Hubo tiempos oscuros; No era que él quisiera morir, simplemente no podía entusiasmarse con la vida.
Actualidad: Puede que te complazca saber que esta narrativa tiene un final feliz. El niño se convirtió en hombre. Encontró y salvó a ese niño abandonado. Se convirtió en padre para sí mismo y emprendió un viaje en el cual el caparazón duro y calloso alrededor de su corazón se ablandeció y se abrió. Se sorprendió y le conmovió descubrir que existía escondida dentro de sí mismo todo este tiempo una fuente sin fin de amor incondicional, de conexión y la paz del cielo azul infinito. Aprendió a amar y ser vulnerable. Su vida ahora abunda en amor – dado y recibido − y momentos de ternura amargo-dulce jamás imaginado previamente.
Mientras escribía esto, su corazón estaba lleno de una gran ternura por el sufrimiento de ese niño. También está presente un sentido de maravilla y agradecimiento por su viaje, su vida y el privilegio de acompañar a otros en su viaje – un viaje que cualquier persona puede realizar.
</> with <3 by Latte
Comentarios de la comunidad
Mireya Ceballos
Hola José Tienes razon, es un viaje que dura toda la vida. Al final es el viaje que cuenta más que el destino. Gracias y abrazos.
Mireya Ceballos
Hola Raquel al salir de adicción vives con una apreciación del milagro de estar viva y presente. Gracias cuídate.
Mireya Ceballos
Gracias Vanesa
Vanesa
Emocionante.. muestra la belleza del dolor.. speechless. Gracias a cada instante Geoffrey, de corazón.. gracias porque nos devuelves la confianza y nos recuerdas el poder del amor con cada artículo. Un abrazo.
Raquel
Siento que es la historia de casi todos los que hemos vivido un proceso de adicción. Aún así, el adicto y su perfil es muy variado.
José luis z
Identificado con el niño del cuento. En la actualidad,continúa el proceso,continua la búsqueda. Gracias Geoffrey , un saludo.