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noviembre 20, 2018
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Un día de primavera del año 1995, recién trasladados para vivir en San Lorenzo de El Escorial, conducía por la Carretera de Guadarrama sin prisas y con gran curiosidad por el lugar donde nos habíamos trasladado. Mientras conducía, aquel hermoso día de primavera, me fijé en que las plantas que veía fuera tenían un verdor intenso oscuro. Especulaba distraídamente en cuanto a la causa de su tono de verdor tan intenso. Empecé a preguntarme si este color podía deberse a la mayor prevalencia de luz ultra-violeta en altitudes más elevadas, este color tal vez como protección a estos niveles elevados de luz ultra-violeta. Rápidamente me di cuenta de que esto difícilmente iba ser la razón ya sólo estábamos a 1200 metros de altura. Luego empecé a preguntarme si tenía que ver con el pH de la tierra ya que sabía que el pH de la tierra sí, puede cambiar los colores de las plantas. A medida que reflexionaba sobre esta posibilidad, de repente me di cuenta y con un sentido de estupidez que tenía puestas mis gafas de sol Ray Ban con lentes verdes.
Antes de entender la causa de mi percepción distorsionada, fui incapaz de entender lo que veía y como resultado ni siquiera podía hacer las preguntas adecuadas. Literalmente, mis preguntas fueron científicas e inteligentes pero prácticamente peor que inútiles.
Es lo mismo con las gafas distorsionantes del deseo. Cuando vemos el mundo a través de la lente distorsionada de deseo no vemos claramente y perdemos tanto de lo que está ocurriendo. Estamos tan absortos en nuestro “universo-centrado-en-mí” y en lo que queremos y en lo que es “bueno para mí” que vemos poca cosa más.
Cuando vivimos en este estado nos encontramos fácil y constantemente dolidos y ofendidos. Enfadados y desilusionados por acontecimientos que no salen tal como deberían, acontecimientos o resultados que no nos convienen. En este estado tomamos todo personalmente, como un ataque a «mí». El sentido de sentirnos siempre ofendidos puede hacerte doler la cabeza.
Así que hoy, cuando te des cuenta de que tienes puestas estas gafas, quítatelas. ¿Qué es lo que ocurrirá?
Verás el mundo tal como es con todo su detalle y esplendor en vez de ver sólo la fracción distorsionada del mundo visible por el filtro empobrecido del deseo.
Sólo experimentamos esta claridad cuando soltamos nuestra demanda sobre lo que cualquier momento “debería” o “no debería” de ser y acepta el momento por lo que es y por lo que contiene sin ponerle condiciones.
Quita esas gafas; no te quedan bien.
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