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La valentía de salir de tu zona de confort

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Geoffrey Molloy

En cierto modo, todos tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort en algunos aspectos de nuestra vida. Acepta el miedo y hazlo.

mayo 30, 2023

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Había una vez una colonia de hydras adheridas a las rocas del fondo de un río frío, claro y caudaloso.

Las hydras habían vivido allí durante más generaciones de las que cualquiera de ellas podía recordar y, como estaban todas pegadas, amontonadas a las rocas, hablaban entre ellas. La mayor parte del tiempo lo pasaban quejándose de lo aburrida que era la vida pegadas a las rocas, con sus numerosos tentáculos agitándose en la corriente, hambrientas en busca de comida. «Aquí nunca pasa nada», se quejaban. «Nada cambia. ¡Qué vida más aburrida tenemos!»

Llegaron las crecidas de primavera y la corriente del río  iba más deprisa; todos se asustaron, aferrándose desesperadamente a la roca. Eso les daba aún más motivos para quejarse: «Nuestras vidas son aburridas o simplemente espantosas. Luego morimos… ¡Qué vida de mierda tenemos las hydras!»

Había una leyenda (nadie estaba muy seguro de si era cierta o no) sobre una hydra, una igual que ellas, que se soltó de la roca y nunca más la volvieron a ver. Sin embargo, había rumores sobre cómo esta hydra había encontrado una vida nueva y mejor. Las opiniones estaban divididas por igual. Algunos la consideraban valiente, incluso una santa, mientras que otros simplemente le veían como una estúpida y loca. A la mayoría simplemente no le importaba, pues estaban demasiado ocupadas con sus lamentaciones y quejas.

«Puede que la vida aquí sea aburrida, monótona, incluso aterradora, pero al menos tenemos una pequeña medida de seguridad; sabemos qué hacer aquí. Todo el mundo sabe lo peligroso que sería soltarse de la roca; podría pasar cualquier cosa. Puede que no seamos felices aquí, pero al menos estamos cómodas».

Sin embargo, una hydra no quería aceptar la comodidad por encima de la felicidad; sencillamente, no le satisfacía imaginarse el resto de su vida pegada a la roca pasándose la vida quejándose y sintiéndose aburrida. Se sentía insatisfecha, no realizada y se dio cuenta de que la posibilidad de ser feliz era mucho más importante que simplemente estar cómoda.

Contó a sus compañeras su plan de desprenderse de la roca. La mayoría pensó que estaba loca; a otros simplemente les irritaba que interrumpieran sus quejas.

Por fin, llegó el momento y se soltó de la roca. La rápida y fría corriente la arrastró hacia arriba; se encontró revoloteando, dando volteretas por la corriente, golpeada y contusionada. Tenía mucho miedo, pero justo entonces, de repente, se liberó de la turbulenta corriente y, en su lugar, entró en una corriente del agua más dulce, clara y rápida. Se sintió eufórica, poderosa. Su cuerpo y su mente se llenaron de alegría y agradecimiento.

Voló, eufórica, llevada por la dulce y clara corriente. Vio muchas hydras mirando hacia arriba, llenas de asombro.  «¡Ayúdanos!», gritaban, «¡ayúdanos!» «¡Suelta la roca!» gritó ella. Es maravilloso, difícil, ¡pero merece tanto la pena!

Las hydras se aferraban a las rocas, envidiosas y asustadas. «¿Estás loca?», gritaron.  «Este es nuestro lugar. Puede que no seamos felices, pero al menos estamos a salvo; al menos estamos cómodas». Desviaron su atención hacia abajo y volvieron a sus quejas y lamentaciones.

Igual que la hydra, en cierto modo, todos tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort en algunos aspectos de nuestra vida. De lo que se trata es aceptar que tenemos miedo y dar el paso de todas formas.

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