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La sabiduría – saber estar con sentimientos incómodos

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Geoffrey Molloy

¿Dónde están escondidas las joyas de la sabiduría, la conexión y la felicidad? La sabiduría tiene sus raíces en nuestra capacidad de estar con sentimientos incómodos. La vida es una sopa a veces y debido a esto las respuestas a los problemas de la vida no son siempre muy claras, por ejemplo, si estamos afrontando […]

septiembre 6, 2016

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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¿Dónde están escondidas las joyas de la sabiduría, la conexión y la felicidad?

la sabiduríaLa sabiduría tiene sus raíces en nuestra capacidad de estar con sentimientos incómodos.

La vida es una sopa a veces y debido a esto las respuestas a los problemas de la vida no son siempre muy claras, por ejemplo, si estamos afrontando el comportamiento no deseado de nuestros hijos, resolviendo cosas con nuestra pareja, intentando llevarnos bien con los suegros, cómo tratar con un jefe desagradable o preguntándonos qué quiero hacer con mi vida. Muchas de estas situaciones simplemente no tienen una solución obvia. De hecho, la mejor respuesta en estas y cualquier otra situación depende del contexto. Para poder responder de la manera más efectiva, necesitamos estar presente en el momento para poder responder a lo que está ocurriendo, en vez de responder a nuestras ideas o pensamientos sobre lo que está ocurriendo. También necesitamos ser conscientes del filtro (muchas veces inconsciente) de nuestras propias reacciones habituales (percepciones, pensamientos y emociones) y hacia dónde tales reacciones nos llevan.

Ninguno de nosotros es una isla; somos quienes somos en gran medida como respuesta al entorno en que hemos sido criados; me refiero específicamente a las estrategias (muchas veces no examinadas) que hemos desarrollado para sobrevivir o simplemente para que nos sintamos mejor dentro de tales entornos.

Estas estrategias típicamente incluyen una o más de lo siguiente:

El desarrollo de lo que yo llamo la «fachada”; (por ejemplo para ganar mayor aceptación de nuestros padres, tutores o compañeros de colegio). Sin embargo, esto no es quiénes somos; es lo que creemos que tenemos que ser para que gustemos a otros y para que nos quieran y acepten. Así que, puede que decidamos ser la persona más lista, la persona “más buena”, la persona perfecta, la persona más graciosa o la persona más dinámicamente exitosa. Sin embargo, hacer esto normalmente significa que abandonamos otra parte de nosotros (la parte que creemos que hará que no gustemos a los demás y que no nos quieran). Inicialmente parece que dé resultado, parece que funcione. Sin embargo, el precio es elevado ya que perdemos un sentido de quiénes somos y dónde podría encontrarse nuestro centro. Nos quedamos con cierto sentido de que falta algo; esto corresponde al espacio entre el ser ideal (nuestra fachada) y el ser auténtico que hemos abandonado.

Vivir de esta manera es esencialmente estresante ya que gran parte de la sabiduría en la vida es saber cuánto deberíamos conceder a otro Vs cuánto deberíamos insistir en lo que queremos nosotros. Sin embargo, si no estamos seguros de nuestro centro, entonces ¿cómo sabremos la respuesta a esta pregunta? Nos vemos obligados a mirar a nuestro alrededor constantemente, juzgándonos en comparación con otros, calculando, criticándonos cuando no damos la talla. Puede que hayamos adoptado la idea de ser “buena persona” pero si no sabemos cuál es nuestro centro nos podemos encontrar fácilmente intentando complacer constantemente – algo que nos puede hacer muy infelices. Puede que decidamos que vivimos en un mundo cruel ordenado por la “ley de la salva” y nos encontramos constantemente intentando manipular a otros porque creemos que tenemos que “joder” a otros antes de que nos “jodan” a nosotros. 

Puede que cojamos el atajo de adoptar – sin reflexionarlo – el dogma o estructura de una religión o sistema de creencia política. Esto nos hace vulnerables a las personas inescrupulosas.

Esta falta de centro significa una falta de conexión y también es la base del consumismo (en esencia – adicción). Acabamos comprando cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para causar buena impresión a personas que ni siquiera nos gustan. ¿No es de extrañar que tantas personas en nuestra sociedad moderna se sienten insatisfechas y poco realizadas? ¿No es de extrañar que la depresión y la ansiedad estén en aumento?

Existe una solución a todo esto: un camino que nos permite encontrar mayor conexión, bienestar y felicidad:

  1. La meditación: preferiblemente del tipo “mindful” que nos da mayor perspectiva a nuestros patrones de comportamiento y abre la puerta hacia el cambio.

La meditación por sí sola no es suficiente pero sí, nos permite ser más flexibles en nuestra percepción; también proporciona tierra fértil para tales aspectos como la paciencia y la aceptación. Además proporciona la base para otras prácticas como por ejemplo:

  1. La autocompasión: la autocompasión es tanto más importante que la autoestima. De hecho, la autoestima sin la autocompasión es simplemente arrogancia. La autocompasión simplemente significa aceptar y tratar a nosotros mismos tan bien como trataríamos a un buen amigo.
  2. La autoaceptación lo que a su vez nos lleva a perdonarnos a nosotros mismos.
  3. El agradecimiento: La práctica del agradecimiento es la llave que abre la puerta hacia el cambio.

Cuando se emplean en conjunto, estas prácticas nos permiten adoptar hacia nuestras vidas una actitud de suave curiosidad abierta, aceptación y humor. Cuando hacemos esto, descubrimos que dentro de los sentimientos incómodos están escondidas las joyas de la sabiduría y por tanto la conexión y la felicidad.

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