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LA MEJOR VENGANZA – UNA VIDA BIEN VIVIDA

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Geoffrey Molloy

Cuesta tanto perdonar. Sólo pensar en alguien que te ha engañado, mentido o hecho daño físico o psicológico, puede generar sentimientos muy poderosos de ira “justificada” y dolor – también pensamientos de venganza. Es difícil soltar la ira y el deseo de venganza porque sentimos, en nuestro corazón, que la otra persona “lo merece”. Negar […]

marzo 17, 2015

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Cuesta tanto perdonar. Sólo pensar en alguien que te ha engañado, mentido o hecho daño físico o psicológico, puede generar sentimientos muy poderosos de ira “justificada” y dolor – también pensamientos de venganza.

Es difícil soltar la ira y el deseo de venganza porque sentimos, en nuestro corazón, que la otra persona “lo merece”. Negar nuestro perdón a veces nos puede parecer la única manera que tenemos de “vengarnos” y puede hacer que sintamos dolor y satisfacción a la vez – algo parecido a rascar una costra medio curada aunque sabes que deberías dejarla en paz y permitir que se cure.

Sin embargo, agarrarte al sentimiento de ira, dolor o al de venganza es igual que beber veneno tú mismo con la esperanza de que esto haga que la otra persona muera.

Muchos no quieren perdonar porque malentienden lo que es el perdón. Así que aquí sigue una definición:

El perdón es el proceso intencionado y voluntario mediante el cual la “víctima” cambia sus sentimientos y actitud hacia alguna transgresión soltando emociones negativas, como por ejemplo la venganza, y experimenta mayor capacidad para desearle bien al infractor. Perdonar no significa consentir (la persona puede seguir experimentando las consecuencias de sus acciones). Tampoco significa justificar ni disculpar y no tiene por qué implicar una reconciliación con la otra parte.

Entonces, ¿Por qué tomarnos la molestia de perdonar?

El Dr. Fred Luskin de la Universidad de Stanford enseña el perdón como una habilidad para la vida y asegura que el perdón se puede aprender, ya que no solo es poderoso sino que también es excelente para tu salud.

En tres estudios separados, incluyendo uno con católicos y protestantes de Irlanda del Norte cuyos familiares fueron asesinados debido a la violencia política, se descubrió que las personas que aprenden a perdonar están menos tiempo enfadadas, se sienten menos dañadas, son más optimistas, se vuelven más indulgentes en una gran variedad de situaciones y más compasivas teniendo mayor confianza en sí mismas. Sus estudios también demuestran una reducción del estrés, y las manifestaciones físicas de éste, al igual que un aumento de la vitalidad.

Imagina el siguiente escenario: estás de vacaciones; todo es perfecto; te sientes completamente relajado, estás tumbado al lado de la piscina y tu cuerpo deliciosamente cálido bajo el sol. Sientes una profunda sensación de relajación. De repente, te acuerdas de esa persona que te hizo tanto daño. Tu cuerpo se tensa; todo se revuelve por dentro; regresan esos sentimientos conocidos y poderosos de daño, dolor e ira. Cada vez te sientes más agitado, por lo que quedarte tumbado y relajado ahora parece imposible.

La ironía de esta situación es que la persona que te hizo daño, muy probablemente, se haya olvidado de ello y ni siquiera piensa en ti o en lo que te hizo. Estás sufriendo a solas. Puede que incluso te des cuenta de que; no ser capaz de perdonar, no sólo está arruinando tus vacaciones, sino también otros aspectos de tu vida a medida que el resentimiento y la ira se esparcen y afectan otras relaciones. Incluso si entiendes intelectualmente el poco sentido que tiene guardar rencor, lo malo que es para tu salud, felicidad y bienestar, te sientes incapaz de soltarlo.

Esta es una situación que he experimentado yo mismo. Tal como he comentado en otros escritos, mi padre fue un alcohólico violento y abusivo. Pasé muchos años sintiendo ira y odio hacia él. Incluso después de su fallecimiento me pareció que seguía siendo capaz de afectarme a mí y a mi vida. A veces me sentía como si hubiera alquilado una parte de mi mente a un lunático que me volvía loco con comentarios odiosos de enfado y recuerdos dolorosos.

Ya hace casi veinte años desde que finalmente, y a la tercera tentativa, me di cuenta de que le había perdonado. No he consentido sus acciones, ni he intentado justificar ni disculpar su comportamiento. Pero me he liberado de la necesidad de hacer preguntas como “¿Por qué? ¿Por qué a mí?”. El hecho es que fue un hombre muy malo en muchos sentidos, un hombre a quien, en su narcisismo, le daba igual el dolor o el sufrimiento que causaba año tras año a los que dependían de él. Y solo fue que tuve la mala suerte de encontrarme dentro de su área de influencia y control.

El perdón me trajo una inmensa sensación de alivio. Me permitió encontrar un mayor sentido de paz. Me liberó para poder cambiar. Me ha afectado positivamente en casi cada aspecto de mi vida, especialmente en mis relaciones con otras personas. Sorprendentemente también ha abierto la puerta a otros recuerdos útiles, previamente inaccesibles, de los escasos aspectos positivos de mi padre como su inteligencia y su pasión por generar ideas nuevas e innovadoras. El perdón me ha permitido integrar mi experiencia, beneficiándome y entendiendo así las lecciones aprendidas.

El pasado es el pasado. No lo podemos cambiar. Sin embargo, sí podemos elegir cómo responder al pasado. No soy quien soy “a pesar” de lo que me pasó, sino gracias a lo que me ocurrió.

La mejor venganza es una vida bien vivida.

Una traducción de los 9 pasos del perdón de la Universidad de Stanford:

El Perdón

Antes de empezar, es importante que entendamos por qué deberíamos preocuparnos de perdonar: ¿A cuento de qué? ¿Cuáles son los beneficios? ¿Los antecedentes?
Empecemos con una definición. El perdón es el proceso mental y/o espiritual a través del cual dejas de sentir resentimiento, indignación o ira hacia otra persona por algún agravio, diferencia o error que haya cometido hacia ti. Puede o no puede incluir la exigencia de un castigo o de una restitución. Se puede conceder sin ninguna expectación o compensación y sin respuesta por parte del “ofensor”. (Por ejemplo, se puede perdonar a una persona ya fallecida). El perdón consiste en ir más allá de la ira y del dolor para encontrar la paz.
Bien, entonces ¿cuáles son los beneficios? Parece ser que aprender a perdonar podría ser tan importante para tu salud como lo es abrochar el cinturón de seguridad o dejar de fumar. Los estudios preeliminares indican que perdonar puede tener beneficios reales para tu salud: puede que baje tu tensión arterial, el ritmo cardíaco en descanso; puede que se fortalezca tu sistema inmunitario; que disminuya tu propensión a padecer un infarto de corazón o cerebral; es posible que disminuyan los dolores de cabeza, espalda, cuello; que no tengas que tomar tantos medicamentos y que aumente incluso tu líbido. 

Este interés por el perdón por parte de la comunidad científica es relativamente reciente. Durante muchos años prácticamente todos los aspectos espirituales y valores de la vida humana fueron abandonados en mayor o menor grado por los científicos y considerados por la ciencia y la sociedad como un tema de estudio para los filósofos y la religión. Sin embargo, durante los últimos quince años se ha dedicado cada vez más esfuerzo científico en entender lo que tradicionalmente se han considerado cómo los aspectos “espirituales” de la condición humana afectan al bienestar. El perdón es una de estas calidades humanas y espirituales.
Curiosamente, durante miles de años (al menos 3.500 años) el perdón se ha considerado como un aspecto clave en las principales religiones del mundo. Esto se manifiesta en el catolicismo, tal y como se practica en España: la idea del confesionario es que el “pecador” reciba el perdón de Diós a través un intermediario – el cura. De acuerdo, el pecador ha sido perdonado, pero ¿qué pasa con la persona contra quién se ha “pecado”? Hay un dicho “swahili” que dice: “la persona que tira la piedra lo olvida pronto, mientras que la persona golpeada nunca olvida. “
Durante una parte importante e influenciable de mi vida me criaron en la religión católica. Me hablaron de lo bueno que es perdonar a los demás, pero nadie me explicó por qué (aparte de la amenaza obvia de que no iría al Cielo, sino al infierno si no lo hacía). Tampoco me explicaron cómo hacerlo. Vi poca evidencia de que se practicara el perdón entre la gente que me rodeaba. Mi experiencia no es inusual. La necesidad de perdonar se reconoce por el público, pero muchas veces no sabe cómo hacerlo. Por ejemplo, en un muestreo extenso y representativo que trataba varios temas religiosos
realizado en 1988, la organización “Gallup” encontró que el 94% dijo que es importante perdonar, pero el 85% dijo que necesitaba ayuda externa para poder perdonar (no sabían cómo hacerlo). Parece ser que ni siquiera se encontraba eficaz la oración normal. La encuesta “Gallup” reveló que la única ayuda eficaz fue lo que denominaron la “oración meditativa” – en otras palabras la meditación.
Lo que se necesita para perdonar es abordarlo por dos flancos. En primer lugar tenemos que volvernos capaces de tratar todos los asuntos pendientes (algo así como tener a mano un “botiquín del perdón”).
En segundo lugar tenemos que desarrollar la compasión, nuestro “sistema inmunitario del perdón”; es decir desarrollar una actitud que aumentará nuestra salud espiritual y resistencia, convirtiendo el perdón en una parte integral de nuestra vida. Hablaré de la compasión próximamente.

El botiquín del perdón – un plan de nueve puntos para perdonar y encontrar la paz.

Recuerda, la mejor “venganza” es vivir bien tu vida.
1.Ten claro qué es exactamente lo que quieres perdonar: En primer lugar aclara exactamente lo que quieres perdonar. Ten claro que no se trata de decir: “me hiciste daño y esto está bien”. Sino: “Esto es lo que me hiciste, estos son los hechos, así es cómo me hiciste sentir y estas fueron las consecuencias. Esto no está bien.” Intenta ser lo más específico posible. Decir de modo generalizado: “Perdono lo que sea”, no es suficiente. Deberías incluir una descripción objetiva de la situación, sus consecuencias y cómo te hizo sentir. Puede que quieras escribirlo. (Para mí, normalmente, el ejercicio de escribir algo me ayuda a clarificar mis pensamientos). A continuación, deberías compartir esta información y tu intención de perdonar con uno o dos amigos cercanos – amigos que te apoyan y capaces de no entrometerse.

2. Comprométete con el proceso: Comprométete a hacer todo lo que se requiere para sentirte mejor. Recuerda que este proceso del perdón lo haces por ti. Es un regalo “de ti para ti”. Puede que sientas de algún modo, que pasar por este proceso signifique que eres débil o raro, ¡no pierdas tiempo! Recuerda, que el sentirte dolido, enfadado, no es difícil; forma parte de la vida – es gratuito. Lo que verdaderamente requiere esfuerzo es
perdonar. No hay nada débil o raro en enfrentarte a ello y hacer lo que se requiere para sentirte mejor; es una acción muy noble.

3. Aclara lo que es y lo que no es: Ten claro lo que estás perdonando en esta situación particular y lo que no estás perdonando. Perdonar, no significa que consientas la acción de la persona que te hizo daño. Puede que desees reconciliarte con la persona; puede que simplemente quieras comunicárselo; puede que desees perdonar a la persona para pasar página. Ninguna de estas cosas son necesarias si no quieres hacerlas. Recuerda, esto es para ti, para encontrar la paz. No es necesario ni siquiera contactar con la persona que te ha ofendido (puede que incluso no sea posible …puede que la persona haya fallecido). Lo que dices es: “me hiciste esto, así es como me sentí, estas fueron las consecuencias…Esto no estuvo bien. Sin embargo, soy lo suficientemente fuerte como para perdonar, suficientemente fuerte para guardar el amor en mi corazón y suficientemente abierto para vivir mi vida bien.

4. Consigue una perspectiva realista en cuanto a lo que ha ocurrido: El pasado y el futuro sólo existen en un sitio …entre tus dos orejas…es decir en tu mente. Este es un punto muy importante. Esto significa que cualquier dolor o disgusto que sientes tiene sus raices en lo que estás pensando ahora mismo y no en lo que te sucedió en algún momento del pasado – y no importa si fue hace diez minutos o hace diez años. El perdonar significa renunciar a la esperanza de que el pasado hubiera sido diferente. El perdón consiste en curar estos sentimientos de pena que tienes en el presente y no los sentimientos que tuviste en el pasado. Podrías pasar la vida entera preguntando: “¿Por qué, por qué me pasó a mi esto?” o “¿ Cómo han podido hacerme esto?” sin cambiar o lograr nada, aparte de sentirte dolido.

5. Perdonar se realiza en el presente: Decide perdonar ahora, en este momento. No te preocupes por el futuro. Acepta que lo haces tan sólo ahora para este momento. Si tienes que volver a perdonar dentro de diez minutos o diez días, que así sea. Pero practica el perdón ahora, para este momento. Si empiezas a sentirte dolido, deberías practicar el ejercicio de respiración y visualización que realizamos en el taller. La mejor experiencia que podrías visualizar en este momento sería una experiencia de amor. Visualiza un momento cuando experimentaste la presencia del amor. Podría ser con tu pareja, tu hijo, un amigo, una persona religiosa, un momento en la naturaleza. Visualízalo de verdad, con todos los detalles: cómo te sentías, los olores que percibías, las imágenes, los sabores; siente como la sensación del amor crece en ti mientras practicas los ejercicios de respiración. Incluso si parece difícil; insiste y notarás como la sensación de dolor empieza a perder su fuerza.

6. Sé consciente y procura entender tus creencias irracionales…esto es lo que son…irracionales!: Recuerda que no puedes obligar a nadie a que te quiera si no quiere hacerlo; no puedes obligar a nadie a que te trate exactamente como tú quisieras que te tratase si no quiere hacerlo; no podemos hacer que el mundo siempre nos trate tal como nos gustaría; creer otra cosa es irracional. Si no vamos con cuidado, estas creencias pueden convertirse en reglas imposibles de cumplir: cómo las demás personas deberían siempre comportarse contigo, cómo tú deberías siempre comportarte hacia los demás. Tú, igual que cualquier otra persona en este planeta, puedes esperar y trabajar por alcanzar la salud, la paz, el amor y la prosperidad. Sin embargo, no son tus derechos. Nos precipitamos a juzgar las situaciones como “buenas” o “malas”. En varias ocasiones en mi propia vida, alguna situación que en su momento la percibí como mala o terrible, se demostró ser retrospectivamente como una maravillosa oportunidad que indicó un cambio importante y positivo.

7. Busca maneras más productivas para satisfacer tus necesidades positivas: No puedo hacer que me quieran como yo quiero, así que cuando alguien me quiere (a su manera), lo acepto como un maravilloso regalo que no rechazaré. Vemos con tanta claridad como un amigo, compañero de trabajo o familiar está dándose cabezazos contra la pared en un intento de hacer que funcione una relación, cuando se ve claramente que la otra persona no tiene ningún interés; como la misma persona se queja constantemente de no
conseguir lo que quiere de su vida, trabajo, amigos, vecinos, etc; vemos como se queja, se enfurece y como siente que no es justo. Aunque es verdad que a veces están limitadas nuestras opciones, también es verdad que muchas veces podemos liberarnos de mucho padecimiento si soltáramos una creencia irracional y aceptáramos la realidad de una situación. Míralo como coger la fruta madura que cuelga en la parte baja del Árbol, en vez de intentar coger la fruta verde en la parte alta del árbol que éste no quiere darnos. ¡Quién sería tan estúpido como para siempre intentar coger la fruta verde en la parte alta del árbol cuando hay fruta madura a mano! En vez de repetir y repetir un
acontecimiento doloroso una y otra vez, céntrate en satisfacer tus necesidades positivas donde hay más probabilidad de tener éxito.

8. La mejor venganza es vivir bien tu vida: La palabra “venganza” se emplea aquí no en el sentido de “vengarse” – ojo por ojo. No existe otra venganza mejor que vivir una vida productiva y feliz. La alternativa es dar poder adicional a la persona que te hizo daño en primer lugar. Cada vez que rebobinas y repites, cada vez que revives las emociones que tuviste, estás arrendando una parte de tu mente a la persona que te hizo daño ”rent-free”, es decir, sin cobrarle. Conceder espacio en tu mente, tener un “inquilino” de este tipo puede convertirte en amargado, cínico y temeroso. Practica “ser agradecido”. Haz un esfuerzo consciente de ver el amor, la belleza y la bondad presente en tu vida. Es cierto, lo he pasado mal, pero he superado este momento difícil y gracias a ello, soy más fuerte. Puedo integrar la experiencia, aprender de ella y vivir una vida productiva y saludable con el corazón abierto.

9. Cambia de víctima a héroe: Cambia tu historia de quejas, para no ser la víctima, sino el héroe. Nuestra vida es una colección de historias. Una parte del problema es que cuando sentimos que nos han hecho daño o que nos han tratado mal, adoptamos la postura y la historia de la víctima. Si consideras cualquier situación en la cual te trataron mal o te engañaron, tendemos a darle a la otra persona el papel del “malo” (con todo el poder) y tú como la víctima desventurada, (sin poder): “Mira lo que me hizo” (sin poder). Es imprescindible acabar con esto, y cambiar la historia de modo que tú te conviertas en el héroe. Tú elegiste la opción heróica de perdonar. De acuerdo, tomaste una mala decisión, o las cosas no salieron como habías planificado; así es la vida. Por supuesto, sentiste dolor en el momento, esto es perfectamente normal. Sin embargo, la vida sigue; superaste esta dificultad; tomaste la decisión valiente de perdonar; integraste la experiencia y te has vuelto más fuerte gracias a esto.

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