alert title

alert text

La importancia de entender “inter-ser” y la compasión

Foto destacada de la publicación

Geoffrey Molloy

No estoy muy orgulloso de compartir contigo el hecho de que he visto muy poco a mi Madre durante los últimos diez años. Me he sentido triste por ello pero también siento que tenía una justificación. Nos abandonó a mis hermanos y a mí dos veces cuando éramos muy jóvenes, dejándonos al cuidado de nuestro […]

marzo 15, 2015

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

2 comments

No estoy muy orgulloso de compartir contigo el hecho de que he visto muy poco a mi Madre durante los últimos diez años. Me he sentido triste por ello pero también siento que tenía una justificación. Nos abandonó a mis hermanos y a mí dos veces cuando éramos muy jóvenes, dejándonos al cuidado de nuestro abusivo padre alcohólico y por tanto acabamos pasando nuestra niñez en varios orfanatos.

Mi recuerdo de ella es de una mujer violenta y narcisista; aunque suene fuerte, francamente estaba más loca que una cajita llena de ranas. Le tenía miedo. Más tarde, intenté que se interesara por mis hijos (sus nietos), pero ella nunca demostró ningún interés en conocerles. Como padre y ahora abuelo también, es algo que encuentro difícil de comprender.

En estas fiestas pasadas, visité a mi hija, su marido y sus dos hijas (mis nietas) que viven en el Reino Unido donde también vive mi madre. No tenía la intención de visitarla pero ya que estaba ahí pensé que hubiera sido maleducado por mi parte no hacerlo. Aunque tenga 82 años está muy sana y su mente sigue estando igual de clara que siempre. Participó en su último medio-maratón con 72 años.

Fui con mi hija y la sorprendimos en su casa, sin anunciar la visita. Su reacción fue una mezcla de en un principio llorar sin control mientras me abrazaba fuerte y después reír. Sentí todo más bien extraño.

Al escucharla vi a una mujer triste llena de remordimientos en cuanto a cómo su vida hubiera podido ser y a las oportunidades que perdió para siempre al no conocer mejor a su propia familia. Me habló de su propia niñez: los brutales horrores que sufrió y presenció a manos de la ocupación japonesa en su país nativo, Malasia, durante la Segunda Guerra Mundial – fue toda una pesadilla. Luego, más tarde, se encontró en otro país, en una cultura extraña, sin saber leer ni escribir, casada con un monstruo borracho (mi padre). Jamás  espero que ella cambie o que se comporte diferente pero cuando la escuchaba sentí una gran compasión. No quiero decir lástima. Quiero decir que comprendí que ella, igual que tú, yo o cualquier otra persona, sólo quería evitar el propio sufrimiento y ser feliz. Durante la mayor parte de su vida está claro que no consiguió ninguna de estas cosas.

El hecho es que muchos de nosotros no nos convertimos en las personas que esperamos ser. Aunque debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones, el hecho es que no vivimos en un vacío; todos estamos interconectados, y por tanto, somos la suma de las muchas influencias y experiencias de nuestras vidas. A medida que la escuchaba tuve que preguntarme si, dadas las mismas circunstancias, yo hubiera salido diferente a ella. La verdad es que desconozco la respuesta a esa pregunta.

Al vivir nuestras vidas cotidianas nos conviene recordar que todos queremos ser felices y evitar el sufrimiento. Sin embargo, muchas veces nos perdemos en el camino. Hacemos lo que creemos que aliviará nuestro sufrimiento pero esto, muchas veces, causa más sufrimiento y lo que creemos que nos hará felices puede ocasionar justo lo contrario. Cuando nos encontramos con personas que parecen estar amargadas, enfadadas o simplemente son desagradables, deberíamos recordar que ellos también quieren evitar el sufrimiento y ser felices, y sin embargo, por alguna razón, no les está ocurriendo.

Tales encuentros nos dan la oportunidad de practicar la compasión y deberíamos estar agradecidos. En ningún momento esto significa que tengamos que consentir o aceptar su comportamiento; después de todo tenemos que cuidar de nosotros mismos. Sin embargo, en nuestros corazones podemos desearles lo mejor en sus vidas, que sufran menos y encuentren una mayor felicidad.

Comentarios de la comunidad

Mercedes

gracias por compartir. No dejamos de estar todos en el mismo barco... un abrazo de agradecimiento

aravillan7

gracias

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Enviar

</> with <3 by Latte