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La humildad y tener razón

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Geoffrey Molloy

La humildad significa soltar la necesidad de tener razón. Permite descubrir la arrogancia, juicio y prejuicios que llevamos con nosotros.

octubre 18, 2023

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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La humildad es algo que me ha costado (y sigue costándome) aprender.

Las palabras tienen el poder de unirnos, también el poder de separarnos sobre todo porque distintas personas atribuyen significados diferentes a la misma palabra. Las palabras que me vienen a la mente son: dios, espiritualidad, compasión, perdón, amor y humildad, pero hay muchas más. También es cierto que el significado que tienen las palabras puede, para cada uno de nosotros, cambiar con el tiempo. En mi caso, los significados de todas las palabras escritas anteriormente han evolucionado de forma importante.

La humildad fue durante gran parte de mi vida una palabra negativa, una palabra que asociaba con la debilidad, la sumisión, el auto-desprecio, una especie de timidez de «callarse».

Creo que la mejor definición que puedo dar ahora de la palabra sería:

Soltar la necesidad de tener razón.

La necesidad de tener razón puede hacer que nos sintamos incómodos cuando nos enfrentamos a nuestra incertidumbre, especialmente cuando los demás parecen estar tan seguros.  Sin embargo, el sentido de certeza no significa que algo sea la verdad.

La incertidumbre, a veces, es todo lo que hay; simplemente tenemos que aceptar y navegar por ella.

Para muchos de los seres humanos, cuanto mayor son sus dudas, más rotundamente seguros están. Los fanáticos suelen ser las personas que tienen las mayores dudas.

Practicar la humildad, ser consciente de mi arrogancia, de mi necesidad de tener razón, me ha permitido descubrir la sutil (y a veces no tan sutil) arrogancia, juicio y prejuicios que llevo conmigo todo el tiempo. También, cómo éstos contaminan todos los aspectos de mi vida, actuando frecuentemente como un filtro. La sensación de que «yo sé más” o “tengo razón» actúa como una gruesa lámina de goma transparente entrepuesta entre mí y el mundo físico que me impide experimentar mi vida directamente.

La humildad me permite practicar sin expectativas. Es la cualidad que me permite no preocuparme por cuánto camino ya he recorrido y el largo camino que me queda por recorrer. Estoy convencido de que incluso si me muero a los 90 años, estaré a mitad de mi camino. La humildad me permite centrarme en las prácticas, en el camino, en el aquí y ahora, en lugar de obsesionarme con el objetivo y con “lo bien que lo estoy haciendo”.

El destino es el camino y las prácticas.

La humildad crea un espacio entre mi juicio y el mundo que me rodea, lo que a su vez crea espacio para la elección.

A pesar de mis intenciones, fracaso con frecuencia ya que mi necesidad por tener razón secuestra mi atención.

La humildad da lugar también a la paciencia: de hacer todo lo que pueda, lo mejor que pueda, y soltar. Como me siento en este momento es simplemente cómo me siento en este momento. No necesito cambiar nada; sólo estar plenamente presente.

La humildad no es debilidad, sino todo lo contrario; es una parte vital de cultivar una actitud de curiosidad abierta, con un sentido de cariño hacia mí mismo (y hacia los demás) y un suave sentido del humor. Esto a su vez, me permite estar con sentimientos y pensamientos incómodos, lo que a su vez, me permite aprender y con esperanza crecer y volverme más sabio.

Os deseo a todos; paz, salud y felicidad.

Comentarios de la comunidad

José Rodríguez Tena

Gracias Geoffrey por enviarnos estos correos que nos hacen reflexionar. Desde niño, mi padre, me inculcó la humildad, pero de una forma que yo no entendía. Yo sentía que no podía celebrar mis logros, en la escuela o el deporte, porque según yo entendí de mi padre, eso era arrogancia, pero yo sentía que era más arrogante minimizar, ante los demás, mis logros, ya que, si no le daba importancia a quedar primero en una competición, menos importancia tenía el que había quedado por detrás y muchos de mis compañeros lo percibían de la misma forma. Esto me hizo rechazar la competición y dejar de competir. Con el tiempo me di cuenta que la humildad no va de ser mejor o peor en la competición o en tus logros, sino que es aceptarte y aceptar las diferencias con los demás…como tú dices, no pensar en tener razón, porque cada uno tiene sus razones. El reconocimiento es el que nos damos a nosotros mismos sin necesitar el de los demás. Saludos, Jose

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