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Geoffrey Molloy
La esencia es vender la mentira de que el alcohol es inocuo excepto para aquellas personas "defectuosas" con una enfermedad "vergonzosa" llamada alcoholismo.
octubre 4, 2023
Alcohol independiente, Boletines,
2 comments
El alcohol es una droga adictiva – la más nociva y peligrosa de la sociedad. No existe tal enfermedad como la enfermedad incurable del alcoholismo. Sin embargo, sí existe la adicción al alcohol. La adicción no es una enfermedad; la adicción pertenece a su categoría propia.
Casi desde el día en que nacimos, nos han bombardeado con publicidad, propaganda* y lavado de cerebro sobre el alcohol. Un estudio reciente realizado en EE.UU. calculó que, antes de cumplir los dieciocho años, un estadounidense típico habrá estado expuesto a más de 100.000 casos de promoción del alcohol: a través de anuncios, posicionamiento de producto, vallas publicitarias, cine, servicios de streaming, revistas, servicios de noticias, TV, ropa, mobiliario de bar, redes sociales, etc. El objetivo es la siembra de ideas parasitarias* que asocian el alcohol con el sexo, la amistad, el poder, la moda, ser guay, el éxito, el deporte, utilizando estrategias desarrolladas originalmente por la industria tabacalera. A esto se añade la producción de «estudios científicos» en realidad no científicos, la influencia y/o corrupción de políticos e instituciones públicas. La esencia de todo esto es vender la mentira de que el alcohol es inocuo excepto para aquellas personas «defectuosas» con una enfermedad «vergonzosa» llamada alcoholismo (algo con lo que supuestamente nacemos y para lo que no existe cura, sólo un extraño estado permanente llamado «recuperación»). No existe ninguna prueba inequívoca de que la adicción sea una enfermedad. Lo que hace esta definición de enfermedad, ampliamente promocionada pero falsa, es permitir que la industria del alcohol se lave las manos de responsabilidad por los horribles daños que causa. Un estudio científico realizado en el Reino Unido (David Nutt et al 2010) sobre las 20 drogas recreativas más comunes (que incluían, heroína, cocaína crack, metanfetamina, cocaína y marihuana) demostró de forma inequívoca que el alcohol es una droga altamente adictiva, con diferencia la droga más perjudicial de nuestra sociedad.
Como la mayoría de la gente empieza a beber en la adolescencia, cuando el cerebro aún se está formando y la inseguridad social es máxima, la mayoría caemos en la trampa de confundir estar borracho (drogado con alcohol) con la felicidad. Estar borracho y ser feliz no son lo mismo; son dos estados radicalmente distintos. Es decir, vivimos en una sociedad en la que la mayoría de los adultos no tienen la experiencia de ser adultos sin que el alcohol esté presente en sus cuerpos.
Esto forma parte de la otra gran mentira de que la felicidad está «ahí fuera». Es el fundamento mismo de la sociedad consumista. Si te sientes infeliz, incómodo o tu vida carece de sentido, la respuesta es «tómate algo»: una copa, caña, un «vinito», un porro, una raya de cocaína. O bien, «cómprate algo» (con demasiada frecuencia algo que no necesitas con dinero que no tienes). Estas creencias nos mantienen siempre en la rueda de hámster del deseo, siempre hambrientos, nunca satisfechos. Al ingerir una sustancia que altera la mente o comprar algo, creamos una distracción, una especie de efecto anestesiante que no hace nada por tratar la causa; sólo alivia temporalmente los síntomas de nuestro dolor y sufrimiento.
Por felicidad entiendo paz en nuestro corazón, conexión, ecuanimidad, una sensación de bienestar general, de espacio interior que puede contener fácilmente nuestro sufrimiento, el dolor. Siempre está ahí dentro de nosotros; sólo necesitamos salir de nuestro propio camino para conectar con lo que ya está ahí.
Después de más de veinte años sin beber, puedo decir que no hay ni una sola situación en mi vida que mejoraría con la adición de alcohol.
Es hora de despertar y ser el guionista de tu propia vida.
Alcohol: no lo necesito, no lo quiero, no lo echo de menos.
Ideas parasitarias*: Una idea parasitaria es una idea, creencia o percepción perjudicial, normalmente manipulada a propósito y capaz de hacerte actuar en contra de tus propios intereses. Puede transmitirse (normalmente a través de la propaganda) y entre personas, normalmente a través del lenguaje.
Propaganda*: La propaganda es el uso de información, ideas o rumores cuidadosamente seleccionados y manipulados, difundidos deliberadamente. Se utiliza en todas las clases de medios de comunicación para promover una narrativa, normalmente falsa, favorable al propagandista (el que la promueve), con el fin de aumentar los beneficios sin tener en cuenta el daño que causará a los demás, a la sociedad o al planeta. Suele estar alimentado por la codicia de dinero y/o poder. Ejemplos clásicos de ello se encuentran en el comportamiento de la industria tabacalera, la industria del alcohol, la industria alimentaria, la industria farmacéutica, la industria de los combustibles fósiles y los partidos políticos. Los propagandistas («prescriptores») proporcionan a la sociedad información factual o no factual, una mezcla cuidadosamente elaborada de mentiras y medias verdades, haciendo demasiado hincapié en los aspectos positivos (ideas que apoyan sus objetivos) y restando importancia a los negativos, o viceversa, con el fin de moldear la opinión pública a gran escala e influir en los cambios de comportamiento. La propaganda habla al ego y está diseñada para crear una respuesta emocional (a menudo miedo negativo, envidia, odio, codicia) que subvierte nuestra capacidad de análisis racional.
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Comentarios de la comunidad
Alvaro
Como dejo el alcohol
Ana
Despues de leer hace ya un tiempo tu libro, no lo echo de menos, soy libre gracias a ti!! Me ha cambiado la vida. Recomiendo su lectura porque no ha sido difícil como yo creía .