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mayo 15, 2024
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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El rechazo de nuestros sentimientos incómodos crea sufrimiento autoinfligido.
Los sentimientos incómodos no son perjudiciales en sí mismos. Es el acto de rechazarlos (evitando, suprimiendo o resistiéndolos) lo que causa el sufrimiento, no el sentimiento en sí.
Por mucho que intentemos resistir o evitar los sentimientos incómodos, éstos no desaparecen; siguen formando parte de nosotros, existiendo justo más allá de los límites de nuestra conciencia. No experimentamos el sentimiento conscientemente, sino que lo que experimentamos es el miedo al miedo del sentimiento. Este sentimiento invisible y el miedo asociado siguen impulsando nuestro comportamiento.
Si te encuentras repetidamente en una situación «tóxica» (por ejemplo, relaciones tóxicas, ira crónica, adicción), a pesar de tu deseo de no estar en ella, es muy probable que estés intentando evitar un sentimiento incómodo que estás intentando rechazar para evitar una parte de ti mismo.
Mientras que el deseo de rechazar esta parte de nosotros es comprensible, es un error, ya que es una parte de nosotros; y evitarla o rechazarla es tan absurdo como intentar rechazar nuestro corazón, hígado, pulmones – lo que sería realmente extraño, ¿no?
Entonces, ¿cuál es la alternativa? La respuesta es la espaciosidad.
Dentro de cada uno de nosotros hay un espacio infinito, un espacio ilimitado capaz de albergar cualquier sentimiento, cualquier pensamiento, sin cambiar nunca la naturaleza esencial de ese espacio. Es un espacio de amor, ecuanimidad, conexión y alegría. Normalmente estamos demasiado distraídos para verlo, o andamos buscando frenéticamente fuera de nosotros una solución que reside en nuestro interior.
Este espacio se siente como el cielo azul infinito y claro. Los sentimientos y los pensamientos van y vienen del mismo modo que las nubes en el cielo azul. Surgen, permanecen un rato y luego se desvanecen.
En lugar de evitarlo o rechazarlo, simplemente permitimos que el sentimiento esté presente en el espacio infinito, como las nubes en el infinito cielo azul. Con curiosidad abierta y cariño hacia nosotros mismos, la exploramos, la sentimos en nuestro cuerpo, nos hacemos amigos de ella, tomamos una taza de té con ella. Descubrimos la sabiduría que contiene. Lo que era una fuente de miedo se convierte en una fuente de poder/fuerza.
Nosotros somos ese espacio, somos el cielo azul, inmutable. Los sentimientos van y vienen; los pensamientos van y vienen, pero el espacio sigue siendo el mismo.
Paz, Salud y Felicidad desde la Finca Las Bardas.
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