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LA CLAVE PARA LA ECUANIMIDAD

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Geoffrey Molloy

Tengo sentimientos pero no soy mis sentimientos.  Tengo pensamientos pero no soy pensamientos. Soy mucho más que mis sentimientos y pensamientos. Una vez aprendamos esto, una vez entendamos esto de verdad y lo integremos en nuestras vidas, entonces habremos formado la base para conseguir la ecuanimidad y una oportunidad real de experimentar la felicidad que […]

marzo 22, 2013

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Tengo sentimientos pero no soy mis sentimientos.

 Tengo pensamientos pero no soy pensamientos.

Soy mucho más que mis sentimientos y pensamientos.

Una vez aprendamos esto, una vez entendamos esto de verdad y lo integremos en nuestras vidas, entonces habremos formado la base para conseguir la ecuanimidad y una oportunidad real de experimentar la felicidad que es independiente de nuestras circunstancias.

En realidad nuestros pensamientos no son más que acontecimientos mentales que surgen en la mente, existen brevemente y luego se desvanecen en la nada. Son sólo acontecimientos mentales que están de paso. No necesitamos obligarnos a pensar, a tener pensamientos; surgen automáticamente, los queramos o no. Muchas veces son aleatorios, surgen al azar y pueden parecer estar completamente desconectados de cualquier otra cosa. Por ejemplo, estás hablando con alguien sobre un problema en el trabajo. Luego te acuerdas que tienes que hacer algo de compra; luego se proyecta en tu mente la imagen de una camisa que tuviste hace tiempo; esto te lleva a recordar un acontecimiento en tu niñez… y luego te encuentras pensando en un amigo en quien no habías pensado durante mucho tiempo.
El porqué nos sentimos de cierta manera puede parecer un misterio a veces. Nos despertamos un día y nos sentimos maravillosamente bien, positivos y capaces de hacer frente a y resolver casi cualquier problema que la vida nos podría traer. Al mismísimo día siguiente nos despertamos sintiéndonos tristes, ni de cerca tan capaces, ni de cerca tan positivos. No lo podemos entender; nuestras circunstancias son las mismas. Parece que no existe una causa para estos cambios en nuestros sentimientos. De hecho, nuestros sentimientos no son más que una respuesta a nuestros pensamientos y lo que es más importante, a nuestros pensamientos sobre nuestros pensamientos y a nuestros pensamientos sobre nuestros sentimientos.

El origen, el “porqué” de nuestros pensamientos y sentimientos puede parecer un misterio. Esto es porque gran parte de nuestra manera de pensar es inconsciente. Vivimos nuestras vidas en una especie de pensar en piloto automático. Nuestra percepciones y por tanto los pensamientos que éstas generan son automáticos. Un acontecimiento, una mirada, una palabra puede arrancar una cadena de pensamientos que puede resultar en una espiral compulsiva de pensamientos que generan ansiedad.

Por ejemplo, te despiertas a las tres de la madrugada e incluso antes de abrir los ojos, pensamientos ansiosos ya están llenando tu mente. De repente, estás plenamente despierto, sabiendo que sólo te quedan tres horas para descansar. Tus experiencias del pasado te dicen que va a ser difícil, incluso imposible reconciliar el sueño pronto; sabes que necesitarás estar muy espabilado, ya que tienes una presentación importante hoy; empiezas a imaginar un resultado catastrófico de la presentación y te sientes aún más ansioso. Intentas pensar en otras cosas pero esos pensamientos ansiosos no paran de entrometerse. Piensas “¿Por qué no puedo parar esto?; intentas descubrir la razón de tu ansiedad y te encuentras pensando pensamientos ansiosos sobre por qué no puedes parar de pensar pensamientos ansiosos. Puede que empieces a sentirte enfadado contigo mismo; miras el reloj y ya ha pasado una hora. Piensas, si me duermo ahora mismo sólo me quedan como máximo dos horas para dormir y ni siquiera tengo sueño y luego tengo la presentación. Ahora sientes ira y una frustración profunda por no poder parar esta manera de pensar tan ansiosa. Puede que ahora tengas miedo a que no puedes controlar tu mente, los pensamientos y ahora empiezas a fantasear sobre perder la mente volviéndote – incluso loco.

Estamos intentando escaparnos de pensar demasiado pensando aún más. ¡Ah! ¡Qué irónico!
Vivimos en un mundo en el cual gracias a la revolución digital, estamos disponibles 24 horas al día, 7 días a la semana, cada vez en mayor contacto con acontecimientos y gente. Irónicamente parece que estamos perdiendo contacto con nosotros mismos y el momento presente (el único lugar dónde podemos estar en contacto con nosotros mismos).

La “Mindful Meditation” nos puede devolver a nosotros mismos y darnos la conexión que – por nuestra misma naturaleza – ansiamos. Puede que incluso la mera idea de volver a estar en contacto contigo mismo, te llene de temor. Si este es tu caso, entonces sé consciente de que tu miedo está generado por tus pensamientos sobre lo que significa volver a estar en contacto contigo mismo.
Si todo esto te suena, te recomiendo que realices “Mindful Meditation” – la manera más efectiva de escaparnos de la esclavitud de pensamientos “tipo piloto automático” impulsados por la ansiedad. Mindful Meditation consiste en traer nuestra atención al momento presente, sin juzgar, sin clasificar nuestros pensamientos o sentimientos como “buenos” o “malos”. Se trata más bien de observarnos a nosotros mismos con un sentido de curiosidad abierta. Es una estrategia sistemática para desarrollar diferentes tipos de control y sabiduría en nuestras vidas utilizando nuestras propias capacidades innatas para la relajación, prestar atención, consciencia y visión interior. Es una invitación para embarcarnos en un viaje de auto-descubrimiento y desarrollo, de aprendizaje y curación.

Prueba los siguientes dos ejercicios:
1. Justo antes de dormirte dedica los últimos minutos a sentirte agradecido por todas aquellas maravillosas cosas que tienes en tu vida. Puede que sea tu salud, tus hijos, agua fresca potable… lo que sea. Una vez empecemos a buscar con nuestro corazón y mente abiertos, descubriremos tantas cosas que damos por sentado y en las que no nos fijamos nunca, y que pueden ser la fuente de un gran sentido de agradecimiento. Fíjate en tu estado anímico a la mañana siguiente. ¿Estás más o menos agitado?

2. Algo que puedes hacer – según la necesidad – para parar el acúmulo de estrés: Céntrate llevándote a ti mismo al presente – ahora mismo. Simplemente céntrate en tus sentidos. No intentes relajarte. Este ejercicio no trata de “intentar” conseguir algo. Tu intención y tu compromiso consisten simplemente en observar, sin juzgar mientras mantienes tu atención plenamente en el presente. Emplea tu atención fijándote en tu cuerpo sentado, observando tu respiración. Fíjate en el flujo de aire a través de los orificios de tu nariz, cómo tus costillas se expanden y se contraen. Pon tu atención en las sensaciones que tienes en el cuerpo por estar sentado. Pon tu atención en la presión de la silla contra tus glúteos y muslos, tus pies en los zapatos; la presión entre el suelo y la planta de los pies. Verdaderamente descansa tu atención en tus sentidos – en los ruidos alrededor de ti, los olores. Si te das cuenta de que te has perdido en tus pensamientos – recuerda los pensamientos son simplemente pensamientos (acontecimientos mentales de paso), entonces con suavidad y bondad cariñosa, vuelve a poner tu atención en tus sentidos. Tu intención es importante – observar sin juzgar. Haz esto unos minutos varias veces al día.

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