alert text
Geoffrey Molloy
Una autoestima sana yace en la auto-compasión. Esto supone actuar con amabilidad hacia uno mismo ante un fracaso o cuando no te gusta algo de ti mismo.
febrero 15, 2022
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
no comments
Durante los últimos treinta años hemos sido bombardeados con la importancia de la autoestima. “Autoestima” se convirtió en una palabra de moda. Nosotros, como sociedad, solemos obsesionarnos con el resultado y no con el proceso. Esto dio pie a esfuerzos bienintencionados pero con fallos fundamentales, como por ejemplo intentar aumentar nuestra autoestima mediante elogios arbitrarios o afirmaciones que tapan comportamientos poco sanos que tienen que cambiar. Mantener una autoestima alta pero “vacía” se asocia con el narcisismo y la superioridad, el bullying, los prejuicios y una imagen pomposa e irreal de nosotros mismos. Compararnos con otras personas también puede a llevarnos a despreciarlas para sentirnos mejor, o incluso ponerles a ellos como mejores para sentirnos peor. Esto significa que cuando la gente intentaba subir la autoestima (por ejemplo, eliminando competiciones en colegios “todos reciben un premio”, evadiendo el concepto de ganadores y perdedores), en verdad les quitaron la oportunidad a muchos niños de desarrollar resiliencia y una autoestima sana.
La autoestima básica viene de la familia y los padres. Si sentimos que nuestros padres y familia nos han visto y valorado como individuos únicos, entonces llevamos esa sensación de seguridad de tener un valor intrínseco en la vida. Si no experimentamos esto, sentiremos profundamente que valemos menos que otras personas; que siempre tenemos que gustar, complacer y encontrar difícil decir que no a otros. El siguiente nivel de autoestima nos hace más resilientes y es el resultado de esforzarnos para superar obstáculos y decepciones. Seguimos un camino; nos tiran al suelo; nos levantamos de nuevo; nos volvemos más conscientes y apreciamos nuestras habilidades más, nuestra capacidad de seguir adelante. Crecemos, no a pesar de los obstáculos, sino gracias a ellos. Todos tenemos que sufrir, sentirnos decepcionados; resurgir; hacernos más resilientes.
Algo así como nuestro sistema inmunológico que tiene que ser expuesto a la suciedad, contaminación, infección cuando somos pequeños para que seamos resistentes como adultos. Así que nuestro “sistema de autoestima” requiere de estrés, adversidad y sufrimiento para hacerse fuerte y vital para llevar una vida con sentido.
Las raíces de una autoestima sana yacen en la auto-compasión. Esto significa reconocer que sufrir, fracasar y la imperfección forman parte de la experiencia humana compartida por todos. De acuerdo con Kristin Neff:
La auto-compasión supone actuar con amabilidad hacia uno mismo cuando se está pasando por un mal momento, un fracaso o cuando descubres algo que no te gusta de ti mismo. En vez de simplemente ignorar tu dolor con una mentalidad de “actitud impasible”, paras para decirte “esto está siendo muy difícil ahora mismo” ¿Cómo puedo consolarme y cuidar de mí mismo/a en este momento?
En vez de juzgarte sin piedad y criticarte por diferentes equivocaciones o defectos, la auto-compasión significa que eres amable e intentas entenderte cuando te ves confrontado con fracasos personales – después de todo ¿de dónde sacaste la idea de que tienes que ser perfecto?
La autoestima sin compasión no es más que arrogancia y un intento para compensar una profunda sensación de inseguridad. Por lo contrario, la auto-compasión es la base de la verdadera autoestima.
En nuestra sociedad confundimos el ego inflado con la autoestima. Intentamos “tomar prestada” la autoestima de nuestro coche, ropa, trabajo, de nuestras vidas falsas de las redes sociales. Intentamos llenar el vacío y la falta del significado básico de la vida mediante compras, consumir más cosas; lo que nos da un alivio momentáneo pero que acaba haciéndonos sentir aún más vacíos.
Esto nos convierte claramente en perfectos pequeños consumidores. Irónicamente, intentamos llenar ese vacío con cosas que lo hacen crecer. Verdaderamente es un tipo de adicción.
Lo que muchos perciben como una autoestima alta es nada más en realidad que un gran ego inflado, narcicismo y una peligrosa manera egocéntrica de ver el mundo.
A parte de volvernos a nosotros mismos y a otros más infelices, nos aleja de verdades y percepciones tan vitales como el amor, la interconexión, inter-ser, la amabilidad, la impermanencia, gratitud y felicidad empática.
A menos que cambiemos nuestra conciencia, nuestra percepción y nuestro comportamiento estamos condenados como especie y sufriremos la misma suerte del 99% del resto de especies de nuestro maravilloso planeta − la extinción, que es la regla sin excepción.
Así que, ¿qué vas a hacer al respecto? Si quieres un futuro mejor para nuestro planeta, para la humanidad, para tus hijos, entonces despierta y sé el cambio. ¡Sin excusas!
Si no sabes por dónde empezar, aprende más sobre la auto-compasión y otras percepciones y prácticas fundamentales en nuestros retiros en Cantabria.
Conviértete en el cambio.
</> with <3 by Latte
Comentarios de la comunidad