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septiembre 8, 2015
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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¿Cuántas veces nos juzgamos a nosotros mismos y a otros de esta manera? Si las cosas salieron según fueron planeadas – hemos tenido éxito; si no salieron – hemos fracasado. Cuando pensamos en tales términos nuestro temor al fracaso puede mermar nuestras vidas creando ansiedad y quitando alegría.
Sir Ken Robinson, el renombrado educador británico cuenta la siguiente historia: una maestra de niños pequeños de primaria estaba muy intrigada por lo concentrado que estaba uno de sus alumnos en una clase de dibujo. La alumna fue una niña de seis años normalmente poco entusiasmada con el dibujo. Pero en esta ocasión en particular estaba totalmente absorta en su dibujo, inconsciente del resto del mundo mientras dibujaba con total concentración. La maestra, feliz de ver a la niña tan obviamente absorta en su arte, le preguntó lo que estaba dibujando. La niña contestó: “Estoy dibujando a Dios”. La maestra respondió: “pero nadie sabe qué aspecto tiene Dios.” La niña respondió sin pausa, “Pues entonces pronto lo sabrán. ¿Verdad?”
Ya que como niños no nos preocupa cometer errores, el temor a equivocarnos simplemente no entra en nuestras mentes. Cuando somos pequeños, la vida sigue siendo una gran aventura. Nuestra curiosidad es insaciable. Equivocarnos no es peor que tener razón; todo es un maravilloso experimento. Este verano he pasado mucho tiempo con mis nietos. Aparte de ser su amiguito de juegos XXXL, uno de mis papeles principales consiste simplemente en asegurar que estén seguros a medida que exploran y experimentan con el mundo. Uno de los aspectos más fascinantes de los niños pequeños es cómo experimentan constantemente con el mundo. No se preocupan por ser una persona exitosa o fracasada, sino que interactúan con el mundo para ver qué pasa y la risa y asombro que les provoca el mundo.
Sin embargo, antes de llegar a ser adultos, muchos de nosotros hemos perdido esta alegría con la vida. Nos hemos vuelto temerosos de cometer errores. Hemos aprendido que los errores son malos y el equivalente del fracaso. Hemos adquirido una aversión a cometer errores y a la humillación que imaginamos que conlleva. La mayoría de las personas sufrirían todo tipo adversidad voluntariamente siempre y cuando “tengan razón” pero preferirían morirse antes de tirar un pedo ruidoso en público.
La vida es un experimento maravilloso. Todo lo que hacemos no tiene por qué ser una crítica “todo o nada” de nosotros mismos, “bueno o malo”, “acertado o equivocado”, “éxito o fracaso”.
Mira los errores de la vida por lo que son: lecciones de vida valiosas que nos da el Universo que sólo podemos aprender si experimentamos; hay que “mojarse”. El universo nos envía lecciones de la vida. Una vez hayamos aprendido una lección, avanzamos hacia la próxima. Si no aprendemos, tenemos que repetir la lección. Cuando las cosas no salen según nuestros planes, existe información verdaderamente valiosa dentro de la experiencia. De hecho, el éxito no puede llegar sin errores.
Si nunca has cometido un error, es probable que nunca hayas conseguido realizar algo de valor. Piensa por ti mismo. Confía en el universo. Atrévete a cometer errores. Ve la vida como un experimento; cada experiencia contiene una lección. Sin equivocarnos primero, nunca llegaremos a tener éxito.
Copyright © * Geoffrey Molloy. Todos los derechos reservados de las imágenes.
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Comentarios de la comunidad
asanchez903Toni
Cuanta razón tienes Geoffrey, yo quiero llegar al último de mis días con cicatrices por haber luchado y no limpio y vacío :-)