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¿Es bueno o malo?

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Geoffrey Molloy

Bueno… quiero más. Malo… ¡sácame de aquí! Esta dicotomía es la raíz de la mayor parte del sufrimiento humano. Tus genes quieren que sobrevivas y crees más copias. Todo lo que somos en este mundo físico surge de esto. Lo puedes ver reflejado en el mundo del cine donde la violencia y el sexo (sobrevivencia […]

marzo 19, 2019

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Bueno… quiero más. Malo… ¡sácame de aquí! Esta dicotomía es la raíz de la mayor parte del sufrimiento humano.

Tus genes quieren que sobrevivas y crees más copias. Todo lo que somos en este mundo físico surge de esto. Lo puedes ver reflejado en el mundo del cine donde la violencia y el sexo (sobrevivencia y procreación) están presentes hasta cierto punto en la mayoría de las películas. Son estos temas que más captan nuestra atención, despiertan el interés y nos emocionan.

Nuestros genes, como resultado de la evolución, nos han proporcionado las herramientas para cumplir nuestra misión: un sistema efectivo de supervivencia (que incluye el ego) y un deseo sexual potente. Todo está orientado hacia estos objetivos. Tus genes no dan gran prioridad a que veas las cosas tal como son, a que tengas felicidad o paz en tu corazón. No les importa un comino que encuentres sentido en tu vida; simplemente lo que les interesa es que sobrevivas el suficiente tiempo como para producir copias viables. No se requiere mucha imaginación para ver cómo esta dicotomía de supervivencia, “bueno… quiero más – malo… ¡sácame de aquí” podría ser asombrosamente útil para un cazador en un lugar como la sabana africana.

Sin embargo, no somos cazadores. La mayoría de nosotros vivimos en ciudades; vivimos en una sociedad acelerada, fragmentada y distraída (muy alejados de la sabana africana) en la que los problemas principales son cómo evitar excesos, encontrar sentido en la vida y  felicidad. Por tanto, siempre percibir y reaccionar al mundo a través del prisma de la supervivencia y la procreación es a la vez inapropiado y problemático.

Así, que… ¿Qué podemos hacer?

  1. Adopta “the bigger picture” una visión más global; contemplar el milagro de estar vivos, conscientes y con conexión. Cuando, por ejemplo, alzamos la vista y observamos la oscuridad infinita estrellada del cielo de la noche con asombro y aprecio nos damos cuenta de que nunca dejamos de formar parte del universo. Por tanto, somos una manera en la que el universo se aprecia a sí mismo. Fijarnos, apreciar y marinar nuestra mente con tal regalo es el primer paso en ver las cosas con una perspectiva más útil además de científica. En este contexto vemos claramente que tantas cosas por las que nos preocupamos tanto, de las que nos quejamos lloriqueando no son más que pequeñeces efímeras sin tanta importancia.
  2. Elige un prisma diferente: En vez de emplear el prisma “bueno/malo o correcto/incorrecto”, adoptamos una actitud de curiosidad abierta. Vemos que lo que hay en realidad es experiencia y aprendizaje. Toda la experiencia es útil; hay que darles la bienvenida todas las sensaciones; cada situación, cada experiencia por incómoda que sea contiene información y una lección.
  3. Sé bondadoso contigo mismo. Somos una paradoja; somos pequeños y limitados y a la vez infinitos y conectados. Esto confunde mucho nuestros pequeños cerebros; con mucha frecuencia nos olvidamos  de lo asombroso que es todo – el milagro de la vida. Nos aceptamos a nosotros mismos con una sonrisa bondadosa; experimentamos y aprendemos.

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