alert text
mayo 23, 2013
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
no comments
Las personas muchas veces confunden pensar con precisión con pensar en positivo.
Cuando sugiero a un grupo de personas que hagan el esfuerzo consciente de empezar a fijarse en las cosas buenas que tienen en sus vidas, normalmente, hay al menos una persona en el grupo que cree erróneamente que estoy hablando de “pensar en positivo”, lo que requiere que uno tenga que repetir mantras positivos, como por ejemplo: “soy guapo” o “soy feliz, con éxito y amado”. (Los mantras normalmente son lo contrario a lo que la persona cree – sino, no haría falta decirlos).
Así que, ¿de qué estoy hablando?
¿Qué es más probable que capte tu atención, las cosas que van bien o las cosas que van mal? Las cosas que van mal ¿Verdad? Esto es porque por defecto nos fijamos en lo que está “mal”; es inconsciente, un piloto automático mental que lleva nuestra atención naturalmente a cosas que amenazan torcer nuestros planes (por ejemplo, atascos, colas en el supermercado…)
¿Qué podemos hacer entonces? Pues, es difícil evitar muchas de estas situaciones; tenemos que hacer la compra, viajar de un lado a otro. La mayor parte del tiempo hay muy poco que podemos hacer para cambiar nuestras circunstancias. Por ejemplo, no puedes cambiar los agentes de seguridad en un aeropuerto británico. No puedes simplemente hacer que desaparezca la cola en un supermercado. Tampoco al tráfico le importa un comino lo que necesitas hacer o si vas a llegar tarde y cómo eso te hace sentir. Una cosa que sí podemos hacer es restaurar el equilibrio en nuestras vidas. Lo que sí podemos elegir es ser conscientes dónde ponemos nuestra atención, dónde fijarnos y nuestra actitud.
Cuando inevitablemente te encuentras en tales situaciones, ¿en vez de elegir estar en piloto automático (reaccionando de manera inconsciente y habitual) porqué no eligir pensar en qué prestar tu atención? Si no haces esto, entonces durante una gran parte del resto de tu vida, te sentirás irritable y enfadado, porque el mundo no te está dando el respeto que tú piensas que te mereces. “No me merezco largas colas en el supermercado“. “No debería esperar si tengo tanta hambre”. “¡Simplemente, no es justo!” “Esto pasa siempre”. “¡No lo aguanto más!” Pero esto es precisamente lo que ocurre cuando vamos por la vida dentro de la burbuja del “universo centrado en mí”.
Todo tiene que ver conmigo: mis problemas, mi tiempo, mi hambre, mi vida, mis relaciones. Perdemos conexión con los demás a medida que se convierten nada más que en obstáculos en nuestro camino.
La felicidad llega cuando, en vez de reaccionar de modo inconsciente, permitiendo que nuestro piloto automático nos dirija, elijamos sobre qué prestar nuestra atención. En vez de ver a estas otras personas (en la cola, en el atasco) como irritantes de dos dimensiones (paletos, gordos, apestosos, bovinos o simplemente irritantes sin conexión, sin ningún valor), pensemos, “igual que yo, sólo quieren ser felices y evitar el sufrimiento”. Es probable que estén igual de aburridos y cansados como tú. Cuando elegimos traernos al presente para experimentar lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, no podemos evitar experimentar nuestra humanidad común, la conectividad entre todo. Si, además de esto, podemos – en silencio, con sinceridad y de todo corazón – verdaderamente desear lo mejor para las personas a nuestro alrededor, entonces el tiempo que pasamos en la cola del supermercado, atascados en el tráfico o en un aeropuerto, pueden convertirse en momentos profundos de realización y de conexión.
</> with <3 by Latte
Comentarios de la comunidad