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septiembre 18, 2018
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Recientemente ha salido a la luz otro escándalo religioso más: Sogyal Rinpoche, un “gurú” budista conocido y a cuyo retiro asistí hace más de veinte años, ha dimitido después de haber sido acusado de abuso físico, sexual y psicológico a sus discípulos.
He viajado por el mundo y he encontrado que hay muchas personas buenas y sinceras en todas las religiones (por quienes son y no por su religión). Sin embargo, donde hay religión (incluyo todas las religiones y todas las sectas en esto), existe abuso. A veces es más sistemático y organizado en su perpetración y encubrimiento y en otras ocasiones aparentemente es más esporádico y aislado.
Es nuestro derecho de nacimiento encontrar nuestro propio camino.
Si somos sinceros en nuestra búsqueda por la verdad, tenemos que ser lo suficientemente valientes para vivir con la incertidumbre. Esto no es fácil, ni es cómodo. Sin embargo, si simplemente quitamos de nuestros hombros la carga de cuestionar, si no queremos comprometernos al duro trabajo para verdaderamente conocernos a nosotros mismos, entonces tristemente sacrificamos aquel derecho de nacimiento por un falso sentido de certidumbre. Perdemos la oportunidad de encontrar nuestro propio camino – nuestra propia verdad. Tenlo claro, no existe un solo camino. ¿Cómo podría haber un solo camino? Todos empezamos desde un sitio diferente.
La relación gurú-discípulo es ideal para el abuso y muchas veces deja al discípulo/a atrapado/a en, adicto/a a o añorando la euforia. Un maestro/profesor es como un dedo que señala la belleza de la luna. Lo que importa es que el alumno vea, contemple y aprecie la luna por sí mismo/a. Tristemente, lo que ocurre con demasiada frecuencia, es que el alumno/a se vuelve obsesionado/a con el dedo y nunca ve la luna. Cree erróneamente que el secreto yace en el maestro (el dedo). También tristemente existen maestros y religiones que fomentan esto – siempre para su propio beneficio.
El crecimiento y desarrollo verdaderos ocurren cuando desarrollamos nuestra relación directamente con el misterio de la existencia, con la conexión y la experiencia de la vida. Los maestros (mayores y menores) están ahí para indicar el camino pero somos nosotros, los que tenemos que encontrar el camino, y no quedarnos atrapados en la adoración o en la euforia. Una de las razones por las que he incorporado mucho de la filosofía budista en mi vida (la filosofía, no la religión) es por la enseñanza de Siddhartha Guatama (el Buda). (Lo he parafraseado):
No creas nada simplemente porque lo hayas escuchado. No creas nada simplemente porque se haya dicho o rumoreado por muchos. No creas nada porque se encuentre escrito en tus libros religiosos. No creas nada por el mero hecho de que lo dicen tus profesores o gente mayor. No creas en tradiciones porque han sido transmitidas por muchas generaciones. No creas nada porque lo digo yo, sino que si, después de la observación y el análisis, encuentras algo que está de acuerdo con tu razonamiento y es conducente al bien de todos, entonces acéptalo y vive según ello.
Es un deber para nosotros mismos establecer una práctica habitual que ayuda a limpiar nuestra visión de distorsiones; también contemplar y experimentar la compasión hacia otros y hacia nosotros mismos; también contemplar y experimentar la realidad de la conexión, del agradecimiento y la impermanencia. Los maestros pueden enseñar y formarnos en cuanto a cómo explorar y experimentarlos, pero somos nosotros, los que tenemos que hacer el trabajo en sí.
* Nota empleo la palabra maestro aquí en el sentido de profesor
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