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septiembre 17, 2020
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Hace poco leí algo sobre un hombre que fue puesto en libertad después de pasar 37 años en la cárcel. Pruebas de ADN demostraron que fue inocente del crimen por el cual había sido encarcelado durante toda su vida de adulto. Aparentemente la policía quería cerrar el caso; encontraron un sospechoso probable y dejaron de investigar.
Por muy pesadilla que esto sea, todos somos culpables del mismo error; una vez pensamos que sabemos o entendemos algo, nos agarramos a esta certeza y dejamos de buscar. Peor aún… ¡ dejamos de ver! Igual que el policía que encarceló al hombre equivocado, masajeamos los hechos para que apoyen nuestras creencias.
Nuestro deseo por la certeza, mientras entendible, limita severamente la calidad de nuestras vidas. Construimos y nos confinamos a la cárcel de la certeza; de esta manera reducimos la calidad de nuestra experiencia y empobrecemos la calidad de nuestras vidas.
Cuanto más aprendo en prácticamente cualquier área de empeño humano, tanto más me doy cuenta de la inmensa profundidad y amplitud de mi ignorancia y de la de los demás. La adquisición de conocimientos, templada con la experiencia me ha llevado a “la sabiduría de la ignorancia”. Intento no enfocarme en el “porqué”, sino en el “cómo”, en el proceso de la vida – en el trabajo muchas veces difícil e incómodo de tener que forjar mi propio camino, lo que espero me acerque a alguna especie de verdad. (Fíjate en verdad con “v” minúscula, no “V” mayúscula.)
Intento sostener cualquier punto de vista muy ligeramente en mi mente, sin agarrarme a ello. Por supuesto, no siempre lo consigo. Reconozco en mí el deseo emocional por la certeza pero me he enseñado a sentirme cómodo con la sensación incómoda (muchas veces emocionante) de no saber. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que cualquier punto de vista sólo puede ser el mejor punto de vista en ese momento y en esas circunstancias. Si encuentro un punto de vista mejor, tengo que estar despierto si no, pierdo la oportunidad de avanzar.
Imagina que estás caminando de día a través de un bosque; es bastante probable que estés perdido/a en tus pensamientos, viviendo en modalidad “piloto automático” y es probable que experimentes muy poco conscientemente. Si, por lo contrario, caminas por el bosque en la oscuridad, estárás plenamente despierto/a, en alerta y consciente; todos tus sentidos están abiertos y te fijarás en mucho más.
La siguiente lección en la Kalama Sutta atribuido a Buda es algo que he encontrado muy útil:
“No creas nada simplemente porque lo has escuchado. No creas nada simplemente porque ha sido hablado o rumoreado por muchos. No creas nada porque se encuentra escrito en tus libros religiosos. No creas nada por el mero hecho de que lo dicen tus profesores o gente mayor. No creas en tradiciones porque han sido transmitidas por muchas generaciones, sino que cuando tú mismo te das cuenta de que estos elementos son hábiles, intachables, alabados por personas sabias y que si se adoptan y se llevan a cabo, conducen al bienestar y la felicidad de todos – entonces sí, deberías de adoptarlos y vivir según ellos.
Recuerda, no existe relación entre la certeza y la verdad. ¡Ojo con las personas que están convencidos de algo!
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