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noviembre 12, 2019
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Sólo dos cosas en esta vida son ciertas: vas a morir y no sabes cuándo. Estas son certezas. Sin embargo, pasamos la mayor parte del tiempo intentando evitar pensar en cosas tan “desagradables”. Por tanto, cuando alguien se muere o desarrolla alguna enfermedad seria, se vuelve calamidad. No estamos bien preparados.
Todo que tiene que ver con nuestros cuerpos físicos ha sido formado por la evolución. Nuestra misión evolutiva es simplemente sobrevivir y reproducirnos. Cualquier adaptación que aumenta las probabilidades de tener éxito con esta misión se guarda y se vuelve parte de nuestro genoma. El duelo es una de tales adaptaciones.
El duelo es un proceso de curación. Nos permite asumir el terrible dolor de pérdida, abandono y muerte. Nos permite hacerle frente, curarnos y seguir con nuestras vidas. Sin embargo, podemos quedarnos bloqueados, atascados en este proceso si lo malentendemos; cuando, en vez de integrar la tristeza, permitiendo que simplemente esté ahí, intentamos evitarla. Cuando intentamos evitar los sentimientos de tristeza, el dolor de la pérdida puede crear el padecimiento que se conoce como la depresión.
Deberíamos aceptar la tristeza simplemente como otra emoción más con sus sensaciones, beneficios y lecciones únicas. La tristeza forma una parte inevitable de la vida – un proceso de curación. Si le hacemos frente con curiosidad abierta, con un sentido de bondad hacia nosotros mismos y con un toque de humor, descubrimos que la tristeza es una emoción rica agridulce y de muchas facetas, que da la promesa de curación y paz.
Vive como si vas a morir.
Vive mejor.
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