El amor es nuestro estado natural

Puede que al leer el título de este newsletter pienses: “Lo sabía, Geoffrey no es más que un viejo hippy. Quizá esté escribiendo esto con flores en el pelo o ¡¿Qué estará fumando?!» Por estas razones, esto es algo sobre lo que no he escrito ni hablado mucho. Pero parta de donde parta, mi experiencia es la siguiente:

El amor es nuestro estado natural.

El amor es poderoso; es curativo. Es un nutriente vital para el individuo y para la sociedad humana.

Nuestra misión evolutiva es sencilla: sobrevivir y procrear. La evolución se ha asegurado de que el miedo sea nuestra emoción más primaria. Nuestra atención tiende hacia lo negativo, las amenazas y el peligro.

¡El miedo vende!

Los publicistas y los medios lo saben. Por eso nos bombardean con noticias e información diseñadas para asustarnos, y la atención suele centrarse en esos momentos en los que escasean el amor, la compasión y la bondad. El odio, la envidia, la codicia, la crueldad, la agresividad, todo ello capta nuestra atención. Sin embargo, estoy convencido de que cualquier día los actos individuales de bondad y compasión superan con creces los actos de odio y crueldad. Por desgracia, las buenas noticias no se venden tan bien como las malas.

Además de todo eso, nuestra experiencia del amor tiende a ser una versión limitada: El amor de una madre por un hijo; de hijos por padres; por nuestra familia y amigos íntimos. Nuestro amor rara vez se extiende más allá de la familia y los amigos íntimos y suele ser condicional. «Te querré si tú me quieres»,»te querré pero sólo si te comportas de determinada manera». No cabe duda de que incluso este tipo de amor condicional puede sacar lo mejor de nosotros: una gran bondad y compasión. Sin embargo, estas mismas condiciones son la base del sufrimiento. Así que creo que sería una buena idea que defina de qué hablo cuando escribo aquí sobre el amor.

El Amor al que me refiero se describe mejor con el término budista «Metta». Metta surge de la generosidad; significa cariño hacia y preocupación, desear lo mejor para todos los seres. Es altruista en el sentido de que metta no busca nada a cambio, ventaja o intercambio. Metta nunca hace daño, ya que surge de nuestra verdadera naturaleza de «Buda», una pureza de corazón, un lugar de amor.

Esto es difícil de ver, ya que pasamos la mayor parte de nuestras vidas distraídos por nuestros pensamientos, sentimientos e ideas, como si eso fuera todo lo que somos. Si reflexionas sobre los momentos en los que has hablado o actuado con la intención de herir a alguien, entonces comprenderás que esas acciones siempre surgen de tu propio dolor o sufrimiento. Esto sólo puede ocurrir cuando confundimos lo que somos con nuestros pensamientos y sentimientos. Contrasta esto con cuando estás en paz, tu corazón en calma, tu mente con pocos o ningún pensamiento. Esto puede ocurrir cuando nos encontramos por ejemplo, en un lugar hermoso en la naturaleza, con una vista impresionante, o durante la meditación. En este momento los pensamientos se detienen y el ego desaparece y con él cualquier sufrimiento. En este momento todo lo que deseamos para cualquier criatura es paz, salud y felicidad; en otras palabras, cuando dejamos de confundirnos con nuestros pensamientos y sentimientos y nos damos cuenta de que NO somos las nubes, sino el infinito cielo azul.

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