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Dejar ir las cosas cuesta, pero agarrarnos a ellas puede costarnos aún más

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Geoffrey Molloy

Al final sólo importan tres cosas: Lo bien que hemos vivido Lo bien que hemos amado Lo bien que hemos aprendido a dejar ir las cosas Jack Kornfield Todos somos diferentes. No obstante, también estamos conectados de muchas maneras, nos guste o no. Vivimos en una enorme red interdependiente. Algo sólo existe por todas las […]

febrero 26, 2014

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Al final sólo importan tres cosas:

Jack Kornfield

soltar las cosasTodos somos diferentes. No obstante, también estamos conectados de muchas maneras, nos guste o no. Vivimos en una enorme red interdependiente. Algo sólo existe por todas las otras cosas que existen. Aunque no podemos evitar influenciarnos y depender los unos de los otros, la realidad es que cada uno de nosotros somos únicos y tenemos que encontrar nuestro propio camino. No existe solución mágica para vivir una vida feliz y con sentido. No escribo estos newsletters como una solución de “talla única” capaz de solucionar los retos de la vida de todo el mundo.  Mi objetivo es, o introducirte a ideas y técnicas que yo utilizo y que sé que funcionan, o recordarte lo que ya sabías y que tal vez has olvidado.  Tú eres el árbitro final de lo que elijas hacer.

Trabajando con las adicciones y el desarrollo de muchas personas (incluyendo mis propias adicciones y desarrollo), empecé a ver claro que las dos habilidades más importantes que necesitamos para poder llevar una vida feliz, sana y con sentido son “mindfulness” (es decir saber cómo llevar mi atención intencionalmente y plenamente al presente) y el agradecimiento. Una vez tras otra, rigurosos estudios científicos independientes han demostrado lo que he experimentado en mi propia vida, que estas prácticas/actitudes producen maravillosos beneficios tanto para el bienestar físico como emocional. Así que, por si estuvieras preguntándote: “¿De qué está hablando ahora?” incluyo una breve descripción de ellos.

MIndfulness (estar atento plenamente al presente)tiene sus raíces en la meditación que originalmente fue desarrollada en las tradiciones budistas de Asia, y es practicada hoy en día por muchas personas para mejorar el bienestar, el rendimiento en el trabajo y para mejorar relaciones, para reducir el estrés y aliviar o prevenir la depresión. Mindfuless significa volverse consciente del momento presente de forma compasiva y sin juzgar. Cuando practicamos mindfulness, nos damos cuenta de que somos mucho más, mucho más que nuestro parloteo mental habitual reactivo inconsciente (ya sabes – esa voz irritante crítica que no puedes hacer callar.) Estar presente y atento nos permite liberarnos de los niveles de ansiedad y estrés en nuestras vidas, o al menos reducirlos considerablemente

El agradecimiento: Muchos ven ser agradecido como una especie de cosa fingida, obligándote a hacer como si te gustara algo, cuando en realidad no es así. Algunos, incluso lo ven como una especie de debilidad. Esto es lo más equivocado que puedes estar. Ser agradecido tiene que ver con cambiar la perspectiva para ver lo que ya está ahí delante de nuestros ojos. Estamos rodeados de tantas cosas maravillosas en nuestras vidas, milagros, pero estamos ciegos ante ellas y no las vemos. El agradecimiento nos permite experimentar lo extraordinariamente milagrosa que es la vida. La tendencia de nuestras mentes es darse cuenta de lo que no está bien, no de lo que está bien. Tendemos a dar lo que tenemos por sentado. Para la mayoría de las personas lo normal es ver el  “vaso medio vacío”.

Estudios han demostrado que uno de los predictores más importantes y constantes para el bienestar emocional y la felicidad es una actitud de agradecimiento.

Aceptar y “suelta” las cosas

La aceptación está profundamente relacionada con mindfulness y con el agradecimiento. Podemos sentir fácil y erróneamente que la aceptación o incluso reconocer que no tenemos control sobre algo sea una especie de fracaso, pero la capacidad para la aceptación es una gran fortaleza. Significa permitirte experimentar una situación plenamente (muchas veces incómoda) sin intentar escaparte, cambiarla o protestar. Lo hacemos con una actitud de curiosidad tierna y compasiva especialmente hacia nosotros mismos.

La aceptación no significa la sumisión ni la resignación.  Es un verdadero reconocimiento de los hechos de una situación. Luego decidir lo que vas a hacer para solucionarla. Una actitud de curiosidad abierta y aceptación nos permite ver lo que está ahí de verdad. En vez de reaccionar de manera inconsciente, en “autopiloto”, primero tomamos el tiempo para observar y entender (incluso si esto nos hace sentir algo incómodos). Una consecuencia es mejorar la calidad de nuestras decisiones.

Muchos de nosotros consideramos la idea de la aceptación como una amenaza. ¿Por qué? Porque a la mayoría de nosotros nos encanta la sensación de tener nuestras vidas controladas. Nos proporciona la ilusión de seguridad. Pero el control en sí es una ilusión. Sé sincero, ¿has podido controlar a tu pareja, a tus padres o incluso a tus hijos? Intentar “arreglar” a alguien porque no conforman a tu idea de cómo “deberían ser las cosas” puede convertirse en una especie de locura. Piensa en ello: ¿Has podido controlarte incluso a ti mismo? Piensa en las tentativas fallidas de dieta y ponerte en forma. Probablemente el peor efecto creado por el deseo de la ilusión de control y seguridad es que estrechamos nuestras vidas (más controladas – seguras) al intentar evitar situaciones, comida, música, personas y actividades poco conocidas.

Así que ¿Cuánto control tienes de verdad, especialmente sobre el “panorama general”, sobre el universo, la vida y todo?” Yo diría que muy poco. Esto puede ser o bien perturbador o liberador. Es perturbador si te hace sentir inseguro. Es liberador si puedes sencillamente “vivir” con esta realidad e incluso disfrutar de las sorpresas que el universo ha planificado para nosotros, lo que en mi experiencia son mucho más maravillosas de lo que podamos imaginar.

Nos agarramos automáticamente a lo que nos hace sentir cómodos, las “cosas buenas” y queremos cada vez más de ellas y rechazamos lo que nos hace sentir incómodos – las “cosas malas”. Elegimos sentirnos cómodos por encima de la felicidad real. El hecho es que la mayor parte del tiempo simplemente no sabremos si algo es verdaderamente “bueno” o “malo” hasta mucho después del evento, así que ¿por qué no sencillamente aceptar lo que tenemos delante de nosotros aquí y ahora mismo. No significa que estamos consintiendo o de acuerdo con lo que está ocurriendo, sólo significa ver las coAsas tal como son aquí y ahora mismo y aceptarlas. Esto nos incluye a nosotros mismos. La auto-aceptación es tan sumamente importante. Aceptación de nuestros fallos, nuestros fracasos, de nuestras contradicciones tan maravillosamente absurdas, especialmente aquellas partes que no nos gustan y por supuesto todas esas buenas cosas también. Esto lo hacemos con una actitud de compasión, curiosidad y humor hacia nosotros mismos.

La primera vez que oí hablar de la idea de auto-aceptación me sonó estúpida, la interpreté como “renunciar” o resignarme a mi destino. Pensé “si me acepto a mí mismo, ¿cómo voy a poder cambiar o mejorar? Nunca podría hacer algo con mi vida.” Lo que descubrí es que la verdad es todo lo contrario. Puedo ser mucho más útil para los demás y para mí mismo cuanto quito la “no-auto-aceptación” de la ecuación. Al no rechazar ni agarrarnos nos permitimos experimentar plenamente lo que se encuentra delante de nosotros. Mejores soluciones resultan de una percepción más clara. Esto es cierto igualmente en nuestras vidas personales, laborales y sociales.

Hasta que no aceptemos una situación no podemos aprender de ella verdaderamente.

Algunos ejemplos:

El problema del remolque – encontrar la solución

Vivimos con tres de nuestros cinco hijos en una finca en Cantabria. Agosto es un mes muy ocupado. Es cuando empezamos con las reparaciones de construcción y proyectos de mantenimiento; también cortamos leña y cortamos y recogemos la hierba. Una de mis hijas compite en doma con su caballo y mi papel es el de animador y taxista. Un par de días antes de la última competición, verifiqué el remolque y descubrí que había un problema serio. Dos de las ruedas se bloqueaban cuando intentamos ir adelante pero no al retroceder. El mecánico no pudo venir y me tocó a mí encontrar una solución. Mi primera reacción fue irritación, la causa del problema fue rara y la solución no fue obvia. Me di cuenta de que tendría que desmontar todo el mecanismo de la rueda y frenos, algo que no había hecho nunca y de todas formas ¡tenía taaaaantas otras cosas que hacer!  Miré el mecanismo con irritación y sin ninguna idea de cómo hacerlo. Parecía “demasiado difícil”. Luego decidí adoptar una actitud de aceptación. Decidí relajarme, dejar caer mi irritación y simplemente estar presente con el problema. Conforme miraba fijamente al mecanismo con una especie de curiosidad suave, la función de las piezas individuales previamente sin sentido para mi empezó a volverse más clara. Lo arreglé todo dentro de un par de horas.

A veces, aceptar significa aceptar que la solución no es lo que hubieras querido que fuera

Mis hermanos y yo compartimos una niñez desagradable y difícil. Pasamos una gran parte de la niñez en centros de protección de menores donde abundaba el abuso en diferentes formas, o con padres alcohólicos altamente disfuncionales o con padres de acogida que no eran mucho mejores. El resultado de todo esto fue que salimos “de casa” muy jóvenes y poco preparados para el mundo. Cada uno de nosotros hemos intentado superar estas dificultades de nuestra propia manera. Una de las consecuencias tristemente ha significado una relación difícil entre nosotros. Casarme con mi mujer provocó una ruptura seria en la relación con mi hermana, que hasta hoy no entiendo plenamente. Pasé unos doce años intentando reestablecer la relación. Cada intento fue rechazado. Su rechazo normalmente se transmitió con insultos mordaces. Vivía con un dolor constante en mi corazón. Hasta que un día me di cuenta de que estaba intentando que las cosas fueran tal como yo creía que deberían de ser y que mi hermana no tenía la obligación de conformar con mis expectativas. Una gran parte del dolor que sentía se debía simplemente al hecho de que no podía aceptar que no tenía ningún control sobre la situación, que no podía hacer que fuera tal como quería que fuera. Decidí simplemente aceptar esta realidad. El alivio fue inmenso. En vez de sentir dolor, simplemente me sentí un poco triste. Y ahora también. Además me di cuenta de que la tristeza no es tan mala. Fue sólo mi rechazo de esta tristeza lo que lo convirtió en dolor.

No pertenezco a ninguna religión pero te dejo con la siguiente oración:

Dios, concédeme la serenidad

De aceptar las cosas que no puedo cambiar

Valor para cambiar las cosas que sí puedo cambiar,

Y sabiduría para saber la diferencia.

– Reinhold Niebuhr

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