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enero 30, 2024
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Todos cometemos errores. Todos hemos dicho algo dañino a alguien alguna vez, o hemos actuado de una manera que sabíamos que era incorrecta. Naturalmente, nos sentimos mal por ello. De hecho, es importante que nos sintamos mal por ello; forma parte de ser humano. Sería mucho más preocupante que nos sintiésemos bien y felices por nuestras acciones erróneas o perjudiciales.
Errar es una parte inevitable de ser humano. Todos somos imperfectos. Todos cometemos errores, por muy iluminados que podamos creernos. Para mí, el aspecto más importante es cómo respondemos en esas situaciones. ¿Respondemos con sentimiento de culpabilidad o con remordimiento?
La culpabilidad, desde mi punto de vista, es una de las emociones que yo llamo “emociones inútiles”, junto con por ejemplo, preocuparnos, sentir lástima de nosotros mismos, autoflagelarnos. La culpabilidad es una emoción densa, egocéntrica, claustrofóbica, pringosa y desagradable. Podemos dedicar mucho tiempo a sentirnos culpables. No cambiamos nada. No aprendemos nada. Sólo hacemos que nos sintamos peor, mientras permanecemos estancados. Comentarios típicos que se asocian a la culpabilidad:
Esperas que, juzgándote y sintiéndote culpable, pagarás el precio emocional adecuado, y te sentirás tan culpable que no volverás a hacerlo. Por supuesto, esto nunca funciona, ya que tu comportamiento sólo cambia cuando cambian tu percepción e intención, no cuando te juzgas cruelmente. Y lo que es peor, si sientes culpabilidad en vez de remordimiento esto significa que probablemente volverás a hacerlo. (¡Una vez que hayas dejado de sentirte culpable, claro!)
Al igual que sentir lástima de ti mismo/a, la culpabilidad es extrañamente autoindulgente.
El remordimiento, por el contrario, es un arrepentimiento sincero por tus actos (en vez de sentirte culpable por lo que imaginas que eres), unido al deseo de tomar las medidas necesarias para que no vuelva a ocurrir. El acto de observar honestamente nuestros actos dañinos, es incómodo. Asumir la responsabilidad de nuestros actos y tomar medidas para corregirlos aliviará parte de esta incomodidad.
Así, el remordimiento ofrece la oportunidad para un verdadero cambio o transformación. Cuando llegamos a comprender honestamente nuestro comportamiento (observar con mindfulness es muy útil en este caso), y cómo ese comportamiento ha dañado a otra persona, tenemos la oportunidad de reparar el daño hecho. Podemos modificar nuestro comportamiento a partir de este momento.
El remordimiento es incómodo, pero vital. La culpabilidad, en cambio, es mucho más incómoda; genera mucho más sufrimiento y no aporta ningún cambio ni beneficio a la persona que la siente.
La culpabilidad procede del ego, de la mente racional, y nos aleja de nosotros mismos.
El remordimiento procede del corazón. Es un sentimiento profundo y poderoso, y crea un cambio profundo y poderoso. Nos devuelve a la verdad de lo que somos.
Paz, Salud y Felicidad de Las Bardas.
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