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Cuatro fábulas para compartir

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Vivir Despierto - Es fácil si sabes cómo

Hola soy Rhea. Nuestro querido equipo, Mariajo y Mireya han cogido unas merecidas vacaciones. (Espero por tanto que me perdonéis los errores de redacción y formato. ¡AAAAA! ) Confío en que estáis disfrutando del verano y dedicando un poco más de tiempo a la familia. Si alguno de vosotros no ha podido contactar con Geoffrey […]

agosto 7, 2018

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Hola soy Rhea. Nuestro querido equipo, Mariajo y Mireya han cogido unas merecidas vacaciones. (Espero por tanto que me perdonéis los errores de redacción y formato. ¡AAAAA! ) Confío en que estáis disfrutando del verano y dedicando un poco más de tiempo a la familia. Si alguno de vosotros no ha podido contactar con Geoffrey estos últimos días, pedimos disculpas; ha estado fuera de cobertura totalmente. Acaba de pisar tierra en Inglaterra después de pasar cinco días cruzando el Mar Norte a vela con su hermano, John.

Entiendo que es una actividad very mindful. ¡Brrrrr! Yo he preferido “navegar” por los charcos más cálidos y tranquilos de la playa de San Vicente en compañía de mis nietos e hija – lo que me ha llevado a buscar algún cuento bonito, corto y tal vez menos conocido. Comparto cuatro aquí. Mi agradecimiento a www.storyit.com – una página excelente con muchas ideas para niños de todas edades y por supuesto a Esopo – el fabulista de la Antigua Grecia. (Seguro hubiera tenido su propia página web.)

 

 

 

 

Un Consejo de Ratones


Los ratones, frustrados por los constantes peligros del gato, se reunieron en consejo para determinar una solución a su desafío fatigante. Discutieron e igualmente rechazaron plan tras plan. Finalmente, un ratón muy joven se alzó sobre sus patas traseras y propuso que se le colgara una campana alrededor del cuello del gato.

«¡Qué idea tan espléndida!» gritaron.

«¡Excelente sugerencia!»

«¡Ah sí, eso avisaría muy bien de la presencia del gato a tiempo para poder escaparnos!»

Aceptaron la propuesta con gran entusiasmo y aplausos, hasta que un ratón mayor de pocas palabras se levantó para hablar:

«Esta es, de hecho, una muy buena sugerencia y sin duda resolvería nuestros problemas», dijo. «Ahora, ¿cuál de nosotros pondrá la campana alrededor del cuello del gato?»

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Una cosa es proponer. Es otra cosa para llevarlo a cabo.

 

La Queja del Pavo real

Un pavo real estaba muy descontento con su voz fea y pasó la mayor parte de sus días quejándose de ello.
«Es cierto que no puedes cantar», dijo el zorro, «¡pero mira qué hermoso eres!»
«Ah, pero ¿de qué sirve toda esta belleza», gimió el desanimado pájaro, «con una voz tan desagradable?»
«Escucha», dijo el zorro, «cada uno tiene su don especial. Tienes tanta belleza, el ruiseñor tiene su canción, el búho tiene sus ojos y el águila es su fuerza. Incluso si tuvieras una voz preciosa, seguirías quejándote por otra cosa.

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No envidies los regalos de los demás. Aproveche al máximo su propio.

 

Uvas agrias

Un zorro muy hambriento entró en un viñedo donde había un amplio suministro de deliciosas uvas. Las uvas nunca se habían visto tan bien, y el zorro estaba hambriento. Sin embargo, las uvas colgaban más alto de lo que el zorro podía alcanzar. Saltó, se estiró, dio un salto, intentó alcanzarlas y saltó un poco más tratando de obtener esas deliciosas uvas. Pero fue en vano; no importaba lo que intentara, no podía alcanzar las uvas. Se cansó saltando y saltando para obtener las uvas.
«Esas uvas seguramente deben estar muy agrias», dijo mientras se alejaba, «¡No me las comería ni siquiera si me las serviesen en bandeja de plata!»

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Es fácil odiar lo que no puedes tener.

 

El Viento y el Sol

El viento y el sol discutieron un día sobre cuál era el más fuerte. Al ver a un hombre que andaba por un camino, se desafiaron para ver cuál podía quitarle el abrigo de la espalda al hombre más rápido.
El viento comenzó. Sopló fuertes ráfagas de aire, tan fuertes que el hombre apenas podía caminar contra ellas. Pero el hombre se apretó el abrigo contra él. El viento soplaba más fuerte y más tiempo y cuanto más fuerte soplaba el viento, más apretaba el hombre su abrigo contra él. El viento sopló hasta quedarse agotado, pero no pudo quitarse el abrigo de la espalda del hombre.
Ahora le tocó al sol. Cuidadosamente envió sus rayos sobre el hombre. El sol hizo muy poco, pero suavemente brilló sobre su cabeza y su espalda hasta que al hombre le entrase tanto calor que se quitó el abrigo y se dirigió hacia el árbol de sombra más cercano.
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La persuasión suave es más fuerte que la fuerza.

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