alert text
noviembre 23, 2016
Alimentación consciente, Boletines,
no comments
¡¡Qué te den calabazas!! Y a mí también. Amarillas anaranjadas, pintadas a rallas, con puntos o tonos verdes, abstractas a lo Picasso, de pieles suaves y lisas o rugosas, chatas, alargadas, para comer en dulces, asadas y rellenas de suculentas verduras… O simplemente para decorar ese rincón de la casa…
Indudablemente es época de calabazas y mire por donde mire, allí están, pidiéndome a gritos que me las lleve a casa y las devore de miles de maneras diferentes… y no se me ocurre ninguna razón para no hacerlo.
Esta hortaliza de la familia de las cucurbitáceas, “prima” del melón, el pepino y el calabacín es un festín relleno de antioxidantes. Sus protagonistas: los carotenos, el licopeno y la vitamina C, entre otros tantos…
El color amarillo anaranjado viene dado de los carotenos que poseen propiedades antioxidantes capaces de neutralizar los radicales libres.
El licopeno se encuentra en la pulpa y parece que posee la propiedad de reducir la probabilidad de contraer cáncer de próstata, pulmón, estómago y cuello de útero.
Y el efecto de la Vitamina C junto a los carotenos (provitamina A) ayuda a mantener en buena salud el aparato circulatorio previniendo la aparición de arteriosclerosis.
Es un alimento ligero, con un elevado contenido en agua, por lo que ayuda a crear sensación de saciedad ayudando a frenar el hambre y la necesidad de comer otros alimentos menos saludables.
Son ricas en fibra. Favorecen la expulsión de las toxinas del intestino y ayudan a controlar los niveles de azúcar en el organismo ya que este alto contenido en fibra, hace que los carbohidratos se absorban más lentamente dando a tus células la glucosa que necesita de forma más gradual y estable.
Y aparte de todas estas mágicas propiedades, para mi gusto es un placer sensorial, tanto por su gusto como por su textura suave. Una de mis cenas favoritas de estos días es la crema de calabaza, hecha de forma sencilla. Me gusta que quede suave y no muy espesa y añadirle verduras salteadas o legumbres como si fueran picatostes de pan, con hierbas frescas y hasta flores. Es un placer para la vista la mezcla de colores que se crean, os comparto una de mis recetas de estos días con unas flores capuchinas supervivientes que encontré en el huerto y que normalmente acabarían formando parte de mi ensalada veraniega. En Otoño les encontré otra misión, ser “la parte de arriba” de mi crema de calabaza… y sí, parece ser que estos dos “superalimentos” estaban destinados a juntarse. Espero que algún día tengáis la oportunidad de degustar esta delicia.
Esta flor, para el que no la conozca, es una planta perenne originaria de América del Sur también conocida como flor de sangre o taco de reina. Es de gran utilidad y muy beneficiosa para aprovecharla en remedios caseros y naturales. Es comestible y por ello también se utilizan para darle un toque de color a los platos. Sus hojas tienen un sabor intenso, parecido al berro. Las flores son más suaves y normalmente se encuentran en primavera y en verano. Para mí más que una excusa perfecta para enriquecer mis platos con extra nutrientes.
Crema de Calabaza con salteado de verduras y flores capuchinas
Para 4 personas.
Ingredientes
Elaboración:
Troceamos la cebolla y lo pochamos en una olla con un poquito de aceite de coco (o de oliva) y el jengibre hasta que esté con ese dulce olorcito de cebolla tostada (unos 5 min) removiéndola a fuego lento.
Añadimos a la cebolla la calabaza y el agua. Deja que se haga unos 15 minutos hasta que la calabaza esté en su punto. Es mejor que no hierva mucho para preservar al máximo las propiedades de sus nutrientes.
Dejamos a un lado mientras preparas el salteado de verduras.
Lo batimos con una miniprimer o batidora hasta que quede una crema suave no muy espesa. Rectifica a tu gusto con sal y pimienta.
Lo colocamos en un bol y añadimos las verduras salteadas, las flores y el cebollino fresco.
Para el salteado de verduras:
Podemos usar las que más nos gusten, lo importante es que se hagan al “dente”, es decir, en ese punto intermedio entre demasiado pasadas y demasiado crudas.
Elaboración:
Calentamos en una sartén el aceite de oliva y añadimos las verduras. Lo salteamos unos minutos a fuego alto. Después lo bajamos y añadimos el tahini, la salsa de soja y el caldo. Dejamos que se haga unos minutos más hasta que notemos que están en su punto. Podemos añadirle unas semillas tostadas para realzar más su sabor, aunque así tal cual son deliciosas.
Esta es una versión muy sencillita y como siempre, se pueden variar los ingredientes a gusto de cada uno.
Si no encontramos las flores, no es ingrediente primordial. Probamos a usar hierbas frescas que tengamos más a mano.
Autora: Kiira Cabrera
</> with <3 by Latte
Comentarios de la comunidad