Geoffrey Molloy
Para evitar la extinción del planeta convendría que experimentemos más conexión, practicar la compasión y el agradecimiento.
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Geoffrey Molloy
Para evitar la extinción del planeta convendría que experimentemos más conexión, practicar la compasión y el agradecimiento.
julio 27, 2022
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Durante gran parte de mi vida he buscado el lado positivo de la condición humana. Crecí en los años 60, una época de gran esperanza y cambio.
Crecí con la creencia de que nuestra especie estaba destinada a grandes cosas. A medida que los humanos se educaran más, a medida que las condiciones de vida mejoraran, la empatía, la compasión, el amor y la colaboración serían mayores; las guerras se volverían superfluas; reconoceríamos nuestra profunda conexión con todas las cosas y existiríamos en armonía con el planeta en el que vivimos; los humanos pasarían a explorar el espacio y se convertirían en una especie multiplanetaria.
Llevaba en mi corazón la esperanza de que, como especie, nos dirigíamos hacia grandes cosas. Supongo que llevo dentro mi alter ego de «hippie esperanzado».
En mis reflexiones no había contado con el poder verdaderamente asombroso y horroroso de la avaricia y su gemelo fraternal: el consumismo.
Preferimos dedicarnos a la acumulación de riqueza y poder sin tener en cuenta el sufrimiento de millones de personas por la avaricia de unos pocos, o simplemente a comprar chorradas sin sentido, cosas que simplemente no necesitamos, pero sin las que creemos que no podemos vivir.
Toda esta locura es un intento de llenar una sensación de vacío existencial e insatisfacción básica (conocida en el budismo como «dukkha»). La avaricia y el consumismo no funcionan y nunca podrán hacerlo. La avaricia y el consumismo son adicciones que nos hacen más hambrientos, más avariciosos, más vacíos y más desesperados; es decir, simplemente lo empeoran.
Nuestras acciones están arrastrando rápidamente a nuestra especie y a millones de otras al oscuro y eterno abismo de la extinción.
Desde un punto de vista antropocéntrico, la extinción de nuestra especie es una tragedia desgarradora. Sin embargo, por muy triste que sea, la norma es la extinción.
El 99,9% de todas las especies que han existido se han extinguido y nosotros nos dirigimos claramente hacia esa misma salida. Para evitarlo tendríamos que ser extraordinarios en muchos aspectos.
Como he escrito antes, tenemos el potencial pero no la voluntad.
Si miramos esto desde un punto de vista no antropocéntrico, entonces no es para tanto. Nada es permanente; todo lo que nace morirá y todo lo que existe cambiará y dejará de existir en su forma actual.
Es decir, todo – las estrellas, las montañas, nuestro sol, todo dejará de existir. Entonces, ¿en qué debemos emplear nuestro tiempo?
Yo sugeriría que la labor que más vale la pena es ayudar a todos los seres a experimentar la conexión, reduciendo el sufrimiento al ayudar a eliminar la ignorancia; en otras palabras, practicar la compasión; el agradecimiento por el milagro de estar aquí (independientemente de si crees que hemos metido la pata o no).
El simple hecho de estar aquí ahora es algo alucinante, improbable, milagroso y maravilloso de experimentar. Comprender la amarga y dulce verdad de la impermanencia puede ayudarnos a vivir mejor y a estar mejor preparados para la muerte.
Darse cuenta de estas cosas es darse cuenta de nuestro estado verdadero y natural, que es el amor.
Si quieres descubrir más reflexiones como ésta y mejorar tu vida descubre nuestro programa de resiliencia donde trabajaremos distintos aspectos que te ayudarán a disfrutar de una vida más plena y con menos estrés.
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Comentarios de la comunidad
Vanesa
Brillante y totalmente de acuerdo como siempre contigo Geoffrey, gracias por otro maravilloso artículo que nos regala el poder poner de nuevo nuestra atención en lo importante. Un abrazo.