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¿Conectado o Separado?

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Geoffrey Molloy

Después de mi reciente post «Yo soy todo y todo es parte de mí», recibí unas preguntas que me piden unas aclaraciones. Aquí las tienes. El espíritu humano anhela un sentido de conexión, una sensación de propósito y realización. Desafortunadamente la evolución va en contra de esto. Desde una perspectiva evolutiva, eres sencillamente una máquina […]

mayo 2, 2018

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

2 comments

Después de mi reciente post «Yo soy todo y todo es parte de mí», recibí unas preguntas que me piden unas aclaraciones. Aquí las tienes.

El espíritu humano anhela un sentido de conexión, una sensación de propósito y realización. Desafortunadamente la evolución va en contra de esto.

Desde una perspectiva evolutiva, eres sencillamente una máquina de transmisión de genes, igual que cualquier ser vivo –  una planta, un pez, una bacteria, un gusano. Todas tus adaptaciones son para apoyar este proceso ciego: sobrevivir, para reproducir, y como consecuencia transmitir los genes que llevas.

La forma en que percibimos la realidad forma parte de este mecanismo. Percibimos la realidad no como es de verdad, sino de una manera que aumenta las posibilidades de supervivencia de los genes que llevamos. El ego es simplemente parte de este mecanismo de supervivencia. El ego divide el mundo en dos categorías: «yo» (todo dentro de mi bolsa de piel) y «no yo» (todo fuera de mi bolsa de piel). Así que el ego, por su propia naturaleza, crea una sensación de separación. «Debo proteger cualquier cosa dentro de mi piel; todo lo que esté fuera de esta piel se percibe como, bueno, malo o indiferente según lo útil que sea para lo que hay dentro de esta piel.» En nuestra ignorancia nos identificamos completamente con nuestros egos, creyendo que es lo que somos. Tu ego no es quien eres. Tu ego es simplemente un mecanismo de supervivencia. Tu ego es simplemente una colección de patrones de pensamiento automático que desarrollaste para sobrevivir mejor en el entorno en el que naciste, tu respuesta a tu entorno: padres, maestros, hermanos, parientes, etc.  – ninguno de los cuales elegiste. Si miramos de cerca al ego no encontramos nada sólido o permanente allí. Es simplemente un flujo constante de pensamientos, una historia interminable que nos contamos sobre nosotros mismos. Es la raíz de todo el sufrimiento.

Sin embargo, el ego, esencialmente una «percepción de supervivencia» genéticamente hablando, útil, es severamente limitante; nos desconecta de la experiencia directa de nuestras vidas; más bien experimentamos los pensamientos sobre nuestra experiencia. Si deseamos entender mejor el universo, ser felices o tener sentido en nuestras vidas, el ego  es de poca utilidad, es un impedimento.

Sin embargo, hay otra forma de ser y de percibir, lo que nos libera de las penosas limitaciones del ego.

Desde un punto de vista científico/racional, el hecho es que nosotros  y  todo en el universo está hecho de la misma energía /materia. De hecho estamos hechos de las cenizas de las estrellas. El hecho es que yo, Geoffrey, soy simplemente una manifestación fugaz de esta energía/material subyacente. Sin embargo, esta manifestación viene acompañada del regalo milagroso de la consciencia. Con este regalo viene la maravillosa capacidad de sentir asombro, apreciar y sentirme agradecido por esta existencia, por esta oportunidad. Por mucho que podamos creer que estamos separados seguimos siendo parte integral del universo, simplemente somos una forma en que el universo se aprecia a sí mismo.

También podemos experimentar directamente la verdad de la conexión, cuando llegamos completamente al momento presente, cuando la mente se tranquiliza, se vacía de pensamientos y percibimos directamente. A medida que los pensamientos desaparecen, la lente distorsionante y sofocante del ego también desaparece. Tal cosa ocurre cuando meditamos, particularmente cuando practicamos “conciencia sin elección”.

Por ejemplo; este domingo Rhea y yo dimos nuestro paseo semanal en la playa de San Vicente de La Barquera. Caminamos hasta el final (un lugar favorito para meditar) y nos sentamos durante aproximadamente una hora.

Mi mente inicialmente activa, comienza a tranquilizarse. El espacio entre los pensamientos crece, se hace cada vez mayor. La mente ahora es estable y tranquila, inmensamente espaciosa. El sentido del yo, el ego, se evapora junto con los pensamientos. Ahora, está simplemente observando/experimentando. No es un estado de somnolencia relajada, sino un estado de asombro, alerta,  consciencia elevada junto con un profundo sentido de conexión; me asombran las formas irreales grises ondulantes y blancas de las nubes, los verdes intensos de los pastos, y la multitud de marrones de la tierra y las formas erosionadas extrañas de los acantilados, la distante oscura silueta de las montañas, los brillantes tonos blancos y azules-verdes infinitos del mar, el calor del sol en mi rostro, contrastado con la caricia de una ligera brisa, el rugido constante de las olas, las llamadas distantes de los pájaros todo a la vez maravillosamente familiar y también algo alienígeno como si estuviera experimentando todo por primera vez, cosas que nunca había visto antes; los colores más intensos, más brillantes, más nítidos. No hay «Geoffrey», sino una profunda conexión, un sentimiento de agradecimiento, de plenitud. La intensidad de la abrumadora belleza es casi insoportable. Experimento lo que siempre está allí, pero oscurecido por los pensamientos, por el ego que:

«Soy parte de todo y todo es parte de mí».

Si miramos la mayoría de los problemas serios a los que nos enfrentamos como especie y en todos los niveles encontraremos en su raíz en el ego, sobre todo el ego masculino machista. Si nuestra especie ha de tener un futuro, entonces debemos elevar nuestro nivel de conciencia a un nivel superior al del actual «el universo centrado en mí» del ego y en su lugar experimentar y vivir en la realidad de la conexión.

Como dijo Einstein:

No se puede resolver un problema usando el mismo nivel de conciencia que empleaste para crearlo.

Comentarios de la comunidad

Yolanda

Todas sus lecturas son lecciones de vida para recapacitar y reflexionar en este mundo de prisa en el que vivimos. Gracias Yolanda

Iratxe

Gracias!!! Me ha encantado

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