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septiembre 12, 2023
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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La compasión, tal y como se entiende en el budismo, es diferente de cómo solemos entenderla.
Compasión no significa sentir lástima o compasión por otra persona. La compasión no es un sentimiento cálido, de hecho – no es ningún sentimiento.
La empatía no es compasión. La empatía puede hacerte consciente del sufrimiento de otra persona. La empatía puede engendrar compasión, pero es diferente de ella.
La compasión podría describirse como el deseo de aliviar el sufrimiento de otro ser. Pero hay un significado más profundo en la compasión.
La compasión budista surge del reconocimiento de que formamos parte de un todo mayor/conciencia universal/universo. Todo es interdependiente y está conectado. Es la capacidad de ver a través de y ser consciente de la ilusión de la separación. Nos experimentamos a nosotros mismos como separados de todo lo demás. (Estoy yo, luego está todo lo demás, el universo). Se trata de una distorsión persistente y es la raíz del sufrimiento.
La compasión es algo que debemos y tenemos que cultivar. Es el resultado de practicar las contemplaciones, de la práctica diaria y de las meditaciones. Lo ideal es que la compasión budista sea sin ardor ni pasión. Es objetiva, constante y universal. Es simplemente un reconocimiento de los hechos que tenemos ante nosotros, pero que están distorsionados por nuestro ego.
Por ejemplo, puede significar dar a alguien lo que necesita en lugar de lo que desea. Por tanto, es importante cultivar la sabiduría mediante mindfulness, agradecimiento, compasión, impermanencia, metta*, para poder responder con sabiduría.
Una perspectiva compasiva en la vida significa que comprendemos que todos los seres quieren ser felices y evitar el sufrimiento. A pesar de ello, por nuestra ignorancia, a menudo creamos más sufrimiento y menos felicidad. Irónicamente, solemos crear sufrimiento a pesar de (y a veces a causa de) nuestras sinceras intenciones de sentirnos más felices.
El impacto positivo que una actitud compasiva tiene en la vida de otra persona es casi incalculable. Como niño multirracial, en gran medida desatendido, maltratado y abandonado, yo era el niño maloliente, con la ropa sucia y el pelo grasiento. La actitud compasiva de unas pocas personas (una monja, una maestra, una trabajadora social y un canónigo) marcó una diferencia importante: sus actos de compasión iban desde simplemente verme de verdad, hasta asegurarse de que mis hermanos y yo tuviéramos ropa y comida. Todos ellos cambiaron mi vida a mejor.
Tu compasión no es completa si no te incluyes a ti mismo. Piensa por un momento: podrías viajar por todo el mundo y no conocerías a otro ser que mereciera cariño, amor y compasión más que tú. Éstos son hechos. La autocompasión dará lugar a una verdadera autoestima.
Vivir con una actitud y una perspectiva compasivas tiene beneficios para ti y para todos los demás seres:
Si vivimos conscientemente con una actitud y una práctica de compasión, hay muchas situaciones en las que poco se puede hacer (como una persona que sufre una enfermedad), en cuyo caso podemos practicar Tonglen**. Sin embargo, la vida está llena de oportunidades sencillas; puede ser sólo un brazo alrededor de un hombro, escuchar, ver de verdad a alguien, ¿quién sabe?… jugar con un niño, la entrega de tu tiempo.
*»Metta» significa preocuparse y desear el bien a otro ser sin juzgarle, aceptarle independientemente de estar de acuerdo o en desacuerdo con él, y sin querer nada de él a cambio.
**La palabra «Tonglen» es un término tibetano que se traduce como «enviar y recibir». Esta práctica forma parte de las enseñanzas budistas tibetanas denominadas Entrenamiento Mental. Tonglen, o tomar y dar, es una práctica poderosa y eficaz para cultivar el cariño (*metta) y la compasión.
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