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CITA MINDFUL EN EL DENTISTA

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Geoffrey Molloy

Ayer fui al dentista para una limpieza bucal. Dentro de las posibilidades que existen en tal situación, la realidad fue una experiencia bastante agradable. Esto, para mí, no siempre ha sido el caso. Durante muchos años padecí un miedo irracional del dentista. Las semillas de esta fobia fueron sembradas por el dentista del colegio cuando […]

diciembre 9, 2014

BoletinesResiliencia - Mindfulness y más allá

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Ayer fui al dentista para una limpieza bucal. Dentro de las posibilidades que existen en tal situación, la realidad fue una experiencia bastante agradable. Esto, para mí, no siempre ha sido el caso.

Durante muchos años padecí un miedo irracional del dentista. Las semillas de esta fobia fueron sembradas por el dentista del colegio cuando tenía sólo catorce años. Era una mujer de palabras severas y poca compasión. Se parecía mucho a Agatha Trunchbull, la directora del colegio en el cuento maravilloso de Roald Dahl, “Matilda”. Puede que no sea justo con la pobre señora  (– pero así es mi recuerdo de ella.)

A lo largo de los años y después de más visitas al dentista, en vez de disminuirse, mi fobia se intensificó. Buscaba todo tipo de excusas para posponer o incluso evitar mis citas con el dentista. Creo que si no hubiera sido por Rhea (mi mujer) que organizaba estas citas, asegurándose de que no se me pasaran, muy probablemente hubiera conseguido evitar ir al dentista durante muchos años. A nivel intelectual sabía que mi fobia estaba fuera de proporción a los hechos. Me machacaba por ser tan “bebé” y me decía cosas como “espabílate,” “contrólate», pero nada ayudaba. Nada más tumbarme en el sillón del dentista y me venía ese olor especial de las consultas de los dentistas – una mezcla de medicamentos y goma, ya estaba sudando copiosamente y con cada vez más tensión en mi cuerpo. No sólo tenía miedo, sino que además me sentía estúpido por tener tanto miedo. Esto, por supuesto, me hizo sentirme aún más estresado.

Es probable que siguiera igual ahora si no hubiera sido por las habilidades que he aprendido con la práctica de “mindfulness meditation”. Los ejercicios informales de “mindfulness” que practico crean un espacio mental y disuelven la cadena acumulable de ansiedad cada vez más intensa. Entonces, ayer, en el momento en que me fijé en alguna tensión en mi cuerpo (normalmente en mi espalda, hombros, cuello y postura), trasladé mi atención a mi respiración y a los ruidos de mi alrededor intencionadamente y suavemente. Esta acción de poner mi atención en otro sitio intencionadamente y con una curiosidad abierta, significa que la cadena de pensamientos responsables que generaba toda esa ansiedad se disolvió simplemente por la falta de atención prestada a ellos.

En los principios tenía serias dudas en cuanto a si “mindfulness meditación” podría ayudar en gestionar el dolor y molestias durante algún tratamiento del dentista. Después de todo, un dolor es algo real e intenso. Me costó imaginar cómo diablos podría cambiar esto si guiaba mi atención al momento presente intencionadamente y sin juzgar.

Fue una sorpresa grata descubrir que donde menos esperaba un cambio – es decir en el sillón del dentista – es donde experimenté una reducción significante de dolor y sufrimientos durante el tratamiento. 

Durante mi tiempo en el sillón del dentista ayer, me di cuenta de que en realidad estaba bastante relajado y de cuánto había cambiado mi experiencia en el dentista. El sonido del taladro – tan espeluznante anteriormente – se había reducido a un simple sonido – ni agradable ni desagradable. Cuando el taladro conectó con mis dientes, me fijé en cómo mi atención fue inmediatamente llevada a las sensaciones muy intensas de molestia. También me fijé en cómo mi cuerpo automáticamente empezó a tensar. Sin embargo, no intenté escaparme de la sensación, ni obligar a que mi cuerpo se relajase, sino que suavemente trasladé parte de mi atención a la sensaciones en mi abdomen – en las sensaciones asociadas con mi respiración: cómo subía y bajaba con cada respiración; mientras que otra parte de mi atención y curiosidad abierta descansaron en un pequeño dispositivo redondo en el techo. Fui consciente de la sensación de dolor y molestia; seguía ahí, nítida y en detalle cristalina pero su importancia e intensidad se habían reducido a un nivel parecido al de un perro desconocido ladrando en la distancia por la noche. A medida que volvía mi atención dentro de mi cuerpo, me fijé en una pequeña tensión. El mero acto de fijarme en ella significó que la tensión empezaba a disiparse. También fui consciente de la bondad y apoyo envolvente de la higienista dental. Sentí cuánto apreciaba el gran cuidado con que realizaba su trabajo. Sentí un verdadero sentido de conexión con ella.

Lo que resistes, persiste

Durante muchos años, mi experiencia del dentista ha sido de ansiedad, miedo, molestias y dolor. Rara vez me fijaba en otras cosas. No me había dado cuenta de que una gran parte del dolor que sufría se debía realmente a la ansiedad del dolor que imaginaba estaba a punto de sufrir. Sólo quería huir, que se terminara. No podía haber sido más diferente de esta última experiencia en la que pude experimentar cada sensación como yo elegía, plenamente en el presente. El dolor desapareció en gran parte. El miedo y la ansiedad se evaporaron y fueron reemplazados por una experiencia que fue sorprendentemente suave, llena de curiosidad y calor, pero con una riqueza de estímulos y texturas.

Mi experiencia con mindfulness en la consulta del dentista es un reflejo de lo que ocurre en nuestras vidas cotidianas. ¿¡Cuántas veces reaccionamos a nuestros temores, ideas y conceptos preconcebidos en vez de reaccionar a lo que está ocurriendo en el momento!? ¿Y lo fácil que es caer en la trampa de sufrir reacciones emocionales a nuestras reacciones emocionales, reaccionando a nuestros pensamientos sobre nuestros pensamientos, en vez de reaccionar a lo que está realmente ocurriendo en el momento presente?

Tal como demuestra esta descripción breve de mi visita al dentista, en vez de vivir en una especie de “autopiloto inconsciente”, cuando trasladamos nuestra atención intencionadamente al momento presente sin juzgar, entonces abrimos la puerta a una manera diferente y más sabia de responder a la vida a medida que se despliega momento a momento.

Un maestro tibetano me dijo hace unos quince años:

 “La mayor parte del sufrimiento está causado por pensar demasiado.” 

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