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Geoffrey Molloy
Cada cierto tiempo se sale una nueva frase: “Eres lo que comes,” o “Eres lo que piensas”. Yo creo que aún más fundamental es la frase: “Eres tu atención”. No ser consciente de esto es correr el riesgo de caminar sonámbulo por la vida; dejar de fijarnos; vivir nuestras vidas totalmente en piloto automático. En […]
diciembre 18, 2017
Boletines, Resiliencia - Mindfulness y más allá,
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Cada cierto tiempo se sale una nueva frase: “Eres lo que comes,” o “Eres lo que piensas”. Yo creo que aún más fundamental es la frase: “Eres tu atención”. No ser consciente de esto es correr el riesgo de caminar sonámbulo por la vida; dejar de fijarnos; vivir nuestras vidas totalmente en piloto automático.
En un boletín reciente escribí sobre la importancia de gestionar tu atención. Es más importante ahora que nunca ser consciente de esto ya que cada día se desarrollan más maneras sofisticadas, enrevesadas, engañosas y rentables de captar tu atención – todas con indiferencia cínica por tu bienestar.
Vivir así reduce en gran medida nuestras posibilidades de sentir asombro. El asombro es la sensación de estar en la presencia de algo enorme que trasciende nuestro entendimiento racional del mundo. Es un momento cuando nuestros pensamientos se enlentecen considerablemente o se paran del todo y sentimos conexión con algo mayor que nosotros mismos – parte del misterio de todo. Cuando pregunto a personas sobre las experiencias de asombro que han tenido, la mayoría comenta lo que yo considero esos momentos obvios: ver las estrellas en el cielo (mejor cuando estás en el campo), una vista que quita el aliento, ver un eclipse… Sin embargo, las personas que prestan atención a sus vidas experimentan asombro con mucha más frecuencia y con cosas cotidianas simples: la actitud de quedar maravillado con un niño, ver los diferentes tonos de verde en el campo, el color del cielo, la forma de un árbol, el color de una hoja, un acto de bondad; la vida, el simple hecho de que estamos aquí para apreciar todo esto… ¡Qué regalo!
Los resultados de estudios en años recientes demuestran que la sensación del asombro promueve y mejora la salud mental y física; también un mayor sentido de compasión; darnos cuenta de que todos estamos en el mismo barco. Es un hecho que hay más probabilidad de un grupo personas tenga más espíritu colaborador después de haber experimentado asombro.
Mira a tu alrededor y verás que nuestra sociedad está “privándose del asombro”. Al movernos por nuestras vidas con nuestra atención en nuestros móviles, nos privamos de la oportunidad de experimentar el asombro. Perdemos la belleza del mundo natural, los “pequeños” milagros de la existencia, lo maravilloso que es estar vivo, “the bigger picture” (la visión global), el misterio básico de todo. Al pasar tanto tiempo viajando y trabajando, perdidos en pensamientos sobre el pasado y el futuro, simplemente no nos fijamos en el mundo a nuestro alrededor. ¿Cómo podemos hacer esto si estamos constantemente distraídos con lo que está en la TV o por el próximo mensaje, email, Instagram, tweet, whatsapp, Facebook, etc? A medida que nuestra conexión con nuestro entorno y nuestra vida se vuelve más tenue, nos volvemos más individualistas, más narcisistas, más materialistas y menos conectados con otros.
Eres tu atención. Planifica conscientemente momentos para OBSERVAR Y FIJARTE. Toma un momento para ver “the bigger picture”. Permítete marinarte en ideas increíbles hasta que llegue a las partes más profundas de tu ser. Fíjate en lo pequeños que verdaderamente somos; ¡Estamos aquí, conscientes y capaces de apreciarlo todo – ASÓMBRANTE!
Una experiencia de asombro
Hace veinticinco años, la nave espacial Voyager 1 volvió la mirada hacia la Tierra y vio un “puntito azul claro”. La imagen se tomó desde una distancia de 4 mil millones de kilómetros. Mira la foto.
A continuación, cito a Carl Sagan, concretamente la conferencia que dio en la Universidad de Cornell el 13 de Octubre de 1994:
Conseguimos sacar esa foto (desde el espacio profundo) y si lo miras, verás un puntito. Esto es aquí. Tu casa. Esto somos nosotros. En ese puntito están todas las personas de las que has oído hablar, cada ser humano que ha vivido jamás, que ha vivido su vida. El conjunto de todas nuestras alegrías y padecimiento; miles de religiones, ideologías, doctrinas económicas – todas seguras de sí mismas; cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada pareja joven enamorada, cada niño con esperanza, cada madre y padre, cada inventor y explorador, cada maestro de valores morales, cada político corrupto, cada superestrella, cada líder supremo, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie… vivió ahí en una mota de polvo suspendido en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en una palestra cósmica enorme. Piensa en los ríos de sangre vertidos por aquellos generales y emperadores para que con gloria y triunfo pudiesen volverse los amos momentáneos de una fracción de un puntito. Piensa en las crueldades interminables impuestas por los habitantes de un rincón del puntito en los habitantes prácticamente no distinguibles de algún otro rincón del puntito. ¡Qué frecuentes sus malentendidos! ¡Con qué entusiasmo se ponen a matarse! ¡Qué fervientes sus odios! Las posturas que adoptamos, nuestra auto-importancia imaginada, la creencia engañosa de que tengamos alguna posición privilegiada en el universo, todos están puestos en cuestión por este puntito de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria en la gran oscuridad cósmica envolvente. En nuestra oscuridad – en toda esta enormidad – no existe la menor señal de que una ayuda llegará de otro sitio para salvarnos de nosotros mismos. Es nuestra responsabilidad. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia que enseña la humildad y añadiría yo – una experiencia que desarrolla el carácter. En mi opinión no existe demostración mejor de la locura de la arrogancia humana que esta imagen distante de nuestro mundo diminuto. Para mí, subraya, nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros con más bondad y compasión y conservar y apreciar aquel puntito azul claro, la única casa que hemos conocido jamás.
¿Te acuerdas de alguna situación en la que has sentido asombro? Sería maravilloso que lo compartas aquí en el blog. Muchas gracias.
Autor: Geoffrey Molloy
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Comentarios de la comunidad
Raul
Hola Geoffrey, muchas gracias por tu articulo, la ultima vez que senti asombro fue mirando una flor, (suena un poco cursi, pero asi fue...) era de noche y estaba pasenado con mi perro y recuerdo que me paré y le saqué una foto. La flor era preciosa no se como colgar esa foto pero en cualquier caso te la mando a ti por si la puedes colgar tu. Un abrazo consciente.