Apego

Todo apego surge de la ignorancia de la verdadera naturaleza de las cosas. Somos incapaces de ver nuestra verdadera interconexión, la realidad del inter-ser. En lugar de ello, sufrimos la persistente ilusión de la separación. Ésta surge del ego, resultado de nuestro imperativo biológico de «sobrevivir y procrear». Con el surgimiento del ego dividimos el mundo en «yo, mío» y el resto. Éste es el mundo de los opuestos. Evidentemente, se trata de una ilusión ya que, si lo piensas sólo un momento, nunca podemos dejar de formar parte de todo; nunca podemos desconectarnos de verdad.  Pero podemos distraernos tanto que lo olvidemos.

Carecer de un sentido de conexión, de un sentido de formar parte de algo más grande puede dejarnos fácilmente sin sentido, significado o contexto para nuestras vidas. Lo vemos por todas partes en nuestra sociedad. El significado y el contexto se han reducido al consumismo vacío − vacío porque intentar llenar ese vacío con más cosas simplemente nos hace sentir más vacíos. Esto, a su vez, nos hace más propensos a consumir drogas u tener otros comportamientos consumistas extremos.

Cuando vivimos desde la posición del ego, nos relacionamos con nuestras vidas desde una mentalidad de escasez. No tienes que mirar muy lejos para ver el horrible impacto de este contexto o percepción: destrucción del único planeta que tenemos, guerra, hambre, avaricia, odio, violencia. Todo el mundo quiere un poco más. Muchos no tienen un contexto externo para sus vidas o, si lo tienen, es una fachada. Cada religión tiene sus ritos y rituales. Por desgracia, muchas personas que observan los ritos, los rituales y las formas, simplemente es para hinchar su ego; observan las formas olvidando por completo la esencia. Confunden la ropa, el estilo y los rituales con la santidad. Muchos han traicionado sus creencias; hay escándalos sexuales y de abusos en todas las religiones.

En cuanto a la familia o la pareja, confundimos con demasiada frecuencia posesión y amor. El amor en su forma más pura es simplemente querer lo mejor para el otro. A veces tendrás que aceptar que esa persona sería más feliz sin ti.

¿Qué podemos hacer al respecto?

1. Consigue el contexto adecuado. Dedica tiempo a contemplar la realidad de la conexión del inter-ser. Medita bajo las estrellas, en el bosque, las montañas, el mar. Conecta con la naturaleza. Permite que la conexión se convierta en una experiencia y no sólo en una idea.

2. Practica la compasión en tu vida cotidiana, en cada interacción con el otro; en tu corazón y en tu mente, desea a la otra persona lo mejor para su vida.

3. Practica a diario el desarrollo de la ecuanimidad.

Sobre todo, hazlo con una actitud de curiosidad abierta, cariño hacia ti mismo y con sentido del humor.

Te deseo Paz, Salud y Felicidad.

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